Canarias ha perdido más de medio centenar de escuelas unitarias en diez años. En concreto, en 2010 había en el Archipiélago 148 centros, mientras que en 2020 tan solo permanecían abiertos 94. Además, el pasado año desapareció uno más. A pesar de que el número de espacios que aún continúan ofreciendo este servicio en zonas rurales de las Islas no es nada desdeñable, diferentes colectivos alertan de esta continuada pérdida y de la necesidad de dar oportuno cumplimiento al acuerdo marco de escuelas unitarias firmado en el año 2014 en Canarias.

Algunas de las escuelas unitarias que han cerrado sus puertas en los últimos tiempos se encuentran ubicadas en La Palma, donde la tradición de estos centros es muy fuerte. En concreto, el municipio de El Paso ha perdido dos escuelas unitarias por baja matrícula continuada, ya que la demanda era menor a los seis alumnos que se exigen como mínimo para ofrecer este servicio. En la actualidad, la consejera de Educación del Gobierno de Canarias, Manuela Armas, ha mostrado en reiteradas ocasiones su apoyo a estos centros y siempre ha sostenido que, en el caso de que haya que eliminar uno de estos espacios, se hará siempre con el visto bueno de la asociación que las aglutina.

Ante la creciente desaparición de estos centros, el colectivo de escuelas unitarias de Canarias sentencia que es indispensable que se de cumplimiento al acuerdo marco de unitarias firmado en el año 2014 y se acometa el desarrollo normativo que demanda las especificidades de este modelo educativo, como así establece la ley canaria de educación. «Si eso no ocurre, el modelo se convertirá en algo testimonial; de hecho ya lleva camino de ello, tal y como demuestra la drástica disminución de estos centros durante los últimos 15 años», recuerda Álvaro Martín, quien durante años ha sido profesor –en la actualidad está jubilado– y pertenece a este colectivo de escuelas unitarias. El docente añade que eso conducirá a que se pierdan «todos los valores que tiene este tipo de escuela, que huye de la masificación y apuesta por la diversidad y el arraigo social y cultural al territorio».

Los profesionales implicados en este tipo de escuelas se preguntan si los cierres que se vienen produciendo desde hace años responden únicamente a un descenso del número de alumnado o si también ha tenido que ver la escasa planificación por parte de la Consejería de Educación. De este modo, destacan que algunos de los principales problemas que presenta este modelo en la actualidad están relacionados con la autorización de grupos con posterioridad al cierre de la matrícula o la implantación del servicio de comedor. En la actualidad existen varios centros en La Palma y El Hierro con este servicio, no obstante, es necesario seguir implantándolo en nuevos espacios.

El colectivo de escuelas unitarias recuerda que continúa dependiendo de un marco normativo que tiene como base un decreto de hace más de 20 años y que además no se encuentra reconocido por la Inspección Educativa. Por esta razón también solicitan que se actualice dicho documento y se desarrolle la normativa que emana del acuerdo marco.

Defienden la existencia de estas escuelas precisamente por las mezclas heterogéneas de edades que se producen y que promueven un aprendizaje cooperativo en el aula. De este modo, el alumnado con mayor edad se convierte en tutor del más pequeño que se va familiarizando a su vez con los aprendizajes de los niveles superiores para adquirirlos luego más fácilmente. Se trata, además, de centros en los que adquieren especial relevancia las actividades encaminadas a la adquisición por parte del alumnado de valores morales y a la recuperación de tradiciones. Añaden que estas escuelas son espacios ideales para un adecuado tratamiento de la diversidad puesto que la formación se puede adaptar con facilidad a las distintas situaciones de partida del alumnado. Otra de las acciones destacadas de estos centros es su trabajo por «la salvaguarda y desarrollo de las medianías canarias». Por todo ello, Álvaro Martín sentencia que la existencia de las escuelas unitarias permite que «la población se asiente en el medio rural» y colaboran para que «no se vayan de su medio social y cultural tradicional».