El exsoldado tinerfeño Agustín Fariña comenzará la próxima semana una huelga de hambre frente al Ministerio de Defensa, en el Paseo de la Castellana de Madrid, para reclamar “una pensión digna”, después de que, según su versión, sufriera una persecución laboral cuando era profesional del Ejército que acabó en problemas de salud mental y en su salida de la institución.

Cabe recordar que Fariña empezó el 3 de febrero del año pasado una huelga indefinida en la plaza de Las Cortes, frente al Congreso. Allí estuvo 43 días seguidos. “Allí lo pasé bastante mal, fue muy duro; lluvia, calor, vientos con mucho frío, dormir en la calle, entre otras cosas”, explica. “Hasta que, por desgracia, me infecté de coronavirus y fui trasladado en ambulancia a Vicálvaro, donde me aislaron y me incomunicaron, hasta que me pude recuperar”, señala.

La nueva protesta está motivada porque, a su juicio, “el Ministerio de Defensa sigue negándome lo que me pertenece por Ley: una pensión de clases pasivas del Estado”. Lamenta que “a ese Ministerio le parece poco dejar libres y sin condenar a mis maltratadores militares, cuando se presentaron pruebas contundentes de audios, documentos y hasta la declaración como testigo mío de un comandante”.

Fariña envió dos cartas certificadas y urgentes a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y en ambas contestaciones, firmadas por un contraalmirante de la Armada, le dijeron que no le corresponde la citada pensión. Pero el exsoldado insiste en que seguirá luchando “con garras y dientes”.

A juicio del exmilitar, para no darle la citada aportación económica, el Gobierno se basó en la ley de clases pasivas del Estado de 1999, “cuando realmente la que me pertenece es la reestructuración que se hizo de la misma en el 2001”. Opina que “ahí es donde está la trampa; donde me siento engañado y hasta estafado; hay que ser muy miserables para que, después de seis intentos de suicidio, me hagan esto ahora”.

Relata que cuando su abogada, Rut Gutiérrez Toledo, acudió a solicitar la pensión, le respondieron que “no me encuentro incluido en la ley de clases pasivas del Estado del 2001”.

En su etapa de lucha judicial contra la Administración, Fariña reconoce que ha llegado a pasar hambre y que ha tenido que coger alimentos de la basura. “En marzo del 2018 tenía que pagar el acuerdo mensual con mi abogada, una procuradora en Madrid y el alquiler de la habitación”, señala. “Pero no me quedaba dinero desde primeros de mes y, muerto de hambre, ingerí alimentos en mal estado, directamente de un contenedor de basura”, dice. Señala que por eso lo tuvieron que ingresar durante 10 días. “Cuando ocurrió, yo aún era militar, aún estaba en activo; parece mentira que un soldado español tenga que llegar a tales circunstancias”, añade.

Una salud deteriorada

En su enfrentamiento judicial con mandos del Ejército, Fariña dice que la Justicia Militar lo absolvió en dos juicios. En uno, un coronel le pedía dos años de prisión y 1.000 euros en concepto de daños y en otra causa, el fiscal le solicitaba otro año de cárcel. El exsoldado tinerfeño afirma que se siente fuerte, aunque su estado de salud “se ha deteriorado bastante, además de las enfermedades que me han quedado tras padecer estrés postraumático”. Hace casi siete años que empezó su calvario. En unos ejercios físicos tuvo una lesión en una pierna. Tras varias semanas de baja, se incorporó a su trabajo, pero rebajado de algunas tareas físicas, pues andaba con muletas en aquel momento. Esa decisión no gustó nada a uno de sus mandos. Y, desde ese momento, empezó su declive como profesional militar.