Los guardias civiles de Tráfico recogen, de forma directa, la evolución de los malos y buenos hábitos de los usuarios de las vías. Tras casi 30 años de obligatoriedad y campañas de sensibilización, ya son muy pocos los que no se ponen el cinturón en las autopistas. La pandemia ha causado un descenso considerable de la circulación, menos infracciones y una menor cifra de accidentes, sobre todo por las noches. Pero, sin embargo, los agentes aprecian que, al ser sancionados por irregularidades comunes, ahora los conductores se muestran más nerviosos, alterados o violentos que antes de la llegada del covid-19.

Los años de experiencia en la seguridad en carreteras es un grado, que ayuda a detectar infracciones o delitos en pocos segundos. Donde la inmensa mayoría de los conductores ve la trasera de un camión que va despacio y que hay que adelantar cuanto antes, ellos detectan varios incumplimientos de la empresa propietaria. En el joven que se incorpora en una rotonda y que pasa delante por unos pocos metros, pueden ver indicios de un consumo reciente de alcohol o drogas. Y en un simple gesto evasivo de un usuario de una vía, detectan la mejor razón para decirle que se aparte hacia el arcén. Los guardias civiles de Tráfico se enfrentan en cada jornada a imprudencias, delitos, auxilios en las vías, accidentes de cualquier gravedad o la imposición de sanciones, entre otras cosas. De diferentes maneras, tratan de garantizar la seguridad vial y en ese trabajo, a veces, arriesgan su vida.

Lorena Coello es una agente del destacamento de Icod de los Vinos. Tras 14 años destinada en la Agrupación de Tráfico, es capaz de afrontar desde la labor operativa sobre el asfalto en su moto BMW R 1.200 RT o un vehículo patrulla, hasta el aspecto administrativo y organizativo en la base.

Cuando está a punto de cumplirse un año desde que la pandemia del coronavirus cambió la vida de las personas, con varios meses en que las vías se vaciaron de tráfico por el confinamiento o, en estos momentos, durante el horario nocturno, Lorena asegura que, en general, percibe más “nerviosismo” al volante. Muchas veces, cuando el conductor de un vehículo es parado por una infracción común, como no llevar puesto el cinturón o hablar por el móvil, “en el momento de la notificación de la propuesta de sanción se muestra más nervioso, alterado y violento” que antes del estado de alarma por el covid-19. En otros casos, también usan la extensión de la enfermedad y sus consecuencias económicas para excusar su acción: “Con la situación que tenemos, ¿cómo me va a multar?”.

Coello reconoce que la implantación del toque de queda para intentar evitar las concentraciones masivas también ha supuesto una reducción del tráfico en todo tipo de carreteras. De hecho, las patrullas que tienen su turno entre las 22:00 y las 6:00 horas se dedican, muchas veces, a determinar si los usuarios tienen justificación o no para circular. En caso negativo, se les levanta acta y se les multa.

En cuanto a las infracciones detectadas en ruta, explica esta profesional destinada en Icod de los Vinos que las más habituales son la utilización del móvil por parte de cualquier conductor y la manipulación de papeles, facturas o listado de reparto sobre el volante por parte de algunos empleados de empresas de reparto de mercancías. Aclara Lorena que este último caso es más habitual de lo que se cree. Y, sin embargo, ya resulta más complicado detectar que haya personas que no hagan uso del cinturón de seguridad, sobre todo en las autopistas. Además de que hace casi 30 años que se implantó su utilización obligatoria, las sanciones y las impactantes campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT) sobre las consecuencias mortales o de lesiones muy graves de por vida han influido en la sensibilización de los usuarios de vehículos, según esta guardia civil.

Aclara que “el mensaje llega más si quien lo cuenta ha vivido un accidente con consecuencias importantes y, sobre todo, si lo hace desde una silla de ruedas; parece que lo entendemos mejor así”.

Durante los últimos 12 meses, parte de la intensidad de la labor de los agentes de Tráfico ha descendido, debido a las circunstancias citadas. Sin grandes fiestas, como los carnavales; sin romerías de gran afluencia, como las de Tegueste, La Orotava o El Socorro, así como sin los multitudinarios conciertos de música electrónica en el Sur de Tenerife, la labor de estos integrantes del Instituto Armado se debe reorientar a otros ámbitos.

Con el establecimiento del protocolo anticovid, las medidas de seguridad son más elevadas a la hora de utilizar, por ejemplo, el equipo para medir la tasa de alcohol. Además de la utilización de guantes siempre por parte de los agentes, la desinfección del aparato resulta obligatoria antes, durante y después de cada prueba, mediante toallitas especiales que no alteran el resultado final del análisis. Además, es el conductor el que debe coger el alcoholímetro y expirar el aire hacia un lugar donde no esté el guardia civil.

El pasado miércoles, EL DÍA acompañó a una patrulla de motoristas del destacamento de La Laguna durante su jornada. Para cada turno, a los agentes se les asigna una labor determinada por un tiempo concreto. No obstante, ese programa se cumplirá o no en función de las emergencias que surjan.

Sin incidencias graves, por la tarde se efectuó un Punto de Verificación de Alcohol y Drogas (PVA) junto a la rotonda que da acceso al municipio de Arafo y el polígono industrial del Valle de Güímar, muy cerca del túnel bajo la autopista.

Nada más empezar, un cabo primero que acompaña esta vez a los motoristas da el alto a dos ocupantes de un Renault Clío gris. ¿El motivo? Lleva un neumático en mal estado. Pero, a partir de ese momento, pueden surgir muchas gestiones de comprobación. En primer lugar, al joven conductor se le decide hacer el narcotest. Se muestra algo aturdido. Dice que consumió varias caladas de un porro el día antes. Uno de los agentes le explicó unas veinte veces a lo largo de casi 45 minutos cómo tenía que llenar de saliva el palito que tiene que introducirse en la boca. El guardia civil no se altera en ningún momento y cada vez le expone, con paciencia y educación, cómo tiene que hacerlo. Al final, dio negativo. Pero Lorena advierte de que retrasar esta prueba no sirve para que se pase el efecto del consumo de estupefacientes. Y si se acaba el tiempo sin que lo haya hecho de forma correcta, el conductor será sancionado de igual manera que quienes se niegan a someterse a la verficación.

En esta ocasión, al citado joven, al que le constan antecedentes, le piden la documentación del coche, pero en un primer momento ofrece la de un quad. Después, aporta la correcta. Va indocumentado y duda de la dirección en la que vive, por lo que le exigen que alguien le envíe su DNI por una foto de whatsapp. Pero no tiene saldo en el móvil. Ante esa situación y con la excusa de que él está “un poco mareado”, envía a su amigo a recargar el teléfono. Al final, su madre le envía el documento que confirma su identidad. Y todo queda resuelto. Cuando el agente le dice que “se puede marchar”, al joven se le quita el aturdimiento, el miedo a las cámaras que lo captan y se despide de forma amistosa.

Mientras tanto, otro agente colocado en el arcén de la vía da el alto al chófer de un furgón. En el margen superior derecho de su parabrisas lleva la pegatina de la ITV, pero es de color amarillo. La tiene caducada desde hace más de un año. En enero del 2020 tenía que haber pasado la Inspección Técnica de Vehículos, pero no lo hizo. La infracción administrativa conlleva una sanción de 200 euros, que puede reducir en un 50 por ciento si la abona antes de 20 días.

De repente, el motor de un Infinity ruge al salir de la rotonda, pero el guardia lo para en seco. El conductor acaba de efectuar una maniobra incorrecta, pues iba por el carril interior, invadió el exterior, obstaculizó a otro coche e hizo un cambio de dirección sin poner el intermitente. El infractor dio negativo en la prueba de alcoholemia y la sanción que tendrá que abonar será de 100 euros.

Minutos después, un Citroën Saxo tuneado aparca en el arcén por orden del mismo agente. Tiene importantes modificaciones, con aletines anchos, pontones laterales considerables y relevantes cambios en la parte frontal y posterior. Ha pasado la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) con todos esos elementos y está legal; excepto por un detalle: la matrícula delantera. Es mucho más pequeña de lo normal y no ha hecho los trámites oportunos para llevarla. El conductor tendrá que pagar una multa de 200 euros, según los guardias.

Dos motoristas que llevan monos y monturas de gran cilindrada se quedan mirando para el control de la Guardia Civil. Se dirigen hacia el Sur de la Isla, pero es muy probable que en su recorrido hayan pasado por la famosa carretera de Los Loros (TF-523), que enlaza la vía hacia El Teide desde La Laguna (TF-24) con Arafo. Cada fin de semana, motoristas y conductores de coches con ganas de sensaciones fuertes acuden a dicho tramo para probar sus habilidades, a pesar de las incontables quejas de vecinos y otros usuarios de la vía. Y centenares de personas acuden de espectadores. La Guardia Civil de Tráfico intenta atajar estas “carreras ilegales”, pero todo sigue igual muchos años después.

De regreso a la zona de La Laguna, los motoristas observan que un Fiat Punto rojo está inmovilizado en el arcén de la TF-5, por el lado derecho. De forma inmediata, se paran, desvían el tráfico para que el carril derecho quede despejado y esperan la llegada de la grúa. La conductora afectada por la avería les agradece su intervención. Un guardia le pide que deje mejor aparcado el turismo y la aconseja para que se coloque tras la barrera New Jersey. El operario de la grúa carga el coche muy rápido. Y ambos agentes reanudan la marcha.

La jornada acaba con un punto de verificación de alcohol y drogas en la rotonda del aeropuerto Tenerife Norte. Al parar a un conductor, este arrojó una importante tasa de alcoholemia, con más de 0,80 en ambas pruebas. Es decir, ha cometido un delito contra la seguridad por circular bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Su coche quedó inmovilizado. Cuando los agentes le pidieron que llamara a alguien para que le recogiera el automóvil, el hombre avisó a su hermano, que, de forma sorprendente, también acudió a la rotonda de Los Rodeos en estado de embriaguez. A este último se le notificó una sanción de 1.000 euros y la retirada de seis puntos del carné de conducir. Además, se detectó que, hace años, perdió el permiso de circulación por orden judicial, pero nunca hizo el curso de reeducación vial para recuperar el carné. Eso le supuso una segunda sanción de 200 euros.

Recopilación de casos e imágenes durante tres meses

Un equipo de la productora Crop TV, formado por una redactora y un cámara, trabajan en Tenerife durante tres meses para captar casos e imágenes sobre el trabajo de los guardias civiles de Tráfico en la provincia. Ese contenido formará parte de las emisiones del programa Control de Carreteras, de la cadena DMAX. Dicha labor de acompañamiento de los profesionales de la Agrupación de Tráfico que de forma voluntaria quieren tomar parte en dicho espacio es posible gracias a la organización de recursos humanos y materiales, así como de “producción”, efectuado por la agente Lorena Coello Hernández. |