El virus no se detiene porque haga frío o calor. La climatología no parece influir en absoluto en la transmisión del SARS-CoV-2 y tampoco la calidad del aire. Estas relaciones, que se habían establecido al principio de la pandemia, han sido desmentidas por un grupo de científicos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que no han encontrado pruebas sólidas de que estos factores influyan en cómo se transmite el virus.

Y, aunque no descartan que el SARS-CoV-2 se pueda ir convirtiendo en un fenómeno estacional –como la gripe–, la OMM advierte con este hallazgo, de que el incremento de temperaturas debido al verano no es el escenario adecuado para relajar las medidas. Son las principales conclusiones del primer informe sobre el impacto de los factores meteorológicos y la calidad del aire en la pandemia de Covid-19, elaborado por la OMM, entidad de Naciones Unidas, y en la que han participado un grupo formado por 16 personas expertas en ciencias de la tierra, ciencias médicas y salud pública, entre ellas Xavier Rodó, jefe del programa de Clima y Salud del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa.

“Los estudios epidemiológicos de la Covid-19 llevados a cabo hasta la fecha han ofrecido resultados diferentes sobre la sensibilidad meteorológica del virus y la enfermedad”, aseguró Rodó. Sin embargo, los científicos concluyen que han sido las intervenciones gubernamentales y no el clima lo que ha influido más en las dinámicas del virus. Otros factores relevantes incluyen cambios en el comportamiento humano y la demografía de las poblaciones afectadas y, más recientemente, las mutaciones del virus. Por esta razón, y por el momento, “la evidencia no respalda que los factores meteorológicos y de calidad del aire sirvan de base para que los gobiernos relajen sus intervenciones destinadas a reducir la transmisión”, como remarcó el copresidente del equipo de trabajo, Ben Zaitchik, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad Johns Hopkins (EE. UU.).

“Durante el primer año de pandemia hemos visto olas de infección en estaciones cálidas y regiones cálidas, y no hay evidencia de que esto no pueda volver a suceder”, destacó el investigador.

El documento también se dedicó a analizar la posibilidad de que el virus de la Covid-19 se convierta en un patógeno estacional, como muchos otros. Las infecciones virales respiratorias suelen mostrar algún tipo de estacionalidad, como el pico del otoño-invierno para la gripe y los coronavirus que causan el resfriado en climas templados. Sin embargo, los mecanismos subyacentes en la estacionalidad de las infecciones virales respiratorias aún no se comprenden bien. Por último, aunque existe algún estudio preliminar sobre la influencia de la mala calidad del aire en las tasas de mortalidad, no existe ningún estudio que lo relacione directamente con la transmisión aérea del virus.