Llegó el fin de ‘Contar la verdad para seguir viva’, las 60 horas de serie documental protagonizadas por Rocío Carrasco. Sonia Cervantes (Barcelona, 1974), psicóloga que trabajó en el coach show ‘Hermano mayor’, ha sido una de las expertas que ha esclarecido en plató los nudos del caso.

Hora de sacar conclusiones.

Primera: ha sido una terapia de reparación para Rocío. Segunda: ha dado voz a millones de mujeres. Tercera: gracias al altavoz mediático, los expertos hemos podido desarrollar conceptos. Y cuarta, y muy importante: ha cambiado la visión de muchos hombres. Me llegan por Twitter mensajes de hombres que dicen: “Gracias; he aprendido”.

Desmantelar prejuicios es saludable.

Debo admitir que yo misma no quise ver el primer episodio –aun declarándome feminista, he revisado con el documental mis propios prejuicios-; pero en el momento en que entré, me atrapó la familiaridad de un relato que he oído mil veces en consulta. Mientras lo emitían, tenía al lado a mi pareja, que suele trastear con el móvil, y se quedó enganchado. Le pregunté: “¿La crees?”. “Sí”, respondió. En su esquema no le entraba que una mujer renunciara a sus hijos, pero ahora lo entiende. Los que hoy no creen a Rocío ya no la creerán.

Parece ser el caso de su hija. La han señalado como candidata a Hermano mayor.

Madre e hija representan los estragos que hace la violencia de género. Dicho esto, por lo que ha descrito Rocío Carrasco, hubo un episodio de violencia filio-parental. Solo que en los casos que tuvimos en Hermano mayor –de 18 a 23 años– había un consenso entre el padre y la madre, y aquí no. Eso es clave.

Rocío Flores ha podido escuchar largo y tendido a su madre.

Si te han instrumentalizado y sigues teniendo contacto con la persona que te instrumentaliza, por mucho que te hagan tomar conciencia, la escucha no funciona.

Sus redes se han llenado de seguidores. ¿Se lo explica?

Se puede explicar desde el negacionismo al relato de Rocío Carrasco, el desconocimiento de los procesos y secuelas que hay detrás de la violencia de género y de la violencia filio-parental, y desde la sacralización de la figura de una madre, que socialmente debe aguantarlo todo. Y una madre es persona y es mujer.

¿El negacionismo no tiene remedio?

Si cojo a Miguel Bosé y le cuento que mi padre estuvo ingresado desde el 30 de octubre al 6 de noviembre con neumonía bilateral, que lo estuvo, no va a cambiar de opinión. El negacionista se ampara en un dogma inamovible. Sin él, pierde la identidad. Le faltan recursos para afrontar la realidad.

¿A cierta prensa, también?

Rocío explicó que en agosto de 2019 hizo una tentativa de suicidio, y a los dos días salieron periodistas en prime diciendo que “una persona que se toma tres pastillas no se quiere suicidar”. Es aberrante. Es pornográfico. ¡Es crueldad! Y el linchamiento mediático continua.

¿Es capaz de evaluar a Antonio David Flores? ¿Es el mal, como sostiene su exesposa?

Antes, unas consideraciones. Las malas personas existen. En el momento en que, de forma intencionada y reiterada, haces daño a alguien con una finalidad, eres responsable de tus actos. No digo que Antonio David sea un psicópata -ni mucho menos-, pero en los perfiles psicopáticos, manipuladores y maltratadores, el problema es que no tienen conciencia de que lo que hacen está mal. Su lema es “el fin justifica los medios”.

Fuera de foco, ¿qué pregunta le haría a Rociito?

Primero le repetiría: “Gracias”. Y luego le preguntaría si está preparada para aceptar cualquier desenlace, para asegurarme de que estará bien pase lo que pase.

¿Qué cree que pasará?

Dudo que exista un final de cuento de hadas. Después de lo visto, la solución pasaría por, cuando estén preparadas, iniciar un proceso de mediación entre la madre y la hija.

¿Y en su consulta qué pasa?

Desde que empezó el documental, el 80% de las consultas son de víctimas de violencia de género y de violencia filio-parental. Tengo una lista de espera de dos meses.

Curiosidad. ¿Cómo llegó a ser psicóloga televisiva?

Tenía consulta en Elche, en 2009 grababan por la zona un capítulo de Hermano mayor, buscaron en Google psicóloga especializada en dependencia emocional y dieron conmigo. Estaba embarazada, me encontraba fatal y estuve a punto de cancelar la cita. Pero fui, y me llamaron para El campamento. El bebé no prosperó, y entrar a trabajar en él coach me salvó de una depresión. Después, hice psicología de guerra en las seis entregas de Hermano mayor.