Aunque estaban advertidos, más de uno/a miró al cielo de Tenerife a las 11:01 horas de ayer persiguiendo un imposible: el primer eclipse anular de sol del año pasó de largo. 

Con un mísero 2% de posibilidades de que el primer eclipse anular de sol se pudiera ver desde Canarias, la mayoría de los peatones que a las once la mañana de ayer deambulaban por una calle de la Isla estaban más pendiente del calor que de un fenómeno imperceptible durante los 42 minutos que estuvo expuesto. En el resto del país esas opciones aumentaron a un 20% del diámetro del astro, es decir, diez veces más que lo poco (o nada) que se pudo apreciar en cualquier punto del Archipiélago, claro está sin tener en cuenta los equipamientos domésticos o los elementos de última generación que gestionan los expertos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

El eclipse anular, un fenómeno que afecta a una estrecha banda que abarca unas decenas de kilómetros, sí que se logró apreciar con mayor claridad en las zonas septentrionales del mundo. Los más afortunados fueron los habitantes del noroeste de Canadá, norte de Groenlandia, una franja del oceáno Ártico y el noroeste de Rusia, que sí que consiguieron divisar casi al completo un llamativo anillo solar de un intenso color anaranjado.