Reemplazar la carne roja por alternativas como los insectos o la carne producida en un laboratorio no cuenta aún con demasiados adeptos entre los consumidores europeos, según se desprende de una encuesta publicada este miércoles por la asociación de consumidores BEUC. En su lugar, prefieren reemplazar las proteínas cárnicas por un plato de legumbres, indica el estudio.

Sólo el 10,3% de los europeos está dispuesto a comer insectos y el 13,4% optaría por un filete de laboratorio, según la encuesta, llevada a cabo entre octubre y noviembre de 2019 entre 12 asociaciones de 11 Estados miembros para conocer las actitudes de los ciudadanos hacia los alimentos sostenibles.

Las alternativas vegetales a la carne tienen una aceptación algo mayor, con un tercio de los consumidores favorable a reemplazar la carne con alimentos fabricados a base de plantas, siempre que no procedan de organismos genéticamente modificados y un 13,6% que lo haría incluso si contienen transgénicos.

Frente a las opciones más innovadoras, un 60,3% estaría dispuesto a sustituir la carne por otros alimentos, como los guisos de verduras o los platos a base de legumbres. Dado que además ni los insectos, ni la carne cultivada en laboratorio o algas son fáciles de encontrar en los supermercados europeos, la asociación cree que se debe fomentar la producción y el consumo de verduras y legumbres.

Otra conclusión es que, aunque hay cierta conciencia, los consumidores tienden a subestimar el impacto ambiental de sus hábitos alimenticios. Más de la mitad de los encuestados dice que la preocupación por la sostenibilidad tiene alguna influencia (42,6%) o mucha de influencia (16,6%) en lo que come.

Consideran que los obstáculos para optar por alimentos más sostenibles son el precio, la falta de información y el desafío de identificar opciones alimentarias sostenibles, así como su limitada disponibilidad. Sin embargo, dos tercios de los consumidores están abiertos a cambiar sus hábitos alimentarios por motivos medioambientales, muchos están dispuestos a desperdiciar menos comida en casa, a comprar más frutas y verduras de temporada y a comer más alimentos de origen vegetal.

Son, no obstante, menos proclives a disminuir su consumo de lácteos o gastar más dinero en alimentos producidos de manera sostenible.