El emblemático radiotelescopio Arecibo no volverá a mirar al espacio. La decisiva rotura en su cableado principal ha obligado a sus promotores a renunciar, tras más de medio siglo de servicio –comenzó a operar en 1963–, a esta gran construcción que continúa siendo la más grande de su tipo en todo el mundo. Pero no se marcha sin haber dejado huella. Arecibo se lleva con él el recuerdo de grandes hitos de la ciencia, como el lanzamiento del primer mensaje humano al espacio, o su participación en icónicas escenas de la historia cinematográfica.

“La noticia de su desmantelamiento surge justo 46 años después de mandar ese mensaje a las estrellas”, explica el astrofísico Héctor Socas, director del Museo de la Ciencia y el Cosmos que aún recuerda aquel emocionante momento histórico. Los encargados de diseñar esta carta de visita humana fueron, entre otros, los astrónomos Frank Drake y Carl Sagan, que se devanaron los sesos para encontrar la manera idónea de mostrar a los moradores de remotos planetas que existía vida inteligente en La Tierra. “Era un mensaje pixelado que se transmitió a 10 bits por segundo durante 3 minutos”, recuerda Socas.

El mensaje original, codificado en su mayoría en código binario, representaba los números del uno al diez, los números atómicos del hidrógeno, carbono, nitrógeno, oxígeno y fósforo (componentes del ADN del Homo Sapiens sapiens); las fórmulas de los azúcares y bases en los nucleótidos del ADN; el número de nucleótidos en el ADN y su estructura helicoidal doble; la figura de un ser humano y su altura; la población de la Tierra; el sistema solar; y una imagen del radiotelescopio de Arecibo con su diámetro.

El mensaje finalmente fue lanzado a un cúmulo de estrellas Hércules situado a 25.000 años luz en 1974 a través de ondas electromagnéticas. “Para que regrese tendrían que pasar otros 25.000 años luz, que es lo que tardará en llegar”, insiste Héctor Socas, quien además recuerda que a la velocidad a la que se expande el universo, los cúmulos estelares se irán moviendo, así que es probable que “para cuando llegue, ni siquiera siga allí”.

Pero no ha sido el único hito científico que se ha podido lograr gracias a la potente instalación científica. Con él investigadores de todo el mundo han podido corregir el periodo de rotación de Mercurio, tomar la primera foto de un asteroide e incluso ser testigo de los primeros planetas extrasolares que se divisaban desde la Tierra. “Hace tres años se abrió un debate sobre si se debería cerrar”, afirma Socas. Y es que, con el tiempo, la enorme instalación científica también se ha quedado obsoleta. “Ahora es más común crear una red de agrupaciones de antenas que trabajan conjuntamente, en lugar de contar con una de grandes dimensiones, como Arecibo”, explica el investigador. Ejemplo de ello es la colaboración internacional ALMA (siglas de Atacama Large MilimeterArray) o el Event Horizon Telescope que, gracias a su red de antenas repartidas por todo el planeta, logró fotografiar por primera vez un agujero negro.

El debate acabó hace tres años porque los instrumentos de los que dispone el radiotelescopio lo hacen único y preservan muchas y útiles funcionalidades. Básicamente, Arecibo es capaz hasta el momento de realizar los mejores estudios de la ionosfera desde la Tierra, además de ser el único telescopio capaz de captar asteroides desde la Tierra. Esta característica se añadió al telescopio en 1974. Ese año, además de mandar un mensaje a las estrellas, la instalación sufrió su primera remodelación con la que se instaló un transmisor de alta potencia que, a día de hoy, se sigue utilizando como radar. “Todas las investigaciones asociadas a esas funcionalidades se paralizarán a partir de ahora”, lamenta Socas.

El final de la vida del telescopio no ha venido dado, sin embargo, por el rápido avance de la ciencia. Ha sido sus más de 60 años al servicio de la humanidad los que han provocado un grave deterioro en la instalación científica. Uno de los cables de acero principales que sujetaban la estructura receptora que se encuentra suspendida a varios kilómetros del centro de la antena, se ha soltado, y eso ha sido suficiente para que la Fundacional Nacional de la Ciencia (NSF), decida desmantelarlo por completo.

Arecibo no podrá volver a registrar un asteroide ni a dar información sobre la ionosfera. Tampoco se convertirá en una pieza de museo –como muchos deseaban–, pero su contribución a la ciencia se mantendrá intacta gracias a la joven Jodie Foster que trató de contactar con vida extraterrestre desde la instalación puertorriqueña en Contact o a Pierce Brosnan que nos hizo conscientes en 007: Golden Eye, de la inmensidad del radiotelescopio que hoy exhala su último aliento.

900 toneladas suspendidas por tres grandes cables

El final del radiotelescopio Arecibo ha tenido su origen, fundamentalmente, en la rotura de uno de los cables estructurales de la gran construcción. Este enorme cable de acero se encargaba de sujetar un inmenso receptor de señal de unas 900 toneladas. La parabólica Arecibo está ubicada en un gran cráter de Puerto Rico, de ella emanan tres grandes cables que sujetan, a partir de unas torres, esa gran estructura receptora suspendida en el aire. En agosto ocurrió el primer problema con Arecibo. Fue un cable secundario el que, debido al deterioro, se rompió causando estragos en el plato reflector debido a la tensión a la que estaba sometido. Tres de las mayores empresas de ingeniería están desde entonces estudiando este problema que, hasta el momento no han sabido reparar. Y antes de que hayan podido llegar a la solución, otro deteriorado cable se soltó. Pero esta vez, se trató de uno de los que permite que 900 toneladas de receptor se mantuviera en el aire. Un informe de la Universidad de Florida realizado en los últimos días ha determinado que esta incidencia no tiene relación con el incidente previo. En vista de la situación, la Fundación Nacional de Ciencia (NSF), encargada del radiotelescopio, optó por desmantelarlo. | V.P.