Cumplimentar la tradición de comprar churros en la mañana de Navidad –un hábito más consolidado en Fin de Año– se convirtió ayer en una misión casi imposible tanto en Santa Cruz, como en La Laguna o Candelaria, donde el decreto dictado por el Gobierno canario que impide despachar en el interior de los establecimientos –tanto en barra como en mesas si están en el interior– se ha traducido en el cierre hasta al menos el próximo año.

El cierre de estos negocios se convirtió ayer en la profecía del churro que fue la tónica habitual durante todo el día, donde un ambiente triste reinó en las calles chicharreras y laguneras, y en general en las de los municipios de la geografía tinerfeña.

El hecho de que el 25 de diciembre sea festivo a nivel laboral, unido al auge de los regalos tecnológicos –para los que reciben presentes de Papá Noel o el Niño Jesús– se unió ayer a las medidas de distanciamiento social para evitar los posibles contagios por el virus. Así, el trajín de la Nochebuena se cercenó para cumplir con el decreto del Gobierno canario, que más allá de autorizar hasta un máximo de tres unidades familiares de convivientes impedía también que en torno a la mesa se reunieran más de seis personas. Daba lo mismo si era Nochebuena o Navidad; lo mismo ocurrirá en Fin de Año y Año Nuevo.

Un ambiente triste en las calles preside la fiesta de Navidad

Otra tradición que se tambaleó este año fue la costumbre de acudir en familia a la Misa del Gallo, aquellos que alimentan aún los hábitos religiosos. El decreto gubernamental, aunque ampliaba el toque de queda de las diez de la noche a las doce y media de la noche, obligó a la mayoría de las parroquias de la diócesis a adelantar la misa de medianoche a las siete o siete y media de la tarde, como ocurrió en la Catedral de La Laguna, mientras que en la Basílica de Candelaria fue la última de cuantas se celebraron, y casi la única: a las once y media de la noche.

Eso en Nochebuena. Ayer, la capital tinerfeña y La Laguna amanecieron apagadas, con un ambiente triste, contagiadas por esos regalos tecnológicos que acaban por recluir a los pequeños entre cuatro paredes. Como un vestigio del ayer se mantienen los pequeños que salían con sus bicicletas a los parques y jardines. Ayer se vio algún patinete, y mucho lo utilizaban adultos para sus traslados.

Este año no solo no hubo almuerzos de más de seis comensales al mediodía; por no haber, hasta faltó a la cita el tradicional Concierto de Navidad que ofrecía la Orquesta Sinfónica de Tenerife desde el año 1994, en cumplimiento de las normas sanitarias que recomiendan el distanciamiento social e impiden la celebración de actos multitudinarios.

Cambio de hábitos

Esta tristeza callejera, con vías vacías y un ambiente oscuro –en buena parte marcado por la incidencia de la calima que reinó en la capital tinerfeña– no fue una simple percepción de un transeúnte. Sin que sea una fórmula empírica, los datos de la Policía local de Santa Cruz de Tenerife acreditan un cambio de hábitos.

Las fuentes consultadas en el Cuerpo de seguridad chicharrera asegura que hasta las ocho o las nueve de la tarde-noche del día de Nochebuena se recibieron numerosas denuncias de vecinos advirtieron de las molestias provocadas en las terrazas del sector de la restauración, o incluso advirtiendo, en la mayoría de las llamadas telefónicas recibidas, que no se respetaban las normas de seguridad que se regulan en el decreto del Gobierno de Canarias.

Agentes del orden público no muestra su sorpresa por la situación que vivió la Policía local en Santa Cruz de Tenerife entre las ocho y las nueve de la tarde-noche del pasado día 24. Junto a las llamadas advirtieron de las aglomeraciones en las terrazas se registraron media docena de accidentes de chapa y pintura en la capital –aunque solo fueron daños materiales–, lo suficiente para colapsar el servicio, pues el mismo dispositivo de agentes tenía que atender a los siniestros como a las denuncias por no respetar el distanciamiento, en este caso no entre vehículos, sino social, en las terrazas de la capital.

Por la noche, después de las diez de la noche, ante la imposibilidad de participar en actos organizados, las fiestas privadas en los domicilios se convirtieron en las reinas de la noche. Ya desde dos horas antes de la medianoche se incrementaron, casi de forma exclusiva, las intervenciones en domicilio a raíz de denuncias realizadas por vecinos que advertían de las molestias que sufrían por ruidos.

En la madrugada de Nochebuena a Navidad no hubo que lamentar accidentes de relevancia en Santa Cruz de Tenerife, según las fuentes policiales consultadas, que precisan que la Unipol realizó en cinco puntos de la capital para evitar la celebración de botellones en la vía pública. La calma chicha fue la tónica habitual durante las primeras horas de la Navidad, en la que incluso la concejala de Seguridad Vial de la capital tinerfeña, Evelyn Alonso, acompañó al principio de su jornada laboral a los efectivos de la Unipol. Una noche tranquila que contagió al día de Navidad de ayer en Santa Cruz.

Fiesta en Camino Largo

En La Laguna, el Ayuntamiento de la Ciudad de los Adelantados confirmó que en la mañana de ayer efectivos de la Policía Local realizaron una intervención en Camino Largo, como informó en su perfile oficial en Twitter, donde precisó que se levantaron ocho actas por incumplimiento del distanciamiento social que establece el decreto del Gobierno de Canarias, y que permite un máximo de seis personas, con la participación de un máximo de 3 unidades de convivientes familiares.

En dicha actuación de la Policía los agentes instruyeron diligencias no sólo por incluir las normas para evitar contagios del virus sino también por alteración del orden, además de por delito leve de lesiones y un supuesto delito contra la Seguridad Vial. Fue la intervención más relevante del día de Navidad que celebró ayer en La Laguna, donde el silencio reinó en las calles y plazas de Aguere, como contagiadas por el desconsuelo de muchos hijos que no pudieron ir a ver a sus padres, una inversión de futuro para poner coto al contagio del coronavirus.

Más movida fue la Nochebuena lagunera, según los datos aportados por la Policía local, que destacan tres actuaciones.

En plena madrugada de Nochebuena a Navidad, efectivos del Cuerpo de Seguridad Local junto a la Policía Nacional desplegaron un control de seguridad y tráfico en la rotonda del Hospital Universitario de Canarias, donde se controlaron trece vehículos. Cabe recordar que según el decreto del Gobierno canario la movilidad entre las doce y media de la noche y las seis de la mañana queda limitada a aquellas personas que trabajen o cuantos sufran una urgencia que les obligue a ir a un centro médico.

Según los datos de la Policía local, durante el horario del toque de queda del 24 al 25, fue sorprendido un conductor que dio positivo en el control de la rotonda del HUC a lo que se suman dos denuncias presentadas la caducidad del permiso de conducir. De otra forma: en pleno toque de queda al menos dos personas decidieron ponerse al frente del volante a pesar de tener el carné caducado.

También en la Nochebuena lagunera, los agentes del orden localizaron un establecimiento que permanecía abierto al público más allá de las diez de la noche, sin respetar el horario de toque de queda. Además de la correspondiente multa por esta infracción, la Policía de Aguere impuso catorce sanciones a otras tantas personas que permanecía en el lugar celebrando la Nochebuena, a pesar de que el decreto impone cesar la actividad desde las 22:00 horas. El Ayuntamiento de La Laguna precisa que los guardias municipales contaron en el despliegue de seguridad con la participación de efectivos de la Policía Nacional.

Un paseo durante la mañana por las calles comerciales de Herradores, La Carrera o Heraclio evidenciaban un panorama desolador. El silencio de las calles se interrumpía en algún caso con el taconeo para acudir a las misas en la Catedral o Santo Domingo, mientras dos o tres niños, con sus gorros de Papá Noel, jugueteaban a la puerta de un establecimiento que vende más pan que café, un oasis que permitía a los mayores saludarse y poco más.

A la incidencia de la calima, las bajas temperaturas que han reinado en los últimos días en La Laguna acaban por menguar los poco clientes que intentan salvar los bares y restaurante en sus terrazas. Así, la mañana de Nochebuena, en la plaza del Adelantado, la churrería estaba cerrada; y los dos de los bares de la zona atendía a sus clientes que de forma heroica desafiaban al frío; no se puede consumir dentro y encima las bajas temperaturas hacen estragos.

Fue una Navidad con sordina; sin concierto en el Puerto chicharrero, y con la vista puesta de la decisión del Gobierno que afectarán ya al día 6. Por ahora, la mayoría de los ayuntamiento preparan cabalgatas fugaces sin aglomeraciones a la espera del decreto que está por llegar, como los Reyes.

Calles con pocos viandantes fue la tónica habitual en la mañana de ayer tanto en Santa Cruz (foto de la calle del Castillo) como en La Laguna, y en la mayoría de los municipios de la Isla de Tenerife, donde los establecimientos de restauración esperaban –muchos sin éxito– la llegada de sus clientes: una mesa para más de cuatro personas resulta misión imposible con el decreto anticovid. A la derecha, intervención policial de La Laguna, donde se desplegaron varios operativos.