Trasladar al papel los movimientos de unos personajes de carne y hueso que terminaron colonizando las crónicas de Historia de intramuros (Bara Bara), un libro con el que el periodista y escritor Román Delgado describe un ciclo clave en la crisis sanitaria: el confinamiento. El texto es anterior a la declaración que la Fundéu hizo la pasada semana en referencia a la palabra del año. La soledad concentrada en las semanas en las que había limitaciones para salir de casa se apodera de las cuatro manzanas del barrio santacrucero de Duggi.

El aislamiento, el teletrabajo –el autor forma parte del equipo de comunicación adscrito al Gobierno de Canarias– y la necesidad de no poder estar quieto es lo que impulsó a Román Delgado a edificar un universo que empezó a tomar forma cinco días después del inicio del confinamiento y acabó la semana posterior a la activación de la desescalada. “El proyecto nació con la intención de contar desde casa lo que estaba sucediendo en la calle, las personas que veía a través de un ventanal, las sensaciones que percibimos todos durante aquellos días...”, enumera.

Cuatro personajes son el motor de Historias de intramuros, cuatro identidades reales que con el paso de los días se mimetizan a través de una ficción que en ningún caso consigue despojarlos de su personalidad. El vecino que no quiere perder la forma dando vueltas en su azotea, la persona que usa como excusa pasear a un perro con tal de pisar la acera, el obrero que continúa trabajando en el lecho del barranco hasta que se decreta el cese de actividad... Estas son algunas de las referencias de las que tira el autor para desenredar un tiempo de tristeza. “Un día salí a buscar al operario y no estaba; todos se habían marchado a casa. La única forma posible para dar continuidad a lo que había empezado era ir a buscar a ese señor a su casa. Ahí es cuando la realidad comienza a teñirse de ficción para ver cómo transcurren los días de confinamiento... Quise plasmar cómo transcurre la vida en un espacio reducido; el día a día en casa aislados del ruido que dominaba nuestras vidas antes de la pandemia”.

La persona que cruza la calle en busca de un contenedor para depositar la basura o la que entra en una farmacia en busca de su medicación. A partir de esas acciones, que antes de que Pedro Sánchez anunciaran el estado de alarma se podían entender como gestos insignificantes que estaban anudados a una vida que no se paraba a calibrar la importancia de esas rutinas, se organiza una crónica general del aislamiento en el que los personajes cuentan las sensaciones que les produce el encierro.

Ese es el tránsito que aprovecha Román Delgado para caricaturizar y demonizar a unos personas que de la noche a la mañana evolucionan de su estado real a la ficción –una caricatura en blanco y negro elaborada por Gervasio Cabrera se instala en la portada y contraportada interior del libro– para relatar sus miedos y temores ante un escenario marcado por la grave incidencia del coronavirus, pero que tiene una clara continuidad en el marco de las condiciones económicas que van a cambiar con la llegada de la nueva normalidad.

Una de las cuestiones que desmonta Delgado en las páginas de Historia de intramuros tiene que ver con la idea generalizada de que un espacio cerrado es opresivo y no da muchas posibilidades a las personas que lo ocupan. “Crear elegancia en un momento tan complicado y en unas dimensiones tan reducidas es posible a partir de un ejercicio de imaginación como el que está reflejado en estas pequeñas crónicas, que son muy fáciles de leer, porque es un libro pequeño, pero, además, se pueden retomar en cualquier momento porque se han concebido como pequeños relatos en clave periodística”, explica.

Textos e imágenes

Sacar partido al confinamiento. Esa es la esencia de un libro cuyos relatos vienen intercalados con imágenes de Álex Rosa que ofrecen a los lectores distintas perspectivas del barrio de Duggi. Y es que la narrativa del confinamiento ha llegado para quedarse. “Aún no he visto demasiados títulos que estén conectados con este hecho, pero está claro que algo de esta magnitud va a marcar la temática de muchos libros en los próximos años. Sobre todo, porque en 2021 y 2022 van a seguir pasando cosas que de una manera u otra van a estar asociadas con los efectos sanitarios y económicos desencadenados a partir de la expansión del coronavirus”, asegura Román Delgado.

Arritmias ‘contadas’ a través de ocho manos

Román Delgado también es uno de los protagonistas de Cuarteto de arritmias, un libro que camina en otra dirección a Historias de intramuros, igualmente editado por Bara Bara, que además del periodista realejero cuenta con la participación de Indra Kishinchand López, Fer. D. Padilla y Cristina Quirantes Sánchez. El prólogo es de Claudio Colina Pontes –en el caso de Historias de intramuros ese papel lo desarrolla Rafael-José Díaz– y también viene acompañado de unas fotografías de varios autores (Juan Manuel Santos, Román Delgado, Indra Kishinchand López, Fer D. Padilla y Cristina Quirantes Sánchez). “Es un proyecto que hemos cuidado mucho, no solo en su apariencia sino con los textos que se elaboraron para dar forma a una colección de textos que tienen como punto de partida una visión periodística y se acaban transformando en una herramienta literaria”, ha explicado Delgado. Cada autor aporta su creatividad y experiencia a una iniciativa que inicialmente estuvo en esa nube virtual en la que acaban los textos e imágenes que tienen vida propia en las redes sociales. “Entre esa primera aparición y lo que está en Cuarteto de arritmias hay una evolución hacia un lenguaje menos descriptivo y más literario, entendiendo como literario la posibilidad de contar una historia a través de un relato corto o un poema”. El único reto que se autoimpusieron los autores de esta aventura en la línea de salida fue “descubrir la emoción de las palabras”, aseguran.