En 1980, hace cuarenta años, cuando se estrenó la serie Cosmos presentada por el gran divulgador norteamericano Carl Sagan, el mundo era un lugar muy diferente. En plena Guerra Fría, los países se agrupaban en dos bloques antagónicos (faltaban nueve años para que cayera el muro de Berlín) y había una gran preocupación por el desarrollo desmesurado de las armas nucleares. En esos años, se comenzaron a comercializar los primeros ordenadores de sobremesa pero aún no existía internet y, mucho menos, los smartphones con sus potentes cámaras digitales.

En este contexto, se emitía una serie que además de hablarnos de una manera bellísima e interesante sobre la Astronomía y la Astrofísica, nos regalaba una visión única de la riqueza y, a la vez, de la fragilidad de nuestro propio planeta.

Con ilustraciones y música de grandes artistas de la época (la banda sonora era de Vangelis…), Carl Sagan nos invitaba a acompañarle en su nave de la imaginación a mundos de sueños y mundos de hechos, persiguiendo la verdad, en un viaje de descubrimientos y fascinación. Nos inspiraba a pensar cómo se originó el Universo, cuál será su destino, si estamos solos en esta inmensidad… al mismo tiempo que nos recordaba nuestro legado histórico como especie, animándonos a valorar lo que nos une en lugar de lo que nos separa. Nos hizo ver que “somos la forma que tiene el Cosmos de conocerse”.

Mucho han cambiado las cosas en estos cuarenta años y mucho, también, hemos avanzado en el conocimiento de la Astrofísica. En el año 1995 se detectó por primera vez un planeta alrededor de otra estrella diferente del Sol, algo que Carl Sagan siempre imaginó y que pudo llegar a ver con sus propios ojos. A día de hoy, existen más de 4400 planetas extrasolares confirmados, localizados en nuestra vecindad solar. Estimamos que existen unos cien mil millones de estrellas en la Vía Láctea y que cada una posee al menos un planeta orbitando a su alrededor. ¡Podemos imaginar entonces el descomunal número de mundos que existen solo en nuestra Galaxia! ¿Cuántos de ellos albergarán vida? Me pregunto, al igual que lo hacía Carl Sagan.

Poco después, en 1998, dos equipos diferentes de astrofísicos descubrieron que el Universo no solo se expande, como ya había probado el astrónomo Hubble tiempo atrás, sino que además esa expansión es cada vez más rápida, es decir, ¡que el Universo se está acelerando! No conocemos a ciencia cierta la razón de esta aceleración, siendo la explicación más plausible un tipo de energía de vacío, la energía oscura, que tiene un efecto anti-gravitatorio y que causa que el Universo “se estire”.

En las últimas tres décadas, igualmente, se ha avanzado de forma determinante en el estudio de las galaxias, los bloques constituyentes del Universo. En cómo se distribuyen a gran escala en una red de filamentos y vacíos que conforman la Red Cósmica y, también, en cómo se forman y evolucionan a nivel individual. Ahora sabemos que la mayor parte de las galaxias albergan agujeros negros supermasivos en su centro. Que estos pueden estar activos y engullir materia en grandes cantidades como ocurre en las llamadas galaxias activas o, por el contrario, durmientes, como en el caso de nuestra Galaxia. Gigantes cósmicos cuya evidencia experimental vino de la mano de la investigadora Andrea Ghez, que el año pasado se convirtió en la cuarta mujer en recibir el premio Nobel de Física (en 120 años de historia del galardón) y la segunda que lo recibe en los últimos cuarenta años.

Por otro lado, Carl Sagan se asombraría de ver hasta dónde hemos llegado en la exploración espacial de nuestro Sistema Solar. Centenares de misiones espaciales se han enviado a reconocer cada esquina de nuestro barrio cósmico, desde los planetas más cercanos como Venus o Mercurio, pasando por los gigantes gaseosos y llegando hasta Plutón y los objetos más allá de su órbita. Numerosos robots circulan por la superficie de Marte estudiando su suelo en detalle, en busca de huellas de agua y, tal vez, vida pasada.

Las sondas Voyager, que fueron enviadas al espacio poco antes de que se emitiera Cosmos, han cruzado ya el borde del Sistema Solar, traspasando la frontera que marca el comienzo del espacio interestelar. Estas naves llevan consigo un mensaje de la humanidad que el propio Carl Sagan ayudó a elaborar. Con la esperanza de que alguna civilización lo encuentre y descubra que una especie curiosa habitó este “pálido punto azul”, que aspiró a revelar la sabiduría del Cosmos y comprender su propia existencia.

No te pierdas el ciclo de conferencias “Cosmos y el legado de Carl Sagan” que se está llevando a cabo en el Museo de la Ciencia y Cosmos como homenaje a los cuarenta años de esta mítica serie.

Sandra Benítez. E. D.

BIOGRAFÍA: Sandra Benítez Herrera nació en Madrid y cursó la Licenciatura en Física por la Universidad Complutense de Madrid. Es Doctora en Astrofísica por el Instituto Max-Planck de Astrofísica y la Universidad Técnica de Múnich, Alemania. Posteriormente, obtuvo un contrato postdoctoral en la Universidad Federal de Río de Janeiro al mismo tiempo que realizó una especialización en divulgación de la ciencia y la tecnología en la prestigiosa Fundación Oswaldo Cruz de Brasil. Actualmente trabaja en la Unidad de Comunicación y Cultura Científica del IAC, donde coordina el proyecto “CosmoLAB”. Es miembro del proyecto voluntario de divulgación de la Astronomía GalileoMobile desde 2011. 

*Sección coordinada por Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez