Es el monumento de mayor antigüedad que se conserva en Santa Cruz de Tenerife, lo que en sí mismo ya representa un verdadero triunfo en una ciudad que o bien ha derribado o bien ha dejado de la mano de Dios múltiples testigos de su pasado histórico.

El conjunto escultórico conocido como Triunfo de la Candelaria simboliza la victoria de los conquistadores sobre el pueblo guanche de Tenerife, a través de la imagen de la Virgen de Candelaria, el elemento capaz de convertir a los aborígenes al nuevo orden. De estilo neoclásico, aunque la virgen tiene trazas góticas, está levantado sobre una base cuadrada, en la que descansa un soporte de forma octogonal, con volutas y finos adornos florales de mármol, que reciben una pirámide que corona el conjunto. En el soporte hay cuatro estatuas de mármol, de tamaño natural, que representan a los menceyes de Icod, Daute, Abona y Adeje. Medía 11 metros de altura y en 1775 ya estaba cercado con rejas. El costo de esta magnífica obra de arte ascendió a la suma de 150.000 pesetas. Fue sufragada por el hijo y vecino de Santa Cruz Bartolomé Antonio Méndez Montañés, Síndico Personero entre otros cargos.

En la base había cuatro angelitos tallados en mármol, cabalgando sobre delfines. Estos niños desnudos y alados en forma de Cupido, que representaban las cuatro estaciones, fueron eliminados durante las obras de acondicionamiento que tuvieron que acometerse en 1825, debido a que el 26 de marzo de aquel año, unos oficiales de la fragata británica Boadicea rompieron a sablazos dos de estas esculturas y también mutilaron otra.

En 1863, el arquitecto Manuel de Cámara y Cruz, para darle más vistosidad al Monumento, cortó la pared del muro pegado al Castillo y colocó una escalinata con barandas que pavimentó con losas chasnera refiere el cronista oficial de la ciudad, José Manuel Ledesma, quien recuerda que su emplazamiento se corresponde con el lugar que anteriormente había ocupado la ermita de Nuestra Señora de La Consolación, primera devoción mariana y patrona del Lugar, el primer edificio de carácter religioso que los conquistadores construyeron en Santa Cruz y que mandó levantar el Adelantado Alonso Fernández de Lugo en el año 1496.

La plaza del Castillo pasaría a llamarse plaza de Armas en 1685, cuando el Cabildo mandó derribar varias “casuchas” para que de esta manera la tropa pudiera maniobrar en la explanada. En 1706 se denominaría plaza de la Pila, al instalarse en su centro la primera fuente pública donde los santacruceros podían suministrarse de agua potable. A partir de 1813 se designa como plaza de la Constitución, en recuerdo a la primera Carta Magna Española (1812), y su actual nombre se debe a la presencia del conjunto escultórico: Triunfo de la Candelaria.

“Una verdadera plaza mayor no existe; el centro de la ciudad estaba ya trazado cuando empezó a haber alguna vida pública en él. El empleo vacante de la plaza mayor le fue atribuido a la plaza de Candelaria, que lo usa bien aún faltándole la vocación inicial”, describe el historiador Alejandro Cioranescu, quien incide en el hecho de que fue formada “tardíamente, como por sorpresa”.

Lo cierto es que existe cierta polémica en cuanto a la fecha de 1768 que aparece grabada en las cuatro caras de la pirámide y que se considera la referencia de su nacimiento. Otras fuentes sostienen que fue levantado entre 1768 y 1769, una disparidad de cifras que según algunos historiadores se relaciona con el hecho de que primero se habrían traído desde Génova las figuras de mármol de Carrara esculpidas por Pasquale Bocciardo y, posteriormente, se habría encargado a un taller peninsular el basamento y el fuste piramidal.

En 2008 se acometió una obra de restauración del conjunto, con la finalidad de que armonizara con la nueva imagen de su entorno. Los especialistas concluyeron que debido a la erosión provocada por su proximidad al mar, la obra presentaba un grave deterioro, consecuencia del desgaste producido por agentes atmosféricos. Asimismo, a causa de actos de vandalismo se habían perdido partes de la escultura, a lo que se añadía la fatiga del material, derivada de la edad del mármol.