El ex jugador de baloncesto del CB Tenerife-Canarias, Iñaki Zubizarreta (Madrid, 1972), es el protagonista del cómic ‘Subnormal: una historia de acoso escolar’, cuyo guión ha corrido a cargo de Fernando Llor, arropado con ilustraciones de Miguel Porto. El álbum se presenta hoy en el Club de Lectura de la Biblioteca Insular en su versión online y reproduce la historia verídica del deportista que sufrió la dureza del bullying durante su etapa escolar. Su altura y fuerza no sirvieron para defenderse de los acosadores que lo llevaron al borde de la muerte. El cómic busca concienciar y educar a jóvenes y mayores sobre el problema.

¿Le gusta el título que le han puesto al cómic de ‘Subnormal: una historia de acoso escolar’? ¿No es un poco denigrante y fuerte?

El título fue una petición expresa mía de que tenía que ser ese. No hace alusión, en ningún momento, de manera despectiva, a alguien que pueda tener una discapacidad. Se trata de una denuncia al adjetivo que me pusieron y con el que me destruyeron la vida siendo muy joven porque me lo dijeron una y otra vez hasta que llegó el momento en que creí que era subnormal. Es un título que muestra la cara real del acoso escolar. Basta ya de decir que son cosas de niños cuando no lo son porque, si alguien que vea el cómic lo piensa, tiene un problema. Independientemente de los niños que lo sufren, muchos adultos que lo han pasado siguen llevando sobre sus hombros la mochila del niño o la niña rota que deriva del tiempo escolar. Por tanto, es un problema social. Va mucho más allá del recinto estudiantil y más hoy en día, con las redes sociales, que ya no ofrecen tregua en ningún lugar del mundo. Con darle a un simple botón ya te ven todos e incluso te puede destrozar la vida.

¿Cómo una persona con su altura y con su gran físico y fuerza pueden sufrir bullying en el colegio? Parece una paradoja. En todo caso, tendría que ser usted el protagonista de la amenaza a otros niños. ¿No le parece?

Eso es una pregunta para las personas que solo ven el físico y no ven al niño. Por mucho que yo midiera 1,82 tenía solo 11 años cuando los que vinieron a por mí contaban con 16 y 17. No tienes nada que hacer frente a gente de esas edades. Por el físico podría dar más el perfil de ser un acosador, pero no lo he sido en mi vida. He defendido a muchas personas. El acoso escolar es un monstruo con cara de niño.

Llegar al borde del suicidio. ¿Qué tiene que ocurrir para alcanzar tal extremo?

Una persona que se va a suicidar, independientemente de la edad, no se planta delante de un acantilado, como hice yo, porque no quiere vivir. Esa persona está tan sumamente rota que lo que quiere es dejar de sufrir. A eso se le llama desesperación. Sin referirnos al tamaño ni a la fuerza, hay algo que se llama corazón, que te pueden destruir por completo por muy grande que seas. No es un tema físico, sino de personas. Para llegar a ese extremo antes me habían humillado, aislado, insultado, escupido, dado palizas y hasta me hicieron comer lo que había en un retrete…

Y estar después al borde de la muerte por una paliza. ¿No se decidió a denunciar en ese momento? Se trata de un hecho punible...

Denunciar, ¿dónde? El acoso escolar ha salido a la luz el 21 de septiembre de 2004. Anteriormente, se consideraban asuntos de chavales. En aquella época no había acoso escolar. Estaba muy aceptado que las cosas eran así y te tenías que hacer el fuerte. El bullying salió a la luz a raíz del suicidio de Jokin Ceberio en Hondarribia y se mostró ante todos porque su tío era Jesús Ceberio, director de El País. En el año 83, en el que a mí me ocurrió esto, no existían protocolos ni conciencia, e incluso había profesores que te estaban destrozando, como fue mi caso, con una a quien le vino el tema grande y que también me llamaba subnormal. El problema no era mi altura ni que otro fuera gordo, sino que te eligen. Nadie elige ser acosado como nadie elige que le peguen a causa de la violencia de género.

¿Qué le parece el guión que ha creado Fernando Llor para narrar su historia? ¿Cupo todo en el cómic o faltan datos por contar?

Fantástico. Hemos estado trabajando para elaborar el guión un largo periodo de tiempo. Me tuve que abrir metafóricamente a Fernando y contarle muchas cosas. Hubo que hacer una selección de toda mi historia porque en este formato no cabe entera. Con este guión se ve qué se siente con el acoso y las secuelas, y lo que pasa después, algo de lo que nadie habla. No es un cómic políticamente correcto ni con paños calientes. Nos han comprado los derechos del guión para hacer un largometraje que llevará el mismo título. Queremos narrar en él que también se trata de una historia de superación, es decir, que del acoso escolar se sale y hay buena vida después, que es lo que se cuenta en el cómic. El filme pretende educar y ayudar a los jóvenes que sufren acoso. Estamos preparando, por otro lado, una guía didáctica que se pueda utilizar en los centros.

¿A qué edades se dirige y por qué en formato cómic?

Se puede leer a partir de quinto o sexto de Primaria. El formato se eligió por ser el más sencillo para llegar a los jóvenes.

¿Cómo son las ilustraciones de Miguel Porto? ¿Reflejan bien la realidad vivida?

Hay viñetas que, aun careciendo de texto, consiguen revolverte el estómago. Miguel Porto ha hecho un trabajo espectacular de composición.

¿Qué recomienda hacer a los jóvenes que sufren bullying para terminar con la situación?

El problema es la gente de alrededor que ve el acoso y no hace nada y no se da cuenta de lo que sufren los chavales. Sigue imperando la ley del silencio. Por mucho que hayan pasado los años, las personas que lo ven apartan la mirada y, como no va conmigo, me retiro de aquí. Y de este modo, lo que hacen es colaborar a que ocurran este tipo de cosas. No eres un chivato por denunciar estas situaciones; al contrario, con el silencio se tiene la misma responsabilidad que los acosadores. A los jóvenes que sufren bullying les recomiendo que nunca se callen, que busquen ayuda. Es imposible para una persona sola enfrentarse a muchos. Sobre todo, quiero destacar que la gente que lo vea lo comunique y no permita que los demás lo pasen mal. No hace falta un enfrentamiento directo, pero sí decírselo a un profesor o a los padres para que puedan actuar sin tener que exponer a los niños. Los silencios matan. Yo he estado allí y no se lo deseo a nadie.

¿Observa muchos casos hoy en día? ¿Hacia qué perfiles de personas se dirige el acoso?

Muchísimos. Hoy en día, los jóvenes tienen acceso a todo tipo de información, igual que nosotros, pero no saben utilizarla. No se les educa para ser unos ciberciudadanos de bien que generen un entorno seguro. El acoso le puede ocurrir a cualquiera, no hay un perfil.

Usted sigue trabajando por erradicar el bullying. ¿Qué actividades realiza?

Doy charlas, formación y trabajo con una fundación ayudando a deportistas y a otros jóvenes. Intento dar voz a todos los chavales y chavalas que lo sufren o han sufrido.