Casi uno de cada tres casos de tifus murino hospitalizado en Canarias se complica. En otras palabras, el 31,6% de los pacientes con esta enfermedad caracterizada por una fiebre constante, dolor de cabeza y pequeñas lesiones en forma de mancha en el cuerpo acaban con daños en los pulmones, los riñones, el hígado o incluso el sistema nervioso central. Cursa, a ojos de los investigadores, con una “alta tasa de complicaciones”, por lo que estiman que es necesario conferirle más relevancia.

El tifus murino es una enfermedad desatendida a pesar estar distribuida en todo el mundo. “Hasta ahora se ha considerado una enfermedad antigua y exótica”, explica el médico internista canario José María Robaina, el autor principal junto a José Luis Pérez Arellano de un artículo de investigación publicado recientemente en la revista estadounidense del Centro para el control y prevención de Enfermedades (CDC), Emerging Infectious Disease.

No es de extrañar pues la transmisión del tifus murino está asociada directamente a la pulga de la rata y en todo el mundo se pensó que estaba erradicada “desde el momento en el que se tomaron medidas para el control de plagas y labores de desratización”, asegura Robaina. Pero no ha sido así. A finales de los 90, los facultativos de los Hospitales Dr. Negrín e Insular-Materno Infantil de Gran Canaria, diagnosticaron al primer paciente con esta patología, de nuevo. A partir de entonces, decidieron poner un empeño especial en estudiar qué estaba pasando con esta enfermedad que desde la década de 1950 se consideraba prácticamente erradicada en España.

Para realizar este estudio, los médicos canarios recogieron datos de 221 pacientes que habían sido diagnosticados con tifus murino en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria entre los años 1999 y 2015. De entre todas, las complicaciones más frecuentes fueron la hepatitis, el fallo renal, la meningitis y la neumonía. De los 221 pacientes, 51 fueron hospitalizados y 29 desarrollaron complicaciones.

Lo que hallaron respecto a la enfermedad es que no solo es bastante común en el Archipiélago, sino que se había expandido silenciosamente por todo el globo y que, además, ya no era transmitida por un solo vector –la pulga de la rata– pues la bacteria se ha adaptado y es capaz de infectar también a las pulgas de gatos y perros, sin contar con que se puede transmitir por la mera inhalación de las heces de los artrópodos. Hoy en día, el tifus murino se considera una de las causas más frecuentes por las que la fiebre puede prolongarse entre una semana y casi un mes, junto a la mononucleosis infecciosa y la fiebre Q.

Una enfermedad común

En Canarias, según otro artículo de investigación que analiza la presencia de tifus entre 2003 y 2015 en toda España, se descubrió que la bacteria que lo transmite, Rickettsia typhi, era más prevalente en las zonas rurales de todas las islas, así como en agricultores.

No obstante, en ese mismo artículo se advertía de que el campo no supone el único foco de infección, haciendo hincapié en que unas malas condiciones higiénicas en distintos puntos de la ciudad también pueden propiciar su expansión. Ese mismo artículo, realizado por investigadores de Valencia y Cataluña, se constató, asimismo, que la prevalencia de esta enfermedad en las Islas era el más alto de toda España. Para Robaina, sin embargo, esta circunstancia puede tener otra explicación. “En Canarias existe un especial interés por describir y diagnosticar esta enfermedad desde hace años, pero no ocurre de manera homogénea en todo el territorio”, señala el médico.

Al ser considerada una enfermedad poco prevalente y, además, leve, son muchos los facultativos que la pueden estar pasando por alto. Esta situación, unida a las lentas pruebas diagnósticas existentes, hacen que el tifus murino sea una enfermedad muy infradiagnosticada en España y en todo el mundo.

“En estos momentos solo disponemos de estudio serológico para diagnosticar la enfermedad”, explica Robaina. Sin embargo, esta prueba está supeditada a que se generen anticuerpos, y por ende, debe pasar un tiempo desde que comienzan los primeros síntomas hasta que se revela como positivo en este test. “También disponemos PCR, pero es fiable durante una ventana de tiempo relativamente pequeña”, remarca el internista, que señala que, por esta razón, varios grupos de investigación están buscando la fórmula para hacer más accesible y rápido el diagnóstico rápido de la enfermedad.

Costo importante a la salud

Este diagnostico incorrecto a ojos de un grupo de investigación canario, representa “un costo de salud importante”. Sin pruebas de diagnóstico, los pacientes –en su mayoría hombres de mediana edad– acaban teniendo que ser sometidos a una batería de pruebas sin un fin claro y obligados a seguir tratamientos inadecuados. El problema es que no es tan leve como se ha estado considerando. “Un grupo significativo requiere ingreso hospitalario y desarrolla complicaciones potencialmente mortales”, explica el grupo de investigación, formado también por facultativos expertos del Complejo Hospitalario Insular Materno Infantil y de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Concretamente el 31% acaban sufriendo una enfermedad muy grave que si bien, “se acaba controlando”, como señala Robaina, buena parte se podría evitar si tan solo un diagnóstico correcto y rápido.