La pandemia se ha convertido en una inesperada aliada de los más de ocho millones de españoles que sufren alergia al polen. Si el confinamiento obligado –que redujo al mínimo las salidas al aire libre y bajó también los niveles de contaminación– hizo que el año pasado los alergólogos apenas viesen pacientes en sus consultas, esta primavera también esperan una menor incidencia. Al uso de la mascarilla –que desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología (Seaic) creen que reducirá notablemente los síntomas– se suma en el caso de Galicia unas previsiones que hablan de bajas concentraciones de polen para esta primavera. “Los alérgicos a la gramíneas se enfrentarán a una temporada leve en la comunidad gallega”, señalaron esta misma semana en la Seaic. “Esperamos una temporada tranquila porque la mascarilla actuará de barrera y reducirá los síntomas de la rinitis o el asma”, añade la alergóloga del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Alicia Cosgaya.

Las lluvias, la temperatura y la humedad registradas durante el otoño y el invierno influyen en la concentración de polen que habrá en primavera y es lo que utilizan los expertos para predecir cómo será la temporada para los alérgicos. Con los datos recogidos en las 62 estaciones aerobiológicas del Comité de Aerobiología y los ofrecidos por la Agencia Estatal de Meteorología, la Sociedad Española de Alergología hizo esta misma semana sus previsiones para la primavera que acaba de arrancar en relación a las gramíneas, el alérgeno estrella ya que es a lo que reaccionan casi el 90% de los alérgicos al polen. En el caso de Galicia y la cornisa cantábrica “los alérgicos se enfrentarán a una primavera leve-moderada, que oscilará entre los 1.000 granos por metro cúbico de A Coruña y los 4.500 de Oviedo”, indican en la Seaic donde concretan que la concentración de polen será “leve” en el conjunto de Galicia.

Eso no quiere decir que no haya picos de alta concentración de ésta y otras plantas a lo largo de estos meses. En la última semana, según la Sociedade Galega de Alergoloxía, A Coruña y Vigo registran niveles altos (más de 20 granos por metro cúbico) de urticáceas como las ortigas. Vigo es la estación en la que se han recogido más granos de polen en al aire (573), seguida de A Coruña (570), donde además también hay un nivel moderado de polen de pino. “Hay muchas diferencias de unas zonas a otras. En la costa es bastante frecuente la parietaria que ya empieza a verse y que poliniza hasta otoño, es casi perenne. Además también ya hay algo de abedul y de pino aunque no muy relevante”, indica Cosgaya, quien reconoce que Galicia no es una zona con mucha alergia al polen –algo que sí ocurre en el centro de la Península– y que las gramíneas, “aquí no comienzan a verse niveles hasta los meses de mayo y junio”.

"Seguirá habiendo personas con síntomas de alergia pero éstos se reducirán porque la mascarilla actúa como una barrera”

Pero más allá de donde uno viva, los alergólogos tienen claro que este año habrá menos rinitis y crisis asmáticas derivadas de la alergia al polen gracias al uso generalizado de la mascarilla. “Contribuirá a disminuir los síntomas debido al efecto de pantalla sobre la nariz y la boca. Como consecuencia, se experimentará una reducción en el consumo de medicación y una disminución en la asistencia a servicios de urgencias por parte de los polínicos”, señala el presidente del Comité de Aerobiología de la Seaic, Ángel Moral. “No ocurrirá como la gripe o las bronquiolitis que han desaparecido. Seguirá habiendo personas con síntomas de alergia pero éstos se reducirán porque la mascarilla actúa como una barrera”, añade la alergóloga gallega Alicia Cosgaya.

¿Debería entonces la mascarilla ser algo a lo que recurrir los alérgicos cada primavera cuando se acabe la pandemia? Los expertos aseguran que llevan años recomendándolas en zonas con concentraciones puntuales muy elevadas –como Madrid o Barcelona en marzo y abril por el plátano de sombra o Jaen en mayo por el olivo–, pero que hasta ahora no tenían mucho éxito.

“Debido al rechazo que producían hasta el año pasado, por el temor a que el resto de la gente pensara que podría tratarse de una persona infectada, se habían infrautilizado”, señala Moral, quien recuerda que ya el año pasado gracias al confinamiento y a la reducción de la contaminación del aire al bajar la movilidad y la actividad industrial, los alérgicos tuvieron una mejor primavera.

Más allá del uso de la mascarilla, los médicos aconsejan ventilar la casa por la mañana y cerrar por la noche (cuando los niveles de polen son más elevados), viajar en coche con la ventanilla cerrada, consultar las predicciones antes de hacer un plan al aire libre o usar gafas de sol para intentar reducir el número de episodios alérgicos. Además, recuerdan la importancia del tratamiento inmunológico, a través de la vacunación entre 3 y 5 años y “que es lo único que puede llegar a curar esta enfermedad”, dice Cosgaya, quien reconoce que tras este tratamiento, muchos alérgicos apenas vuelven a tener síntomas y es una buena opción para quienes registran cuadros más graves. “Hay quienes tienen una buena calidad de vida, con síntomas puntuales y otras personas con sintomatología casi todos los días, que no mejoran con la medicación o los asmáticos que lo pasan peor y en esos casos es bueno plantear la vacuna”, sostiene.

La Sociedad Española de Alergología aseguró esta misma semana que el porcentaje de alérgicos a los pólenes más comunes se ha duplicado en solo diez años: del 35 al 74% en las gramíneas o el plátano de sombra del 7 al 14%. Las razones, afirman, hay que buscarlas en el cambio climático y el aumento de la contaminación. Las emisiones de las calefacciones o los motores diesel actúan sobre el polen convirtiéndolo en más agresivo y aumentado su capacidad de provocar alergia en personas susceptibles. Eso explicaría, según los médicos, que haya más casos en las ciudades que en el rural. “Y el cambio climático también afecta ya que hace que las plantas inicien antes y retrasen la floración con lo que hay más tiempo de polinización”, explican desde la entidad de alergólogos. Ellos lo tienen claro, pese a todo, por segundo año consecutivo, la primavera será más llevadera para los alérgicos.

Las claves del coronavirus en alérgicos

La pandemia y sobre todo el inicio de la vacunación contra el COVID ha disparado las consultas de alérgicos al polen. Por eso, la Sociedad Española de Alergología ha publicado una guía para resolver todo tipo de dudas.

¿Pueden los alérgicos al polen vacunarse contra el COVID?

Sí, los expertos aseguran que padecer alergias respiratorias, rinitis o asma “no entraña un riesgo aumentado de reacciones frente a las vacunas actualmente disponibles contra el coronavirus”.

¿Puedo recibir la inyección si estoy en una crisis de alergia?

Como ocurre con todas las vacunas, si el paciente sufre síntomas agudos de alergia, es decir, son de cierta intensidad, lo adecuado es postponer la inmunización hasta que tenga síntomas leves o sea ya asintomático.

¿Si me vacuno contra la alergia puedo también hacerlo contra el COVID?

Sí, son compatibles. Eso sí, si la vacuna para la alergia es inyectada habrá que esperar entre 7 y 10 días entre ésta y la del COVID y es mejor optar por inyectarla en brazos distintos. Si se trata de la vacuna sublingual, se aconseja no administrarla ni el mismo día de la inmunización contra el COVID ni en la semana siguiente.

¿Los alérgicos al polen tienen más riesgo de contagiarse de coronavirus?

No. La Seaic asegura que los estudios realizados este año indican que no son más propensos ni a infectarse ni a desarrollar cuadro más graves en el caso de contagio. Lo mismo ocurre con los asmáticos.

¿Es posible que el polen favorezca la transmisión del virus?

Un estudio alemán que analizó la concentración de polen y el número de infectados COVID en 34 países revela que cuando aumentaban los niveles de polen, también lo hacía a los pocos días el número de contagios. Desde la Seaic recuerdan que este fenómeno se daba sobre todo en zonas con una elevada densidad de población, por lo que puede haber otros factores que influyan. Creen que se precisan más estudios para ver si se cumple esta teoría.