Tenerife bajó a nivel 2 el martes, lo que supone un alivio de las restricciones y un soplo de aire fresco para la hostelería que podrá atender en los interiores con un aforo del 50%, lo que resultaba imposible desde que se implantó el nivel 3 hace ya un mes y medio. Los exteriores, además, podrán ampliar el aforo hasta el 75% y servir en mesas de hasta seis personas. Una buena noticia para el sector de la restauración, que algunos hosteleros celebran más que otros. Sin embargo, esta entrada al nivel 2 también trae consigo nuevas medidas, como la obligación de llevar un registro de los clientes que accedan al interior de los locales, que los propietarios deberán guardar durante el plazo de un mes, y que requerirá al cliente identificarse con nombre y apellidos, DNI y número de teléfono de contacto. Esta norma, destinada a controlar posibles focos de contagio, ha generado controversia entre los hosteleros y puede entrar en conflicto con la ley de Protección de Datos.

Imagen de una reunión de amigos en Don Pelayo.|

Vicente Galán Gutiérrez, socio propietario del restaurante santacrucero Don Pelayo, aunque reconoce que pueda ser una medida “incómoda” para el cliente, le parece adecuada para frenar el avance del virus y si ayuda a acabar con la crisis sanitaria “bienvenida sea”, además, confía en que sus clientes, la mayoría habituales, no se negarán a facilitar sus datos. “A la gente le gusta comer en el interior, por el ambiente y la buena ventilación que tiene”. A pesar de esta preferencia, Don Pelayo ha evitado cerrar gracias a la terraza temporal que han podido instalar, por lo que Galán agradece al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife por su rápida respuesta y gestión de la misma. “Si no fuera por la terraza hubieramos tenido que cerrar, gracias a ella hemos podido evitar hacer ERTE, hemos mantenido a todo el personal”.

Pedro Suárez, propietario de El Rincón de Pedro, acoge la noticia con resignación y adaptación, “hay que adaptarse, como a todo, el que quiera dar sus datos podrá comer en el interior y, el que no, lo hará en la terraza, es lo que hay que hacer ahora”, comenta. El Rincón de Pedro, también ha conseguido mantenerse a flote gracias a la acogedora terraza que precede al local, en la que ofrece dos turnos de comidas, pero ha tenido que suspender las cenas. Pedro Suárez ha podido mantener a sus empleados y, aunque como todos, ha sufrido pérdidas, no se compara con “compañeros que han tenido que cerrar del todo durante este tiempo que sí lo han pasado peor”.

Es el caso de Alberto González, chef y gerente del restaurante San Sebastián 57, que pudo abrir, apresurandamente, después de más de un mes . “Pasamos la noche sin dormir, organizándolo todo, podían habernos avisado antes”, recrimina. A la crítica se suma Suárez, que no entiende por qué no se bajó a nivel 2 el domingo, lo que hubiera permitido atender más mesas por el Día de la Madre, y sí lo hicieron el martes cuando “es imposible que los casos hayan bajado tanto en dos días”.

Pedro Suárez, dueño de El Rincón de Pedro

La toma de decisiones apresuradas e imprevisibles, mantiene a estos hosteleros en una incertidumbre constante que les impide llevar a cabo medidas para sacar adelante su negocio y reflotar la economía, como la contratación de empleados. La compra de mercancías es otro de los asuntos a los que afecta la falta de conocimientos sobre el futuro próximo. “Yo compro ahora y me llega en quince días, ¿qué compro si, igual, en esos quince días tienes que volver a cerrar?” se pregunta González, que la última vez se vio obligado a tirar comida y, este martes de reapertura, a “arreglárselas para poder abrir y servir al cliente”.

Un respiro para el sector de la restauración

Lo mismo ocurre con el aumento del personal, “trabajamos con una plantilla base, y podríamos necesitar a más gente, pero no puedes contratar a nadie para echarlo o mandarlo al ERTE en el próximo cambio de fase”, recrimina González, que describe esta situación como una infinita pérdida “económica, pero también de salud”. “Evidentemente, la crisis sanitaria es lo más importante, pero también hay que tener en cuenta la económica, porque no sé si me moriré de covid, pero si esto sigue así, seguro que me moriré de hambre”, sentencia.

Un respiro para el sector de la restauración

Nacho Solana, propietario del restaurante La Solana, un “clásico de los restaurantes modernos” como el propio dueño lo define y donde quiere situarse, aunque no ha tenido que cerrar el negocio gracias a la terraza exterior que tiene, no ha parado de sufrir pérdidas y se ha visto obligado a traspasar otro restaurante de su propiedad. “Las pérdidas ascienden a los 100.000 euros, y vas pidiendo préstamos y ayudas porque tienes que pagar a los empleados, pero, lo más probable, es que no me deshaga de esta deuda en la vida.” Solana reconoce que a veces pierde las ganas porque trabaja “para pagar al Estado y al personal”, pero siempre sigue adelante por la vocación que siente por la cocina.

Un respiro para el sector de la restauración

Solana califica la nueva medida de las listas de clientes de locura, impuesta “sin base alguna, ni ayuda o soporte por parte de la Administración”. Además, alude a su inviabilidad legal y material. “Tienes que darle un papel para que rellene y otro informándole de la Ley de Protección de Datos y todo eso guardarlo durante un mes, a niveles de espacio aquí es muy difícil, no me imagino en un bar que en el que te tomas una cerveza y te vas”. Además, ha tenido que contratar una asesoría para que gestione la parte legal del asunto. “Esto es otra carga más, no hacen sino ponernos piedras en el camino”, lamenta Solana. “No tiene ninguna base legal, la Ley de Protección de Datos no nos ampara, habría que modificarla y adaptar los protocolos de cada empresa”, corrobora González. Además de los inconvenientes legales que pueda ocasionar, también puede acarrear otros como la incomodidad del cliente. Solana cuenta que, el martes, primer día de aplicación de la norma, hubo un incidente con un chico que, “bromeando”, pedía el número de teléfono de una chica que acababa de identificarse.

La próxima semana acabará el estado de alarma, pero estos empresarios no se muestran muy optimistas con respecto a este futuro inmediato. “Seguiré trabajando como hasta ahora, sin abrir por la noche, hasta que no esté seguro de que habrá toque de queda, porque lo que no se puede hacer es estar quita y pon, quita y pon”, reconoce Suárez. “Dicen que van a hacer y que habrán nuevas medidas, pero se acerca el día y nadie sabe nada”, manifiesta Galán. “Seguro que se inventan otra cosa”, augura González. Para Solana e significa trabajar más, “porque con la incertidumbre, sin datos y con deudas, hay que seguir manteniendo una plantilla reducida”.

Lo único que les hace conservar la esperanza es el fin de la crisis sanitaria y la llegada de turistas a las Islas. “Aunque no me beneficie directamente, afecta a sectores que pueden dejar dinero aquí”, espera Solana. “A ver si de esta forma salimos adelante, porque ayudas no llegan”, incide Suárez. Los hosteleros cogen aire con este anuncio, Tenerife empieza a respirar después de un mes y medio de asfixia, Santa Cruz se queda un lugar bonito para un almuerzo en familia en Don Pelayo, La Solana, El Rincón de Pedro, San Sebatián 57 o cualquiera de los tantos maravillosos restaurantes con los que cuenta la capital.