Experiencia en la gestión de epidemias, población más joven, veneración hacia los ancianos, prevención y responsabilidad de la comunidad. Esas son las cinco claves de la resistencia del continente africano frente a la Covid-19, según explica la antropóloga Julienne Anoko, del equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dedicado a la lucha contra el virus en África. Desde que se detectó el primer contagio en el continente –en Egipto a mitad del mes de febrero–, los experto vaticinaron cifras catastróficas en el territorio africano. Sin embargo, el segundo continente más poblado del mundo, con más de 1.200 millones de habitantes, solo ha registrado 2,4 millones infecciones, frente a los casi 22 millones de positivos que se han notificado en Europa.

La baja incidencia de la Covid-19 en África no deja de sorprender a los científicos. Ciudades abarrotadas, dificultad para acceder al agua, escasas medidas higiénicas y carencia de recursos sanitarios son los ingredientes perfectos para provocar una explosión de la pandemia. A pesar de todo, el continente parece plantarle cara al virus. “Ahora estamos viendo el resultado de la preparación de los países, que empezó hace mucho tiempo”, asegura Anoko. Quien recuerda que, actualmente, están gestionando 16 epidemias al mismo tiempo que la Covid-19.

Cuando se detectó el virus en China, la OMS en África puso en marcha una evaluación a los 47 países que gestiona en el continente, para ver en qué situación se encontraban de cara a afrontar la llegada de una enfermedad hasta el momento desconocida. Analizaron aspectos como la logística, los recursos clínicos o la comunicación. Tras la evaluación, concluyeron que los países estaban preparados al 60% y que los hospitales no tenían capacidad para albergar a pacientes con coronavirus en las unidades de cuidados intensivos.

“A partir de ahí, establecimos una estrategia de salud pública enfocada en la comunicación”, apunta la antropóloga y detalla que movilizaron a las mujeres, a los líderes religiosos y a los jefes de los barrios para que colaboraran en la gestión de la epidemia como grupos de influencia. “Es un trabajo enorme y necesitamos miles de voluntarios para luchar contra el enemigo común, pero después de 15 años gestionando epidemias, puedo asegurar que siempre que la comunidad se implica, se corta la cadena de transmisión”, asevera Anoko antes de reunirse en Casa África con un grupo de expertos, entre los que se encuentran Lluís Serra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y portavoz del comité científico que asesora al Gobierno de Canarias frente a la Covid-19, y Amós García Rojas, jefe de sección de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Ejecutivo regional y presidente de la Sociedad Española de Vacunología.

Solidaridad internacional

Un aspecto antropológico que ha protegido a la población más vulnerable frente al virus, es que en África “los ancianos son como un tesoro y se les trata como a personas veneradas”. Además, indica Anoko, en muchos casos no comen al mismo tiempo que el resto de la familia. “En Senegal se les ha empoderado y han liderado la lucha contra la Covid-19”, explica la experta de la OMS y sostiene que los mayores con su “autoridad” han conseguido que su núcleo familiar se mantenga alejado y respete las medias de seguridad.

Las epidemias normalmente se desatan en las zonas rurales, pero el caso de la Covid-19 es diferente. El peligro se sitúa en las grandes ciudades y llegó al continente a través de las personas con poder adquisitivo que podían viajar a otros países en avión. Por esto, destaca Anoko, han tenido que trabajar la comunicación incluso visitando a los diferentes ministros para explicarles los peligros de la enfermedad.

En África hay muchos países en los que el acceso al agua es complicado. Por esto, la OMS recurre a los recursos locales para desinfectar las manos, como son la ceniza o la arena fina. “No podemos recomendar utilizar agua y jabón cuando no lo hay”, la menta.

La Organización Mundial de la salud puso en marcha la iniciativa Covax, con la que pretende garantizar un acceso equitativo a la vacuna contra la Covid-19. En este sentido, Anoko confía en que el antídoto llegará a los países en vías de desarrollo. Eso sí, apela a la solidaridad internacional, porque “los países tienen que comprender que si se protegen solo ellos, no están a salvo”. Para Anoko el mayor reto con respecto a la vacuna no es el logístico –ya lo han superado con la vacuna del ébola, que tenía que mantenerse a -80 grados–, sino tener que luchar contra las fake news y lograr convencer a la población de que la inmunización es positiva.

La antropóloga señala que “muchas veces, las agendas políticas complican la respuesta ante una epidemia”. Por esto, la OMS ha trabajado en algunos países para que los partidos políticos lleguen a un acuerdo y luchen unidos frente al enemigo común, el virus.