El servicio de Alergología del Hospital Universitario de Canarias (HUC) advierte de que a los alérgicos al polen les aguarda en el archipiélago una primavera "leve" pero posiblemente "más intensa" que en años anteriores, debido a una mayor pluviosidad en los últimos meses.

Según las estimaciones de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), la primavera recién estrenada dejará este año en Canarias niveles de polen de carácter leve, inferiores a 300 granos por metro cúbico, si se comparan con los del resto del país.

Ahora bien, las lluvias han sido abundantes y "es esperable que estos niveles sean superiores a los alcanzados en años anteriores", advierte la doctora Paloma Poza, alergóloga del HUC, quien recuerda que los pólenes más frecuentes en Canarias son artemisia, parietaria y gramíneas.

La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen, haciendo que éste genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles.

Razón por la que en zonas urbanas el polen tiene un efecto más lesivo en las vías respiratorias, destacan fuentes del Servicio Canario de la Salud.

El cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas, al constatarse que a veces adelantan el inicio y retrasan el final de su período de floración como consecuencia del aumento global de temperaturas.

Esto hace que se modifique la duración del período de polinización, y, por lo tanto, haya una mayor exposición de la población a los pólenes.

Durante la primera ola de la pandemia de la covid-19, cuando se redujo la movilidad de vehículos y disminuyó la actividad industrial, se constató una reducción en la presencia de los contaminantes en el ambiente, lo que contribuyó a mejorar la calidad del aire y con ello la reducción de exacerbaciones en enfermedades respiratorias.

La doctora Poza prevé que el uso generalizado de mascarillas ayudará a disminuir la exposición respiratoria a pólenes y por tanto los síntomas de rinitis y asma, y como consecuencia se reducirá el consumo de medicación para la alergia, además de experimentar un descenso en la asistencia a servicios de urgencias.

De hecho, antes de la pandemia ya se recomendaba el uso de mascarillas para evitar la exposición al polen, la contaminación o la calima en pacientes asmáticos.

La SEAIC recuerda que el tipo de síntomas y su curso son diferentes entre las alergias, el catarro y la infección por coronavirus.

Los síntomas de la rinitis alérgica son fundamentalmente de picor nasal, muchas veces asociado a picor de ojos, estornudos repetidos, destilación nasal acuosa y congestión nasal de instrucción más o menos brusca.

Estos se suelen recrudecer cuando el paciente esté al aire libre y mejoran notablemente cuando permanezca en sitios cerrados.

Además, los síntomas de la rinitis alérgica suelen remitir con cierta rapidez tras la toma de antihistamínicos tópicos u orales. La presencia de fiebre es nula, salvo que se complique con sinusitis aguda.

En el asma, algunos síntomas aislados pueden ser la tos seca y la dificultad para respirar, algo que podría confundirse con los síntomas iniciales de la infección por coronavirus o de otras infecciones respiratorias, si bien en el asma no se acompaña de fiebre.

En esta misma línea, los síntomas del asma suelen revertir fácilmente con el uso del broncodilatador de rescate (salbutamol o terbutalina).

Los síntomas catarrales pueden iniciarse como los de una rinitis: con congestión nasal, agüilla nasal y, a veces, estornudos.

En general, van aumentando en intensidad en el espacio de uno a tres días y el moco evoluciona a espeso, verdoso-amarillento.

Se va resolviendo progresivamente en el espacio de tres, cuatro días más, por lo cual, en más o menos una semana estaría resuelto si no se complicase con sinusitis.

Si no es un catarro más intenso no suele haber fiebre alta. Puede aparecer febrícula y acompañarse de algo de malestar general.

En cuanto a la infección por coronavirus, la sintomatología en las etapas iniciales puede ser leve (similar al de un catarro leve) y más habitualmente con síntomas similares a los de una gripe: fiebre de moderada a intensa, malestar general y abatimiento, dolores musculares, tos habitualmente seca, y puede asociar flemas y dificultad para respirar.

Los síntomas son progresivos, y desde el inicio de su presentación ya suele asociar la sensación de malestar general, como cuando empieza una gripe.

La doctora Poza hace hincapié en que el hecho de presentar alergias respiratorias (rinitis y/o asma) o alimentarias no entraña un riesgo aumentado de reacciones adversas frente a las vacunas actualmente disponibles para combatir la infección por coronavirus.

Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en todo el país a más de ocho millones de personas, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria.

En Canarias, aunque la principal causa de alergia son los ácaros, se calcula que uno de cada cuatro pacientes con alergia respiratoria tienen hipersensibilidad frente a pólenes.