Moise González es un músico, compositor, productor musical y organizador de actividades culturales. Este vecino de Santa Cruz de Tenerife ha tenido la oportunidad de actuar junto a reconocidos cantantes de música salsera a nivel internacional y con diferentes artistas canarios. Y en los últimos años ha impulsado diferentes iniciativas en las que resalta el valor de la creación propia en cantantes e intérpretes del Archipiélago. Moise sufre una enfermedad degenerativa llamada distrofia muscular, tipo cintura, que comenzó cuando era un adolescente. En estos momentos, tiene una discapacidad física reconocida del 90 por ciento, se desplaza en una silla de ruedas eléctrica y necesita ayuda para numerosas acciones cotidiana.

En marzo del 2014 solicitó una ayuda económica relacionada con la Ley de Dependencia a la Consejería de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud del Gobierno de Canarias. Más de seis años después, hace pocas semanas, tras solicitar la cita pertinente, acudió a la sede de dicho organismo, en la plaza Primero de Mayo, para ver cómo iba su expediente y le comunicaron que tenía reconocido su Plan Individual de Atención (PIA). Sin embargo, González denuncia que le asignaron el grado 2 y a él le corresponde el grado 3. En el grado 1 se incluyen los casos de dependencia moderada, es decir, para aquellas personas que necesitan ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día; o bien tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal. El grado 2 engloba las situaciones de dependencia severa, cuando los ciudadanos necesitan ayuda para realizar varias acciones básicas dos o tres veces cada jornada, pero no requiere apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal. Y el grado 3 recoge las situaciones de gran dependencia, donde el discapacitado requiere apoyo para varias actividades básicas de la vida diaria varias veces al día y, por su pérdida total de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, demanda asistencia indispensable y continua de otra persona, o bien requiere apoyo generalizado para su autonomía personal. “No puedo acostarme ni levantarme, ni dormir solo, tampoco vestirme ni bañarme, por ejemplo”, comenta Moise González para expresar cuál es su realidad cotidiana.

Ante lo que este músico de Añaza considera una asignación de grado errónea, ya puso la reclamación correspondiente ante el Ejecutivo autónomo, “pero la realidad es que pueden pasar varios años más” antes de que se la resuelvan de forma adecuada a sus intereses, según explica. En esa línea, va a luchar para que no sea así, “porque necesito soluciones inmediatas para resolver mi situación actual”, explica. El pasado lunes, este santacrucero envió su protesta a la Diputación del Común por el tratamiento recibido en la administración autonómica respecto a la Ley de Dependencia. Su intención es que lo ayuden y que la comunicación de la resolución no se prolongue en el tiempo “para recibir lo que por Ley me pertenece”.

El artista acude a la Diputación del Común para que su queja no tarde en resolverse

En estos momentos, este músico asegura que recibe el servicio de limpieza de su domicilio, gracias al área de Atención Social del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. El consistorio de la capital tinerfeña también le ha costeado una cama eléctrica y una “grúa”. Pero González comenta que su sorpresa no acabó con lo que considera una declaración errónea por su grado de dependencia. El citado departamento del Gobierno canario le otorga la posibilidad de disfrutar de servicio de rehabilitación con 230 euros al mes. En el área de Bienestar Social le entregaron un listado de tres centros en los que supuestamente podía realizar dicha actividad física. Pero, de forma curiosa, uno de ellos no le ha respondido y los otros dos le contestaron que no prestan servicios de rehabilitación. El afectado lamenta que, a veces, “me tachan de conflictivo, pero estoy cansado de callarme, porque ya tengo casi 50 años y nada avanza” a nivel de las administraciones públicas para ofrecer una atención eficaz a ciudadanos en su misma situación.

La distrofia muscular de tipo cadera se la detectaron con 14 años y dejó de andar hace una década

A los 14 años comenzó a sufrir su distrofia muscular, tipo cintura. Durante más de dos décadas pudo desplazarse por sus propios medios. Sin embargo, todo cambió hace una década. Tuvo una caída en su domicilio y se fracturó la tibia y el peroné. Permaneció seis meses inmovilizado en una cama. Y desde ese momento perdió la capacidad de andar de forma definitiva. Y para desplazarse recurre a su silla eléctrica. Los especialistas explican que su enfermedad degenerativa puede ir “de mal en peor, o bien estabilizarse”.

“No puede ser que en la sociedad vendamos una integración social que no es real”, critica este músico. Advierte de que, de forma general, son muy pocas las personas discapacitadas físicas que se pueden ver por la calle. Opina que “un gran porcentaje de ellas están sumergidas en depresión y sufren complejos que los alejan” de las relaciones sociales.

“La actividad física periódica es una ayuda emocional y psicológica”

Moise González criticó, hace años, a conductores de Titsa, “que te dejaban en tierra, te hablaban de forma maleducada y, aunque las guaguas tenían rampas, o no te la abrían de forma automática, o bien no se molestaban en sacarla de manera manual, si el mecanismo no funcionaba”. Para González, con esas actitudes, “llegas tarde a las citas, a las entrevistas, a los trabajos; eso va en contra de la pretendida integración social”.

“Hace falta que los políticos presten más atención, ya que la administración no tiene personal ni medios suficientes para resolver las solicitudes de dependencia”, comenta el músico. En su opinión, en Tenerife no hay recursos preparados para intervenir con afectados con problemas neuromusculares. Comenta González que la actividad física es una “ayuda emocional y psicológica” para quienes padecen estas patologías, así como un respiro para sus familiares o cuidadores. Para él, los trabajadores deben tomarse “como un reto” la intervención y “los políticos se hacen muchas fotos, pero no solucionan los problemas reales”.