Seguramente habrán leído ya sobre los apasionantes objetos interestelares Oumuamua y Borisov. Estos son los dos primeros objetos detectados cruzando el Sistema Solar que provienen del espacio interestelar. Además, el primero de ellos que se detectó, Oumuamua, despertó mucho interés en los medios por la atrevida hipótesis planteada por el astrofísico de Harvard Avi Loeb. Según este investigador, no se puede descartar que Oumuamua sea un objeto tecnológico de una civilización extraterrestre y, por lo tanto, es justo que se considere esta hipótesis como válida y no se menosprecie.

Pero vayamos por partes. Tanto Oumuamua como Borisov se encuadran en la categoría de “objetos interestelares”. Estos se definen como aquellos cuerpos (asteroides, cometas, hasta planetas) que no están ligados gravitacionalmente a ninguna estrella sino que se mueven libremente por el espacio interestelar. Para poder saber si un objeto está ligado o no a una estrella, en este caso al Sol, debemos medir su trayectoria y velocidad. Así podemos hacer una predicción de su movimiento y si este está asociado a una órbita o si es compatible con un movimiento libre, sin ataduras a ninguna estrella.

Y esto es lo que se observó tanto en Oumuamua como en Borisov. ¿Y por qué ahora, de repente, conocemos dos de estos objetos si nunca antes los habíamos visto? ¿Está el Sol entrando en algún lugar de la Vía Láctea con muchos de estos objetos? La verdadera razón es que antes no los buscábamos tan sistemáticamente como ahora (junto con una pizca de suerte). El primer objeto interestelar fue detectado con el proyecto de la NASA llamado PanStarrs, que está haciendo el mayor censo de bólidos (asteroides y cometas) del entorno terrestre. La verdad es que estos objetos son muy muy poco brillantes. Además viajan a una velocidad enorme, por lo que su detección es muy difícil.

Antes de pasar a hablar sobre Oumuamua y sus peculiaridades, decir que Borisov fue descubierto por un astrónomo amateur (de apellido Borisov). Este objeto es muy parecido a un cometa y sus propiedades físicas (forma, velocidad y brillo) no muestran ninguna anomalía.

Sin embargo, Oumuamua presenta rasgos bastante curiosos. En un momento de su recorrido por el Sistema Solar, realizó un viraje debido a una “fuerza no gravitacional”. Este fenómeno es muy común. Por ejemplo, es lo que se detecta en los cometas debido al empuje ejercido por la cola: cuando el hielo se sublima, ejerce una presión que hace que el cometa sufra un cambio de sentido. El problema con Oumuamua es que no se detectó ninguna “cola de cometa”: no se vio ningún gas salir de él. Otro rasgo singular es su forma. Esta se parecería con la de un cigarro o con la de una galleta. Para terminar y añadir más interrogantes, también hay evidencias de que nueve meses después de su paso por el Sol sufrió una nueva aceleración de origen desconocido.

Entonces, ¿cómo se explican estas anomalías? Hasta el día de hoy no hay una teoría convincente que explique las propiedades de Oumuamua. Desafortunadamente fue descubierto un poco tarde en su periplo por el Sistema Solar y no se pudo hacer un análisis muy exhaustivo. Ahí llegamos a la propuesta del astrofísico Avi Loeb. Como dijimos, según él, una explicación plausible es que sea una pieza tecnológica de una civilización extraterrestre. Loeb no entiende cómo la simple propuesta de esta idea puede ser considerada casi una herejía entre sus pares. Según sus palabras, se siente frustrado porque los astrónomos y astrofísicos no se sientan más emocionados por esta posibilidad.

Aunque pueda ser difícil de creer o de demostrar, Loeb defiende que esta hipótesis es tan legítima científicamente como cualquier otra y por tanto no deberíamos menospreciarla dogmáticamente. Sus detractores, sin embargo, se justifican diciendo que recurrir a un origen tecnológico extraterrestre para explicar algo inexplicable es una excusa cómoda para no realizar un análisis en profundidad de su causa; porque no se haya encontrado una solución natural al problema, no significa que no la haya. Pues eso, el debate está abierto. Igualmente, no olvidemos algo en lo que toda la comunidad astronómica está de acuerdo: la importancia de maravillarnos con la inmensidad y preciosidad del Universo. Que estemos dando vueltas a una estrella en un planeta como la Tierra y podamos observar rocas provenientes del medio interestelar atravesando el Sistema solar es algo para quedarse patidifuso, sea cual sea el origen de estas rocas interestelares.

En grande, imagen artística de cómo sería Oumumua. Su nombre significa “el primerísimo explorador” en el idioma hawaiano, haciendo referencia al primer explorador proveniente del medio interestelar. En la imagen inferior, una fotografía real del objeto Borisov tomada con el Telescopio Espacial Hubble. ESO y NASA

Aurelio Carnero Rosell nació en Santa Cruz de Tenerife. Su formación académica incluye la Licenciatura en Física por la Universidad de La Laguna y el Doctorado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid. Tras seis años en el Observatorio Nacional de Río de Janeiro (Brasil) y otros dos años en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) en Madrid, actualmente es investigador postdoctoral en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Allí continúa su investigación sobre Cosmología y Física Extragaláctica.

*Sección coordinada por Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez, natural de Santa Cruz de Tenerife. Licenciada y Doctora en Física por la Universidad de La Laguna, con un proyecto de investigación sobre galaxias desarrollado en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha sido investigadora postdoctoral en la Universidad de St Andrews (Escocia), la Universidad de Granada, la Universidad Nacional Autónoma de México y el IAC. Actualmente trabaja en la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro de la Comisión Mujer y Astronomía de la Sociedad Española de Astronomía y del equipo editorial de su boletín bianual.