El Diario Oficial de Galicia habló claro, temprano, este lunes: La casa Cornide es Bien de Interés Cultural (BIC). Un estatus que, aunque de forma provisional hasta la resolución definitiva del expediente, obliga a sus propietarios, la familia Franco, a una serie de deberes para con el edificio y su conservación. Es también un paso previo para una futurible recuperación de su titularidad en los tribunales; una actuación para la que existe, en pretensiones y recorrido, un precedente cercano sobre el que aún se discute: el pazo de Meirás.

Valores patrimoniales, materiales e inmateriales. La casa Cornide llama la atención a cualquiera que pase por delante. Difícil no levantar la vista hacia su fachada; y eso que cuenta, cara a cara, con la Colegiata como competidor directo. Lo extraño, comentaban los expertos designados para elaborar el informe en el que estribaría la declaración BIC, es que no gozase ya de esa denominación. “Es un edificio excepcional, no solo debe ser declarado BIC, sino que me sorprende que no lo sea ya”, reflexionaba, al inicio de los trabajos, el catedrático Alfredo Vigo Trasancos. La mansión es única en su especie: de estilo francés y próximo a la estética rococó, la casa Cornide es singular no solo en el urbanismo coruñés, sino también en el gallego, al que bastaba con estampar un escudo heráldico en su fachada para declarar su carácter nobiliario. La familia Cornide fue más allá a la hora de mostrar su estatus: barandas de hierro forjado con formas caprichosas en los balcones, repisas curvilíneas, vanos y esquinas redondeadas. La casa Cornide es un francés solitario en la Ciudad Vieja; una particularidad a la que debe, sin embargo, otro de sus valores patrimoniales: su privilegiada localización dentro del contexto urbano y su encaje en el entorno, así como su proximidad a otros edificios representativos, como la Colegiata, con quien comparte protagonismo; las Casas Consistoriales, el palacio de la Audiencia, la plaza de las Bárbaras o la iglesia de Santo Domingo. El elemento más valioso de la mansión, aunque evidente, es invisible a los ojos: allí residió el ilustre polígrafo José Cornide Folgueira y Saavedra, figura fundamental de la Ilustración. Los dictámenes de Patrimonio, plasmados anteayer en el DOG, coinciden de pleno con los valores recogidos en sus respectivos informes artísticos e históricos el catedrático Alfredo Vigo Trasancos y el historiador Emilio Grandío, en cuyas conclusiones se apoyó la petición BIC elevada el pasado noviembre por el Concello de A Coruña.

Nuevas obligaciones para los Franco. La declaración de Bien de Interés Cultural no modifica la titularidad del edificio, que sigue perteneciendo, legalmente, a la familia Franco. Lo que sí cambiarán serán sus obligaciones con respecto al edificio: además de garantizar su buen estado de conservación, informar inmediatamente de cualquier tipo de daño o deterioro en la estructura, pedir permiso para hacer obras e intervenciones e informar a la Xunta de cualquier oferta de compra o intención de traspaso, la familia Franco tendrá que abrir la casa Cornide a visita pública. Las puertas de Cornide, vedada durante décadas a ojos de curiosos, deberán abrir, al menos, cuatro días al mes durante un mínimo de cuatro horas al día; una medida a la que, si se tienen en cuenta los antecedentes de otras propiedades familiares que experimentaron procesos similares, se mostrarán reacios. La familia tendrá que permitir, asimismo, la entrada de expertos y técnicos de la Administración para valorar, en sus interiores, otros elementos susceptibles de ser protegidos. Aunque el expediente puede tardar hasta dos años en resolverse, la protección provisional de la que goza el inmueble desde la incoación del procedimiento implica que estas obligaciones sean de aplicación inmediata para los Franco, que podrán recurrir, no obstante, esta declaración en los tribunales, una intención sobre la que todavía no se han pronunciado.

Una obtención sospechosa. Tras la publicación en el boletín del inicio del procedimiento para proteger la mansión, la consigna entre las asociaciones en favor de la memoria histórica y los partidos políticos fue común: aunque celebraron la declaración, la mayoría la calificó como un primer paso previo a la recuperación, para el erario público, de la casa Cornide en los tribunales. La alcaldesa, Inés Rey, manifestó su intención en múltiples ocasiones de reclamar la propiedad del inmueble por la vía judicial, un proceso en el que, insistió, los servicios jurídicos municipales ya trabajan. Sobre Cornide pesa la sospecha de una posible obtención fraudulenta por parte de Carmen Polo, propietaria del inmueble desde 1964. Los historiadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo documentaron en su volumen Meirás, un pazo, un caudillo, un espolio la estrategia seguida por la mujer del dictador en connivencia con el banquero y prohombre del Régimen Pedro Barrié de la Maza para hacerse con el palacete: la casa pertenecía, entonces, al Concello de A Coruña, que la somete, un buen día, a pública subasta; una puja que ganará Barrié de la Maza al ser uno de los dos únicos aspirantes, siendo el otro el subjefe del Movimiento en A Coruña, José Luis Amor Fernández. Barrié regalará entones la casa Carmen Polo, que ya había manifestado su intención de hacerse con una vivienda en la zona. Documentos de la época acreditan, además, que el Concello financió reformas en la mansión cuando ya pertenecía a la familia Franco.

Vías para recuperar Cornide “Vemos posibilidades de reclamar Cornide tanto para el Concello como para el Estado”, juzgaba hace unos meses el jurista Carlos Aymerich, coautor de un informe jurídico encargado por el Concello en el que se exploran las vías para reclamar la titularidad de la mansión en los tribunales. El informe detalla los caminos que ambas administraciones pueden emprender, juntas o separadas, para recuperar la propiedad de Cornide. “La propia permuta es nula por el incumplimiento de la ley de 1931 de la disposición de bienes con una antigüedad estimada de más de 100 años, que requiere un informe previo de la Dirección General de Bellas Artes”, explicó en su momento Aymerich. No es el único vicio que los juristas hallaron en el proceso: tanto el Estado como el Concello disponen de argumentos para emprender acciones legales por las vías civil y administrativa. Esta última es la que plantea más posibilidades a ambas administraciones. La vía civil fue la seguida en su momento para la reclamación del pazo de Meirás, al no existir, en su obtención, un procedimiento administrativo, que sí se dio en el caso de Cornide.

Un precedente: Meirás. Los pasos seguidos para la protección y recuperación de la mansión Cornide siguen un camino casi idéntico al emprendido con la otra propiedad de los Franco sobre que la que pesaba la sombra del expolio patrimonial, confirmada, a falta de recurso, por los tribunales el pasado año. Igual que ocurre ahora con Cornide, el pazo de Meirás fue declarado Bien de Interés Cultural en 2008 tras varias décadas de reivindicaciones por parte de partidos y asociaciones. Con todo, hubo que esperar más de tres años para que las primeras visitas traspasasen sus puertas, debido a los múltiples recursos que la familia impuso para impedir que la declaración prosperase. Para la recuperación (provisional, pues el cruce de recursos entre administraciones implicadas y familia todavía no ha llegado a término) de la propiedad hubo que esperar, a mayores, casi diez años más. Una sentencia demoledora en tono y conclusiones avaló en 2020 la mala fe del dictador y su familia en la obtención del inmueble en 1938. Está por ver, en este caso, la disposición de los Franco con respecto a Cornide, y si el proceso se dilatará en el tiempo o discurrirá de forma más amable que con su vecina sadense.