En Tenerife hay 1.784 personas en condición de exclusión residencial, de las cuales, 78 son menores de edad. Esta es la cruda realidad que presenta un informe elaborado por Cáritas que engloba un periodo de tiempo que abarca la segunda mitad de 2020.

La exclusión social crónica o las migraciones son circunstancias que agravan la posibilidad sufrir esta situación, sin embargo, todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna. Además, en la Convención sobre los Derechos de la Infancia se establece que “todo niño tiene derecho a beneficiarse de un nivel de vida adecuado para su desarrollo y es responsabilidad primordial de padres y madres proporcionárselo. Es obligación del Estado adoptar medidas apropiadas para que dicha responsabilidad pueda ser asumida y que lo sea de hecho, si es necesario, mediante el pago de la pensión alimenticia”.

Encontrarse en una situación de vulnerabilidad puede ocasionar rechazo a la misma o cuadros depresivos que impiden ver más allá de la desgracia y, muchas veces, dificultan la decisión de pedir ayuda. El centro Atacaite es una casa de acogida para familias monomarentales sin recursos, en situación de exclusión social o en riesgo de padecerla. Quizá puede generar la impresión de que está reservado a personas que duermen en la calle, pero, como explica Jessica Pérez, coordinadora del Programa de Inclusión Social de Cáritas, esta situación se da muy poco cuando tienen menores a su cargo, por la protección de la infancia y la acción de los servicios sociales. Sin embargo, sí existen muchos casos de madres con hijos que viven en viviendas que no reúnen unas condiciones mínimas de seguridad que pueden ser casas ocupadas, apuntaladas, convivencias con casos de violencia doméstica, estructuras autoconstruidas, desahucios, etc. Atacaite abrió sus puertas en 1995 y desde entonces, ha cobijado a muchas familias, su ocupación, según Pérez, casi siempre está completa y, normalmente, hay lista de espera. A pesar de la demanda, la coordinadora afirma que no se puede abrir otro centro porque eso sería “parchear el problema y no ponerle solución”. Según Pérez la competencia es de la Administración y desde ahí deberían ponerle fin a un mal que afecta a tantos canarios, “la cuestión no es que en el centro haya pocas plazas, sino que el sistema no está preparado para asistir a las familias con pocos recursos”. A la cifra de demandas se suman aquellas mujeres que se niegan a recurrir al centro y aquellas que desconocen su existencia.

"El sistema no está preparado para asistir a las familias sin recursos"

Jessica Pérez - Coordinadora del Programa de Inclusión Social de Cáritas

Cristina Cordero es una de las mujeres que se beneficia de este recurso, aunque si no fuera porque Cáritas “llamó a su puerta”, nunca se habría enterado de que existía, ya que desde los Servicios Sociales nunca la informaron. Llegó a Atacaite en agosto y gracias a eso, pudo reencontrarse con su hijo, que vivía con su padre desde hacía seis meses, cuando el casero la echó de la casa que tenía alquilada. Para ella supuso una salvación y una oportunidad de cambiar de rumbo, por lo que le apena el hecho de que en Canarias esté mal visto hacer uso de estos recursos, “esto debería cambiar, la gente piensa que es lo peor que te puede pasar y realmente es una bendición”. Y es que en Atacaite, además, de dar alojamiento y comida a las familias, le dan a las madres atención personalizada, gracias al trabajo de las dos educadoras y la trabajadora social que dotan a la unidad familiar de las herramientas necesarias para las mujeres que puedan ser autónomas en lo relacionado con el cuidado de sus hijos. Además, pueden hacer uso de otros recursos de Cáritas como atención psicológica, asistencia jurídica, orientación sobre el empleo y cursos formativos que les permitan contar con los recursos necesarios para poder emprender una nueva vida. Cordero acaba de sacarse el certificado de operaria de limpieza y desinfección en la especialidad sanitaria, una formación que le permitirá dejar su oficio de camarera, en el que tantos años trabajó en condiciones precarias. “Si no llego a estar aquí jamás hubiera podido ponerme a estudiar, tener la tranquilidad de que tu hijo siempre va a tener cama y comida te permite pensar en ti y te da tiempo para pensar y coger fuerzas”.

"La gente piensa que es lo peor que te puede pasar y realmente es una bendición"

Cristina Cordero - Madre que vive en Atacaite

La función de Atacaite es esa, dar un acogimiento temporal hasta que estas madres puedan seguir su camino, aunque esa temporalidad es muy variable. “Depende de la persona y el caso, aunque ellas se pueden ir cuando quieran, algunas tardan más que otras en mejorar su situación porque cada una tiene unas dificultades diferentes”, comenta Pérez. Mientras viven ahí, en la casa se respira buen ambiente, sobre todo gracias a los niños que, cuando se juntan en las zonas comunes, no pueden evitar jugar juntos. “Algunas madres forman piñas y otras tienen roces, como en toda convivencia, pero los niños son los que nos dan una lección de vida porque ellos siempre se llevan bien “, asegura la coordinadora.

Es precisamente por la seguridad de los menores por lo que se realizan controles en el acceso al centro. “La mayoría de las mujeres llegan derivadas de los Servicios Sociales u otros recursos y tienen que hacer una entrevista de evaluación para poder ingresar”. Este requisito evita posibles riesgos a las familias que ya habitan ahí. Por ejemplo, una mujer toxicómana o con alguna enfermedad mental sin tratar, no podrá ser acogida si no puede demostrar su estabilidad. Tampoco se permite la entrada de hombres en las mismas circunstancias porque “generalmente las mujeres en una situación de exclusión social extremas suelen tener carencias afectivas, dependencias emocionales o casos de violencia de género y estar en situación de vulnerabilidad las puede llevar a la necesidad de contacto con otras personas que las empuje a repetir patrones”, explica Pérez, además “el ideal de amor romántico suele estar muy distorsionado”. De hecho, otros recursos alojativos de Cáritas, inicialmente fueron mixtos, pero con el tiempo decidieron separarse para mejorar la efectividad. La organización sin ánimo de lucro también cuenta con los proyectos de vivienda Café y Calor, Guajara, Ciprés, Lázaro, Base 25 y San Antonio de Padua.

Atacaite es una palabra guanche que significa “corazón valiente”, un significado que describe la función que realizan sus trabajadoras y refleja a la gente que acoge. El centro, como dice su nombre, se convierte en el ‘corazón’ de personas valientes.