El Servicio de Idiomas de la Universidad de La Laguna lleva más de 25 años prestando sus servicios al conjunto de la sociedad canaria a través de los numerosos cursos de idiomas que ofrece. Todo ello es coordinado por Reinhard Dlugay, Jefe de Estudios de este área y principal encargado de su correcto funcionamiento. Con 10 lenguas oficiales y unos 2.000 alumnos inscritos, el servicio ha podido adaptarse a las nuevas circunstancias excepcionales y transformar la docencia a la modalidad telemática, además de asegurar el acceso a los cursos a través de la concesión de becas para el estudio de lenguas extranjeras.

Reinhard Dlugay tiene 60 años y lleva 31 de ellos dedicado al Servicio de Idiomas de la Universidad de La Laguna (ULL), cuando aún se llamaba Instituto Universitario de Idiomas. “Soy uno de los dinosaurios en la enseñanza universitaria”, bromea. De nacionalidad alemana y licenciado en Filología Moderna con español, alemán e inglés, Dlugay ostenta el cargo de jefe de estudios desde el 2014, donde ejecuta la coordinación académica y de profesorado, los diferentes programas de las clases, sus horarios y un largo etcétera.

Actualmente la oferta del Servicio de Idiomas abarca el inglés, alemán, español, catalán, lengua de signos española, francés, italiano, portugués, ruso y árabe. Con una plantilla de quince docentes, algunos de ellos nativos y otros especializados en la lengua extranjera, y aproximadamente dos mil alumnos matriculados, los cursos se desarrollan a través de una metodología que el propio organismo define como un espacio de comunicación. “Utilizamos el idioma mismo como vehículo de enseñanza, si se introduce un nuevo tema de gramática se aplica a contextos reales de conversación. Por ejemplo, hacemos juegos de rol que hacen que la clase sea más dinámica”, explica el Jefe de Estudios.

Un distintivo de la Fundación es su carácter abierto a pesar de formar parte de la Universidad. “Nosotros somos un punto de encuentro, tanto de alumnado y profesorado como con la sociedad canaria. Nuestros cursos no son solo para gente relacionada con la ULL, sino para todo aquel que quiera aprender”. La confluencia de personas de entornos completamente diversos hace que las experiencias en el aula sean más enriquecedoras, “a pesar de las circunstancias intentamos que en las clases los estudiantes se sientan integrados en el grupo y aprendan juntos el idioma”, que se ve facilitado por “un profesorado excelente, estoy orgulloso de los compañeros”, relata el docente.

“Miedo a equivocarse”

Al ser preguntado por lo esencial a la hora de querer aprender un nuevo idioma, Reinhard lo tiene claro. “La motivación, sin duda. No tanto la obligación, que ayuda cuando uno tiene que cumplir un objetivo específico que le sea de utilidad en su vida laboral, sino tener ganas para poder ser constante”. El profesor lo compara con el deporte, “no basta con mirar, hay que practicarlo, y si uno lo desatiende aparecen los michelines y cuesta más retomarlo”, comenta entre risas. No todo son juegos y diálogos en el aula, “cuesta, hay que trabajar y estudiar, pero tiene una recompensa enorme”, añade.

A pesar de que la pandemia obligó al Servicio a reestructurarse por completo y ofrecer modalidades telemáticas para todos sus cursos, lograron atender las demandas de los alumnos matriculados. “Estoy realmente orgulloso de lo que hemos logrado a pesar de lo difícil que resultó, ningún alumno perdió una sola hora de sus clases”, aclara Dlugay. “Lo que más echamos de menos es lo personal, lo social, la cercanía con el grupo, pero estoy seguro de que cuando esto termine las clases online se van a quedar porque muchos lo prefieren, no solo por seguridad, sino por comodidad”.

La demanda de especialización en idiomas se ha visto incrementada en las últimas décadas, “vivimos en un mundo cada vez más globalizado, haciendo que la comunicación internacional haya aumentado muchísimo”, constata el Jefe de Estudios, que no contempla una experiencia vital sin constantes intercambios culturales.

El tiempo medio de aprendizaje de una nueva lengua viene determinado, más allá de las cualidades personales, por la cercanía y similitud con esta. “Depende del idioma, al estar en un país hispanohablante algunos como el italiano o el portugués pueden ser estudiados en un cuatrimestre, mientras que a otros como el alemán se le dedican ocho meses”, comenta.

Asimismo, se lamenta del bajo interés que suscitan otras lenguas más intrincadas, “los cursos de idiomas minoritarios son difíciles de ofrecer porque se necesita un mínimo de alumnos y no suele llenarse el cupo, como los de árabe o griego moderno.

Teniendo en cuenta la desfavorable situación económica que atraviesan numerosas personas y con el objetivo de facilitar el acceso a los idiomas extranjeros, la Universidad pone a disposición de los estudiantes las becas Prolingua, que cubren parcialmente los gastos de matrícula y son financiadas mediante las aportaciones del Cabildo Insular de Tenerife. El profesor estima que “se agradecen muchísimo, muchas personas no se lo podrían costear”

Más allá de esta ayuda, el Servicio de Idiomas tiene bonificaciones permanentes para el alumnado, personal docente e investigador, personal de administración y servicios, demandantes de empleo y estudiantes fidelizados. De igual manera, cualquier empresa adherida a la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (Fundae) o que quiera formar parte de la agrupación, tendrá acceso a cualquier curso bonificado íntegramente por la Seguridad Social. “Todo ayuda hoy en día”, admite Dlugay.

La matrícula del segundo cuatrimestre sigue abierta hasta el 16 de abril y pronto llegarán los cursos intensivos de verano, junto a talleres preparatorios de examen. “La manera más efectiva de aprender es mediante el uso activo”.