La aparición de un ejemplar del bisemanario El Censor nos ha producido, sobre todo a quienes llevamos años buceando en la historia del periodismo canario, alegría y esperanza. Sabíamos que el periódico portuense comenzó a editarse el 24 de junio de 1914, y así consta en tratados y periódicos, pero en las hemerotecas, centros de documentación y demás colecciones de prensa de dentro y fuera de las islas no se había localizado hasta ahora ninguno.

Igualmente satisfactorio es el eco que el hallazgo ha tenido en los medios informativos y en las redes sociales, por el estímulo y el ejemplo que pueden despertar: el periódico apareció en el legado que hicieron a la Biblioteca de la Universidad de La Laguna los descendientes del polígrafo tinerfeño Agustín Álvarez Rixo (Puerto de la Cruz, 1796 – La Orotava, 1883), una de las personalidades de más despierta curiosidad intelectual del XIX canario.

Cuando tuvo lugar en la ULL el acto de recepción del valioso repertorio, hace unos años, fueron varios los intervinientes que apelaron a la generosidad y el altruismo de los poseedores de archivos personales o de otra procedencia para seguir incrementado el rico acervo de la más importante biblioteca de nuestra comunidad. Porque, mezclados con materiales de variada naturaleza y desigual significación e importancia, no es raro que se halle más de uno de especial trascendencia o calidad, y sería un flaco servicio a la cultura y al conocimiento que, sin verificar previamente su valor y utilidad por personal preparado para este menester, puedan perderse para siempre. Álvarez Rixo reunió, con celo y paciencia, un caudal inapreciable de testimonios sobre el pasado de las islas Canarias y de la época en la que le tocó vivir, que sus sucesores continuaron acrecentando, lo que ha propiciado la aparición del bisemanario, que es del primer tercio del siglo XX.

El Censor no era el único periódico canario del que no se tenía testimonio fehaciente de su publicación más allá de escuetas referencias bibliográficas y hemerográficas. De otros no ha quedado siquiera eso. Incluso de más de uno existen dudas razonables sobre si llegaron a editarse, pese a que se anunciara en la prensa.

Su rareza tiene explicación. De El Censor solo salió el primer número porque, dos días después de impreso, se incendió la vivienda de su director Benjamín Padrón García, ubicada –informaba el alcalde del Puerto al gobernador civil– “en las afueras de este pueblo”, con la imprenta de su propiedad; unos talleres que desempeñaron una función muy notable en el ámbito de las artes gráficas y el periodismo de Canarias, pues en ellos se tiraron también los portuenses Excelsior (1912), El Liberal (1912) y El Imparcial (1913). El fuego comenzó a las nueve de la noche del veintiséis de junio y, según El Progreso, “las llamas destruyeron totalmente la citada imprenta”. La colaboración del vecindario evitó la propagación a otros edificios, que, ¬–recalcan algunos medios– se vieron amenazados. Añaden las informaciones que no hubo desgracias personales, que tanto el inmueble como el taller estaban asegurados, y que las pérdidas se cifraban en unas ocho mil pesetas, cantidad de dinero bastante elevada para la época.

Imagen del ejemplar descubierto por expertos de la ULL. Carsten W. Lauritsen

Con anterioridad a El Censor, Benjamín Padrón había intentado editar bajo su dirección, en junio de 1913, el semanario satírico La Ametralladora, del que no ha aparecido ningún rastro, con toda seguridad porque no lo hay, salvo las notas que anunciaban su próxima aparición. Probablemente, el comentario irónico del santacrucero El Progreso (29.05.1913), que decía que “como si aún fuesen pocos los periódicos satíricos que tienen anunciada su salida, en el Puerto de la Cruz se anuncia”, etc, le llevó acaso a reconsiderar el proyecto y quién sabe si a reconvertirlo en el visto y no visto pliego que comentamos.

El siniestro acabó con la actividad de Benjamín Padrón en el territorio de las artes gráficas. En 1917 dirigía la agencia ejecutiva del Ayuntamiento de la localidad turística. Poseía una finca de plataneras que, durante el temporal de lluvias que azotó el Puerto de la Cruz en noviembre de 1914, el agua que destruyó la carretera de Las Dehesas la anegó por completo. Políticamente se movía en el marco de la izquierda progresista del municipio norteño, por entonces formando piña ante los embates del todoterreno del conservadurismo insular y portuense Andrés Arroyo. Mantenía especial relación amistosa, entre otros, con Luis Rodríguez Figueroa y Marcos Baeza. Desde muy joven fue entusiasta cazador.

La aparición del bisemanario tinerfeño reaviva la posibilidad de otros encuentros. Ojalá sea así. La historia del periodismo canario, aun por hacer, se va construyendo paso a paso.