La poca complicación que requiere operarse de cataratas ha trivializado lo suficiente la enfermedad como para que, en una situación de emergencia sanitaria como la actual, se decida postergar su tratamiento hasta que la situación mejore. El 84% de los oftalmólogos ha detectado que las intervenciones previstas se han retrasado a causa de la pandemia, especialmente por el miedo al contagio de los pacientes. Retrasar esta intervención, no obstante, puede provocar una merma en el bienestar del paciente, al generar problemas graves durante la conducción de noche y fotofobia, e incluso acabar siendo el origen del incremento de los traumatismos, caídas accidentes de tráfico, e incluso, empeoramiento de sus problemas neuronales y psicológicos.

“Retrasar la catarata puede conllevar mayor tasa de complicaciones”, recuerda Javier Rodríguez, oftalmólogo y director médico de la Clínica Nivaria, en Santa Cruz de Tenerife. El experto es uno de los firmantes de un reciente informe titulado #VisióndeFuturo: la salud ocular en tiempos de coronavirus, en el que medio centenar de médicos ha evaluado la merma en la salud ocular de la población como consecuencia del coronavirus. Como señala el experto, conviene “no retrasar mucho” la operación de cataratas, dado que cuanto más tarde se haga, más compleja se vuelve. “Se interviene cuando el paciente adolece una pérdida del 40% de visión”, indica el médico, que señala que, no obstante, la entrada en quirófano puede ser incluso antes si esta patología lleva aparejada otras alteraciones.

No solo las cataratas, la pandemia ha empeorado el pronóstico de la mayoría de enfermedades asociadas a la visión. El miedo y los nuevos protocolos impuestos por el coronavirus han alterado la predisposición de la ciudadanía a visitar la consulta de los oftalmólogos, provocando que se retrase la detección y el tratamiento de patologías tan comunes como la degeneración macular asociada a la edad, la retinopatía diabética o el glaucoma. Todas ellas, con un peligro intrínseco de pérdida total de la visión si no se detectan ni se tratan a tiempo.

Casi la mitad de los profesionales considera que los pacientes con degeneración macular asociada a la edad (DMAE) son los más afectados por esta situación. Cabe recordar que quienes sufren esta enfermedad suelen ser personas mayores de 60 años, justamente los que tienen peor pronóstico en caso de contraer coronavirus. Elaborado por un grupo de trabajo de cinco clínicas de referencia españolas y portuguesas a partir de una encuesta a más de medio centenar de oftalmólogos, el informe constata que aproximadamente el tres de cada diez pacientes con esta patología han descuidado sus visitas al especialista.

A raíz de estos comportamientos en la población, los expertos insisten en la necesidad de que no se descuiden las continuas revisiones al oftalmólogo y remarcan que todas las clínicas siguen estrictos protocolos para evitar el contagio entre los pacientes. “Hemos aumentado todas las medidas de protección, tanto en la exigencia de mascarilla, higiene de manos como en el espacio interpersonal, además, contamos con la protección de pantalla que establece mampara, y tenemos renovación del aire máxima”, señala Rodríguez. De ahí que “en un centro como el nuestro, haya menos probabilidad de contagiarse que si acude a otro centro no sanitario”.