Licenciado en Bellas Artes, Julio Pestano es partícipe de más de una cuarta parte de la historia de El Día. Una repentina dolencia se cebó con la persona que uno querría tener al lado en una mala guerra y en una buena fiesta.

Cinco y media de la tarde de ayer. El director del periódico El Día-La Opinión de Tenerife, Joaquín Catalán, cuelga en el grupo de whatsapp, una de esas noticias que ningún periodista quiere contar: “Compañeros, nuestro querido Julio Pestano se acaba de ir. Te queremos, Julio. Pon más bonito el cielo aún”.

Julio Pestano, compañero del periódico El Día-La Opinión de Tenerife. | | EL DÍA

La redacción andaba ya sobrecogida desde que una fatal afección puso en jaque la vida de Julio el pasado domingo y ha vivido esta semana con el corazón encogido siguiendo una evolución que se resistía a los deseos de su familia y compañeros, máxime cuando el sábado estuvo dándolo todo, como en cada jornada laboral, y al día siguiente amenazaba con fundirse el negro su sombra, como diría ayer José Domingo Méndez, de los pocos que logró articular palabra.

Nacido hace 55 años, Pestano era un currante, que hizo más vida en la avenida Buenos Aires, sede de El Día, que en su barrio de La Salud natal; un entusiasta de las artes gráficas, un enamorado de su trabajo al que dedicó más de la mitad de su vida, donde convirtió su hobby en trabajo. Licenciado en Bellas Artes, tuvo su primer contacto con el mundo del periodismo, como diseñador gráfico, en La Gaceta de Canarias y, tras su fugaz paso por aquella cabecera y con el aval del profesor Jaime Vera, se incorporó en agosto de 1992 a la Redacción de Jornada Deportiva, primero, y luego pasó a compartir su magisterio en la plantilla de El Día, tras la fusión con el diario deportivo.

Julio era –cuesta hablar en pasado– lo que un guante a la mano, y no solo por la habilidad con la que plasmaba con un lápiz los miles de personajes que desfilaron por su originalidad, sino por su versatilidad y capacidad para supervisar la recta final. Era sinónimo del turno de noche, convivía sorteando cambios de publicidad, velando por el arte final de las páginas y hasta ilustrando muchos artículos que, publicados en blanco y negro, los llevaba al multicolor, cautivando la atención del lector. Testigo de las primeras cuatricromías que se incorporaban en cada edición, cuando las fotografías se remitían a Fotomecánica Contacto para luego montarse los negativos en las películas, en la época que el periódico ‘se hacía a mano’, para dar forma al diseño que Julio, junto a otros compañeros, había ideado para captar la mirada del lector a su paso por el kiosco.

Presumía de ser heredero de Julio Pestano Chico, su padre, quien también hizo escuela en las artes gráficas durante el tiempo que desarrolló su actividad en Litografía Romero. Contaba con esa sonrisa pícara y la ilusión de un niño chico el día que un reconocido creador de un cartel del Carnaval le entregó a su progenitor el boceto de un collage, a un tamaño inferior al de una cuartilla, y que tuvo que recrearlo para poder presentarlo el público a formato convencional.

Julio fue testigo de la transformación del periódico, desde el desembarco de los primeros ordenadores especializados en el diseño gráfico que le habilitó para dar rienda suelta a su capacidad. Fue testigo de los avances tecnológicos que se implantaron en El Día poco después de diciembre de 1990. Llegó en agosto de 1992, con Juan Sánchez Quintana y Ventura González al frente de la Redacción de Jornada Deportiva. Cuando se produjo el gran cambio en diseño y formato de este rotativo. La incorporación de Pestano coincide con la época de oro del CD Tenerife, cuando le impidió al mismísimo Real Madrid ganar la Liga en dos ocasiones, o cuando el representativo blanquiazul llegó a jugar la UEFA. “Julio era la luz de la Primera página, que encarrilaba el diseño de la portada con los criterios marcados por la dirección”, reconoce Ventura González, entonces redactor jefe de Jornada Deportiva, quien recuerda el día que lo visitó en su estudio de trabajo, en Taco, y quedó fascinado por su originalidad, su mundo del diseño, su concepto del arte... Sirva un detalle que define su meticulosidad: el mecano con el que se fabricó su soporte de sobremesa para el móvil. “Un artista poco convencional, como a sus personajes de ficción que desbordaba su creatividad”. O como cuando trajo una pequeña pecera a la Redacción, acercando una de sus pasiones; o el desarrollo del arte del reciclaje, o sus paseos por el rastro la víspera de Reyes y tantos detalles que compartió con los suyos sin ánimo de buscar el alarde tipográfico en las miles de cajas que diseñó.

Como lo define Raúl Sánchez Quiles, compañero de la Redacción que hace escuela en el Norte de Tenerife, Julio Pestano es “la persona que uno querría tener al lado en una mala guerra y en una buena fiesta”. Su llegada a la Redacción anunciaba el inicio de la recta final de la producción, preocupado, junto a otros compañeros, por velar por la calidad del producto final, antes, en un periódico más artesanal, y ahora, con un diseño más digital, adaptándose siempre con gran destreza a los nuevos tiempos y técnicas.

En el difícil equilibrio que supone trabajar en un periódico y conciliar la vida familiar, ahí estuvo Julio presente; con la alegría que sembró en su vida su hija Alba y su evolución en sus estudios hasta desembarcar en el mundo laboral, y el entusiasmo y hasta afinidad en la formación profesional de su hijo Iván, compartiendo la ilusión por el diseño 3D. Mundo digital en el que también se adentró el propio Julio, con una capacidad de trabajo admirable, empatando semanas sin descanso, a veces desde la mañana a la noche, sin perder la búsqueda de la perfección que se trazaba. Incluso cuando una avería en la rotativa obligó, más de una vez, a rehacer el paginario de madrugada. Pestano es una de esas personas que conforman la trayectoria de El Día; más de una cuarta parte de su historia, que se resume fácil en una línea pero que engloba miles de horas de entrega. Como recuerda Fernando Martín, uno de sus compañeros de sección: “30 años. Más tiempo del que mucho compartimos con nuestra propia familia”. Pestano contribuyó a hacer grande El Día.

Enemigo del protagonismo y, sin embargo, siempre era el primero que estaba para echar una mano, desde la generosidad y sin grandilocuencia, con complicidad con los compañeros, a sabiendas del peso y la repercusión que al día siguiente supone el diálogo con el lector a través del papel, precisa María José Pérez, compañera de la sección de Diseño de El Día. En lo personal, un ejemplo en la entrega y la disposición; en lo profesional, selecto y exigente, con carácter, buscando la perfección y sin embargo siempre presto para ayudar al compañero, precisamente en un mundo que se pelea a diario por dar la mejor información.

Se fue uno de los nuestros.