Más de 85.000 personas contagiadas en la provincia y balances tan dolorosos como el de febrero, con cerca de 400 fallecidos, no impiden que municipios malagueños como Atajate, enclavado en el interior de la Serranía de Ronda, sigan libres de coronavirus. La pandemia ha permitido mirar a los pequeños pueblos con otros ojos, como atestiguan cientos de familias que se han mudado en busca de salud y una mejor calidad de vida.

El teletrabajo se había mostrado antes de esta crisis sanitaria global como una alternativa poco extendida en Málaga y otros territorios de España. Con una comunidad autónoma dotada de más kilómetros de fibra óptica que países enteros de la Unión Europea, sólo hacía falta un confinamiento para descubrir que cualquier punto por remoto que sea puede albergar, al menos en potencia, a un "telebrabajador".

Así se han abierto nuevas opciones para jóvenes con o sin hijos que, además, en la Málaga Rural encuentran viviendas a bajo coste o incluso ayudas públicas para abrirse camino y no tener que echar de menos su anterior residencia en una urbe de mayor población. Así nos desplazamos hacia el interior de tres de las comarcas y hacemos parada en Tolox, Alcaucín y Genalguacil.

Este último es uno de los municipios de mayor encanto de la Serranía, con su trazado urbano repleto de enclaves artísticos. Mónica García Salas y Francisco Piqueras Beltrán están ahora al frente de la única farmacia local y nos reciben con la satisfacción de haber pasado la pandemia "con más libertad para pasear, hacer deporte o ir a la compra".

"Para nuevos emprendedores y aquellas personas que quieran impulsar su propio negocio, este pueblo es una opción muy buena. Existen facilidades, te encuentras con menos gastos y se trabaja muy bien", argumenta esta pareja. "En nuestro caso es muy importante evitar el contagio, ya que nos veríamos obligados a cerrar la única farmacia del pueblo y somos muy conscientes de la responsabilidad que tenemos".

En el interior de la comarca de la Axarquía, junto al embalse de la Viñuela, el de mayor capacidad de la provincia, Soledad Díaz Moreno subraya por qué ha cambiado Vélez-Málaga por Alcaucín. "Mis padres ya vivieron aquí hace más de cuarenta años, en el Puente de Don Manuel. Nosotros hemos estado viviendo en un pisito pequeño, hasta que fue creciendo la familia. Aunque barajamos la posibilidad de mirar por la costa, empezamos a mirar por aquí y por calidad y precio y cercanía de los abuelos, porque los padres de mi marido también se habían mudado aquí, al igual que una cuñada, nos vinimos justo cuando levantaron el confinamiento".

Son argumentos que se repiten de unos a otros territorios, con independencia de la comarca que visitemos. Porque de vuelta a Genalguacil, Mónica y Francisco insisten en las ventajas de vivir en el medio rural. "Aquí cada paciente puede ser atendido con todo el tiempo, cuidado y atención que necesite. La atención sanitaria en estos pueblos ahora envidian localidades o ciudades de más población. Para nosotros el medio rural es tranquilidad, belleza y calidad de vida", remarcan.

En plena Sierra de las Nieves, en la comarca del Valle del Guadalhorce, Ana María Bravo Muñoz apunta que se trasladó en junio del año pasado a Tolox junto a su marido, Germán Moreno Cortés: "Si me pidieran describir este pueblo en tres palabras, sin duda elegiría paz, tranquilidad y amabilidad".

"Ni mi marido ni yo somos nativos de Tolox, pero sí mi hija y el pequeño que viene en camino también lo será", manifiesta. Explica que con anterioridad ya había residido en la localidad, pero optaron por mudarse por cuestiones personales y laborales. "Al final hemos acabado volviendo, porque lo echábamos mucho de menos y la pandemia acentuó ese sentimiento aún más".

"Estuvimos contagiados durante la primera ola, lo que provocó un cambio radical en los valores y en las necesidades que teníamos, creando un antes y un después y catapultando la vuelta al pueblo de manera muy meditada. La aparición de esta pandemia creo que ha puesto sobre la mesa muchos asuntos que antes estaban escondidos o que habían sido relegados, uno de ellos es la calidad de vida que puede ofrecer vivir en un pueblo frente a vivir en un núcleo urbano", explica esta joven.

Son familias cuyos testimonios directos también pueden alentar a otras a "cambiar de aires".