Se ha convertido en el símbolo por excelencia de la pandemia, después de que su uso se extendiese más allá del ámbito sanitario con la llegada del SARS-CoV-2. La mascarilla se consolidó como una de las principales herramientas para frenar la propagación del virus que hizo de ella un complemento más en el día a día de la ciudadanía. Lo hizo primero en los espacios interiores para luego extenderse de forma obligatoria a la vida pública en el exterior. Casi un año después de que esta medida entrase en vigor, su utilización en espacios abiertos parece tener los días contados o, al menos, la posibilidad está ya sobre la mesa del panorama nacional donde se baraja que para el próximo verano se puedan volver a ver las caras por la calle.

Será el Ministerio de Sanidad, quien junto a las comunidades autónomas tome la decisión sobre la relajación del uso de la mascarilla en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (Cisns). Una opción «factible» para mediados de junio o principios de julio, según señaló a inicios de semana el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, quien «aclaró que la fecha concreta habrá que valorarla con otros parámetros».

La situación epidemiológica sumada a los ritmos de vacunación serán determinantes para hacer más laxo el empleo de este elemento sanitario que comenzó a ser obligatorio en lugares cerrados el 20 de mayo de 2020 y en exteriores apenas un mes después, el 18 de junio, tras la aprobación del real decreto ley de la ‘nueva normalidad’. El escenario actual de la pandemia es completamente distinto al de hace un año, pero aun así, ¿es este el momento adecuado para empezar a dejar de lado la mascarilla? Cuatro expertos responden a esta pregunta.

Inmunizaciones

Para Amós García Rojas, jefe de Sección del Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud y presidente de la Asociación Española de Vacunología, antes de tomar ninguna decisión deberían tenerse en cuenta dos planteamientos. «En primer lugar, que hay que saber marcar los tiempos para empezar a hablar de estos temas. Me explico. Tras el cese del estado de alarma, durante los dos fines de semana siguientes se vieron unas imágenes absolutamente preocupantes de comportamientos insolidarios e irresponsables que, afortunadamente, eran obra de una pequeña minoría de descerebrados. Pero claro, estas imágenes lo que refuerzan es la idea de entender que si encima que hay todavía ese perfil de comportamientos nos ponemos a hablar para todo el mundo de la posibilidad de dejar las mascarillas, pues no parece que sea el momento adecuado», apunta.

Asimismo, García Rojas considera que el foco del debate debe ponerse en alcanzar la inmunización de más del 50% de la población diana –hasta ayer se había logrado el 21,9%–. «Eso se conseguirá cuando se pueda conseguir, pero es a partir de ahí cuando se podría empezar a hablar de despojarnos de las mascarillas», señala el epidemiólogo antes de apostillar que esta medida «debe estar acompañada de una clara reducción del peso de la pandemia». En cualquier caso, «no será de un día para otro, primero será en exteriores, pero se mantendrá en interiores», aclara.

Antonio Sierra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de La Laguna (ULL) y miembro del comité de especialistas que asesora al Gobierno de Canarias en relación a la crisis sanitaria, también hace hincapié en la importancia de las cifras de vacunación. «Hasta que no alcancemos la inmunidad de grupo deben seguir las mascarillas», recalca quien llama a la prudencia. «Estamos avanzando positivamente contra la pandemia, pero el virus sigue y no podemos olvidar que tiene presencia más allá de Occidente, como en India o el sureste asiático», recalca, «por tanto hay que ser prudentes, porque esa inmunidad de grupo nos abrirá una puerta a la movilidad con el certificado de vacunación».

El 70% de la población con la pauta completa de vacuna inoculada es un buen dato, desde el punto de vista de Sierra, para empezar a relajar el uso del instrumento sanitario en espacios abiertos. «En los interiores se irán relajando progresivamente las restricciones, con aumentos de aforos y personas en mesas», explica el catedrático. «En el momento que lleguemos a la inmunidad de grupo vamos a ver cómo se mueve el virus y, si todo sale como está previsto, se podrá ir abriendo la mano con otras medidas».

El 24 de junio, día de San Juan en el que se celebran las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria, es la fecha en la que estima que en el Archipiélago se podrá caminar por la calle con el rostro al descubierto Beatriz González López-Valcárcel, catedrática de Economía de la Salud de la ULPG y componente también del citado comité de expertos. «Ya están llamando para vacunar a los de 40 y 50 y muchos de ellos se pondrán la vacuna de una dosis de Janssen, así que, realmente en espacios abiertos y manteniendo la distancia de seguridad la mascarilla se puede quitar».

Eso sí, habrá que llevar esta prenda sanitaria en el bolsillo. «Si te encuentras con una amiga por la calle y te paras a hablar a un metro de distancia, entonces sí te la tienes que poner a no ser que ambas estéis vacunadas. Estas son las recomendaciones que se hacen desde la CDC de Estados Unidos, que establece que vacunado con vacunado pueden estar sin mascarilla al aire libre sin problema», asegura González López-Valcárcel, quien tampoco ve tan lejos que esta posibilidad se extienda al interior de los locales. «Quizá para otoño pueda ser», comenta.

Voluntariedad

Para Lluís Serra Majem, rector de la ULPGC de donde es además catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, este también «es un buen momento para empezar a plantear» dejar de usar las mascarillas en espacios abiertos. «Ahora mismo no tenemos la tasa de vacunados suficientes, pero con el 70% de la población inmunizada se puede hacer en exteriores e, incluso, también en interiores donde se pueda tener la seguridad de que las personas están vacunadas, ya que llevarla en esta situación no tiene mucho sentido». No obstante, «no hay que precipitarse».

Y es que el también miembro del grupo de profesionales que asesora al Ejecutivo regional opina que «la gente está acostumbrada» a llevar este complemento y «lo hace bien, sin problema, y no hay que empezar a generar dudas». Del mismo modo, Serra cree que, independientemente de cuándo se relaje el uso de mascarillas, habrá muchas personas que la seguirán llevando de forma voluntaria en determinados lugares como en un avión. «Es un hábito que mucha gente va a conservar. No hay que olvidar que no hemos tenido gripes y los niños no han tenido mocos este año, porque la mascarilla ha sido buena no solo para el coronavirus, también para otras patologías de tipo vírico-respiratorio», asevera.

Por lo pronto, el estudio Tendencias Cofares Un año de Covid-19 (III): Hábitos sobre el uso de la mascarilla realizado entre el 23 de febrero y el 1 de marzo de este año refuerza esta opinión. Y es que en él se afirma que siete de cada diez españoles seguirá usando el cubrebocas en situaciones en las que las posibilidades de contagio puedan ser más elevadas como, por ejemplo, transportes públicos y hospitales, aunque este ya no sea obligatorio.