Me pregunto qué habrá sido de los primeros bebés del año de las últimas décadas, cómo les habrá ido en la vida, si han cumplido con las expectativas de ilusión y felicidad que los padres y los medios de comunicación depositaron sobre ellos en el momento de tomarles esa fotografía a bocajarro pocas horas después de abandonar la sala de partos.

Hay una buena historia detrás de esos primeros bebés, los que nacen entre uva y uva o al acabar las campanadas. Qué habrá sido de ellos, si han logrado construirse una vida a la altura de la tradición con que se les inmortaliza en las hemerotecas o si, por el contrario, se salieron de la partida a las primeras de cambio porque sus padres no lograron vencer la mala racha de reveses después de esas imágenes de portada. Puede que esas primeras páginas de antaño, hoy anécdotas arrumbadas en el segundo nivel de las ediciones digitales, hayan sido los únicos momentos de gloria en la vida de esos bebés, o puede, ojalá, que su primer contacto con el público se convirtiera en premonitorio de una carrera de éxitos.

Gracias a esos bebés, los medios cumplimos con una tradición a la que luego, sometidos a la vorágine de la rabiosa actualidad, no hacemos seguimiento durante los 364 días restantes. Mucho menos a lo largo de sus vidas. Y puede que alguna de esas criaturas, cuya madre trata de sonreír a la cámara después de los dolores, sea en el futuro algún personaje de la historia en cuya biografía nunca se hace constar que fueron el primer bebé del año en que nacieron. Quizá alguno de ellos resultó ser Lorenzo de Médici (1 de enero de 1449), mecenas del Renacimiento; o nos encontramos con que aquel niño nacido en los primeros minutos de 1863 llamado Pierre de Coubertin entraría en las enciclopedias como promotor de los Juegos Olímpicos. Quién sabe si al malvado director del FBI John Edgar Hoover le sacaron los periódicos del Año Nuevo de 1895, o si "Le Monde" inmortalizó en sus páginas en 1956 a Christine Lagarde sin saber que se trataba de Christine Lagarde.

En esos primeros bebés del año está escrita tanta esperanza como fracaso. Deberíamos curiosear con el paso de los años qué fue de sus vidas. Para los nacidos el primero de enero de 2021, acaso más que nunca. Quizá se encuentre entre ellos la persona que nos salve de la hecatombe. O lo contrario.