Justo en estos días en los que Clement trae desde este domingo fuertes lluvias y vientos a Canarias, se cumple el decimoquinto aniversario de la tormenta tropical Delta.

Tenerife fue la isla más castigada durante la tormenta tropical Delta y vivió 48 horas dramáticas en las que el viento alcanzó hasta los 250 kilómetros por hora con rachas continuadas de más de 140 kilómetros por hora. El impacto se dejó notar en toda Canarias, especialmente en las islas occidentales con importantes daños materiales y pérdidas personales.

Si durante la jornada el viento y la lluvia cada vez se dejaba sentir más y a medida que pasaban las horas las situaciones de peligro se multiplicaban con carteles volando, cascotes desprendidos, inundaciones… Al llegar la noche muchos fueron los que no pudieron pegar ojo. El corte del suministro eléctrico hacía que el ulular del tiempo se escuchase con mayor intensidad acompañado con el ruido de objetos que se rompían al caer. En algunos casos incluso toda la impermeabilización del techo. Una sensación de caos y oscuridad que ocurrió tan solo 3 años más tarde del dramático 31 de marzo de 2002 en el que la trágica riada tuvo el nefasto balance de ocho fallecidos, doce personas desaparecidas y muchos más heridos.

El Delta demostró que la privilegiada posición de Canarias en el globo también requiere contar con suficientes recursos para que la Agencia Estatal de Meteorología pudiese realizar un seguimiento al incremento de tormentas y borrascas que llegaban hasta las inmediaciones del Archipiélago. “Vientos huracanados” indicaba el aviso del Gobierno de Canarias que pedía a los ciudadanos que evitasen desplazamientos.

Al día siguiente llegó el momento del recuento y del impacto emocional que genera ver los millonarios destrozos que provocó el viento. Las torres eléctricas, destrozadas y tiradas al suelo por decenas fueron uno de los símbolos que mostró la impresionante fuerza con la que el viento azotó las Islas. Cascotes desprendidos, árboles arrancados del suelo desde la raíz y un caos generalizado agravado por la falta de suministro eléctrico. Una desigual recuperación de la electricidad en las viviendas que se prolongó en algunos casos hasta una semana tras la tormenta. De nuevo un desolador panorama, esta vez dentro de las viviendas, que se sumó a los problemas en los que se habían convertido actividades habituales como desplazarse al trabajo, o realizar una compra de alimentos. Invernaderos destrozados, muros caídos, naves sin techo... un panorama dantesco en su conjunto que mostró la fortaleza de la sociedad canaria. Un paisaje que pocos podrán olvidar y que en los márgenes de la autopista TF-5 ha quedado reflejado con las torres eléctricas que serán capaces de soportar nuevos vientos huracanados.

Aunque la tormenta tropical Theta puso en alerta a Canarias por su cercanía al Archipiélago, ha sido en estos días cuando las lluvias y el viento se están dejando sentir provocando la alerta de la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias por lluvia, viento y fenómenos costeros. Este 2020 es el año con mayor número de ciclones en el Atlántico desde que se tiene registros, superando a los registrados durante 2005, el año de la tormenta tropical Delta, aunque afortunadamente en esta ocasión no han generado situaciones tan adversas en las Islas.