“Hemos cumplido con todo lo que nos ha pedido el Gobierno canario en materia de seguridad. Primero nos recortaron la capacidad un 70%, luego nos dejaron abrir la mitad y hasta ayer, al 30%, y ahora toman estas medidas que van contra los pequeños empresarios que siempre hemos dado vida a Santa Cruz de Tenerife”. Manuel García se siente dolido, como si la decisión atentara en el ámbito personal.

“Aquí trabajamos mi mujer y yo más siete compañeros y ahora no sé si podremos seguir abiertos”. El dueño del bar Imperial agradece la ayuda que desde ayer le ha brindado el ayuntamiento, que le ha ofrecido la posibilidad de instalar una terraza por fuera del cine Víctor, cerca de su negocio. “Pero no sé si el decreto del Gobierno canario lo permite; hasta que salga publicado no sé si me obligarán a cerrar o podré seguir abierto”. “A los centros comerciales y al tranvía y la guagua le han permitido hasta ahora que siguieran abiertos sin restricciones y nos han caído encima a nosotros”, se lamenta Manuel, que recuerda que su padre, cuando regresó de Venezuela, “se enamoró” del bar Imperial hasta que logró hacerlo suyo en 1961, manteniendo su nombre. “Esperamos seguir con nuestros bocadillos de pollo”, añade sin perder el optimismo.