Carmen Rubio | Toxicóloga y miembro del comité científico de la aesan

“Existe preocupación sobre el consumo no moderado de bebidas energéticas”

Carmen Rubio en un momento de la entrevista en una de las salas del Real Casino de Tenerife.

Carmen Rubio en un momento de la entrevista en una de las salas del Real Casino de Tenerife. / Carsten W. Lauritsen

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Santa Cruz de Tenerife

Como farmacéutica y licenciada en Ciencia y Tecnología de los alimentos, la profesora de la Universidad de La La Laguna (ULL), Carmen Rubio Armendariz ha consagrado su vida a hallar esas sustancias que pueden resultar tóxicas para la población. En los últimos años, como miembro del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, ha querido volcar toda su experiencia y conocimientos en toxicología en mejorar la seguridad de los alimentos que consumen los canarios, centrándose siempre en que la información llegue correctamente a la población.

¿Diría que los canarios comen de manera segura?

Estoy segura de que los alimentos que los canarios encontramos en nuestras cadenas de distribución, mercadillos y sobre todo con productos de kilómetro cero son seguros. Sin embargo, no podemos dejar de vigilar esa seguridad, apostar por incrementarla y derivar suficientes medios para su control así como educar a la población en cuanto a hábitos de consumo saludables. La inseguridad no viene elusivamente por la presencia de contaminantes o de tóxicos, sino por los hábitos alimenticios. Puede haber una inseguridad nutricional porque los alimentos que se eligen para configurar la dieta no aportar todos aquellos requerimientos nutricionales que se precisa como vitaminas o minerales y aportan en excesos otros. Eso se traslada al final en la aparición de determinadas patologías, consecuencia de la mala elección de los alimentos.

El consumidor quiere productos más seguros, ¿pero realmente es consciente de qué producto lo es?

Yo creo que sí. El consumidor europeo asume que todo producto que esté en las estanterías de un supermercado o en un mercadillo ha sido producido y comercializado bajo estándares de calidad. Nuestras industrias siguen protocolos de producción seguros. Lo que es cierto es que queremos ir más allá y disminuir cualquier posible riesgo.

De hecho puede pasar el consumo puntual de un alimento no perjudique a la salud, pero sí si se hace de manera repetida. Es el ejemplo de las galletas para niños, repletas de azúcares.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición emitió un informe sobre los alimentos ultraprocesados que no están definidos y cómo estos productos además de variar los hábitos alimenticios puede afectar al consumo de los nutrientes que una dieta sana necesita. Preocupa tanto eso como la ingesta de azúcares, pero tenemos el compromiso de toda la industria de reducirlos en un grupo concreto de alimentos.

Participa en estudios muy diversos pero con un punto común que son los tóxicos y cómo afectan a la salud, ¿de dónde parte ese interés?

El haber llegado a la seguridad alimentaria deriva de mi formación como farmacéutica y toxicóloga. La tesis doctoral la centré en la evaluación del riesgo y me he interesado siempre por la gestión del riesgo y la comunicación del riesgo. El análisis de cualquier riesgo al que el consumidor o la población se expone es muy diverso, dado que existen tanto riesgos tradicionales como emergentes. Es decir, porque conozcamos nuevos riesgos no debemos menospreciar el seguir monitoreando los riesgos tradicionales porque no hemos logrado hacerlos desaparecer.

Recientemente ha participado en un estudio sobre el uso de las bebidas energéticas en los universitarios, ¿se puede considerar un tóxico esta sustancia?

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria tiene en manos un informe sobre la evaluación del riesgo del consumo de bebidas energéticas y sobre cómo, posiblemente el consumo abusivo expone a los consumidores a altos niveles de cafeína –cuya ingesta máxima diaria no debería superar los 400 miligramos (mg) –. También estudiamos cómo las bebidas energéticas están siendo consumidas acompañando a las bebidas alcohólicas. Ahora mismo, es un tema de candente actualidad, tanto por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), como para nosotros en el Comité Científica de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, y en breve verá la luz ese informe que estoy coordinando yo.

¿Se puede adelantar alguna conclusión del informe?

No puedo adelantar nada, pero sí que ahora mismo existe una preocupación sobre el consumo no moderado de bebidas energéticas entre adolescentes, incluso niños, aunque estas bebidas no se recomiendan en menores de 12 años. No son tóxicas en sí, lo que puede ser dañino es la forma en la que se consume. Por eso, hay una necesidad de reeducación de la población en cuanto a cómo consumir este producto.

¿Qué opina de cómo se han vendido publicitariamente las bebidas energéticas?

A mí me preocupa el etiquetad y las advertencias que tienen que aparecer en él. Nos queda mucho por hacer, pero no hay que estar en contra, si no mejorar su comercialización y su uso. Básicamente es mejorar su consumo.

Su grupo intenta comunicar los riesgos tanto en sustancias tóxicas nuevas como las tradicionales, ¿en ese intento, se encuentran que la población se olvida de que algunas sustancias pueden ser perjudiciales?

Los consumidores posiblemente perciben como de menor riesgo algunos alimentos o algunos tóxicos. Pasa con los metales. Al pensar que los conocen, ven mermada la percepción del riesgo. Pero eso no quiere decir que no sigan siendo tóxicos. El grupo de investigación del área de Toxicología de la Universidad de La Laguna (ULL) es experto justamente en estos metales pesados, como el mercurio, el plomo y el cadmio, y estamos evaluando la exposición de la población canaria a estos metales. De hecho, actualmente estamos trabajando en un proyecto europeo del programa Pervemac2, con distintos socios de Azores, Cabo Verde y Madeira, y grupos de investigación de Canarias, para evaluar metales pesados en productos a base de cereales. A la vez nos hemos adentrado en el estudio de algunos tóxicos más modernos, como las micotoxinas, esos nuevos tóxicos ante los que la población puede estar más sensibilizada porque los desconoce. Como científicos evaluamos los riesgos e intentamos facilitar a los gestores cómo trasladar los mensajes. Es fundamental que la regulación vaya al ritmo al que surgen los riesgos para la población.

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