Cada persona que se infectó por Covid-19 en Canarias durante la primera ola, con toda la logística y compra de material que ello conlleva, supuso alrededor 60.000 euros para la sanidad canaria. Así lo estima un reciente estudio publicado por economistas de ambas universidades canarias que afirman que la primera ola de coronavirus habrá supuesto un sobrecoste de al menos el 10,9% al Servicio Canario de la Salud (SCS), es decir, alrededor de unos 150 millones de euros.

“No han sido costes directos”, recuerda la catedrática en métodos cuantitativos de Economía y Gestión de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y coautora del artículo, Beatriz González López-Valcárcel, que remarca que una persona infectada por Covid-19 supone la compra para el sistema sanitario de equipos de protección individual, pruebas diagnósticas, rastreadores y un sinfín de gastos derivados. En este sentido y como insiste González, “el coste de cada paciente en UCI fue significativamente menor” al de los infectados.

El gasto directo de la Covid-19 en Canarias en la primera ola ascendió a 149,1 millones de euros

El gasto directo de la Covid-19 en Canarias durante la primera ola ascendió a 149,1 millones de euros, lo que supuso 67,5 euros para cada habitante. “El coste lo hemos estimado a través de los datos de seroprevalencia”, explica González. Es decir, se estimó que aproximadamente unos 50.000 canarios se infectaron de coronavirus durante la primera ola.

La partida más elevada fue la destinada a compras de material sanitario que representó casi el 40% del montante total, es decir, unos 57 millones de euros. El gasto de todo el SCS durante el primer semestre del año, sin embargo, tan solo aumentó un 9% con respecto al año anterior. “Con la Covid-19 se redujo drásticamente la actividad”, alega González que recuerda que “en abril los hospitales estaban por debajo del 60% de la ocupación, es un mínimo histórico”. En la misma fecha del año anterior estaban al 79% .

La reducción de la atención sanitaria ordinaria para dar prioridad a los enfermos de Covid-19 puso al sistema sanitario canario en una economía de guerra reduciendo drásticamente el número de cirugías, ingresos y consultas especializadas en hospitales así como las pruebas diagnósticas en Atención Primaria. Toda esa actividad que dejó de hacerse entre el 14 de marzo y finales de mayo ha conllevado a una pérdida del coste-efectividad que ronda los 136 millones de euros, según las estimaciones de la Dirección de Recursos Económicos del Servicio Canario de la Salud (SCS). “Es el valor de renunciar a algo y durante los primeros meses de pandemia, renunciamos a darle asistencia a todos los pacientes no Covid-19”, explica la economista. González advierte, además, que el confinamiento puede tener un efecto rebote en la propia asistencia sanitaria y en su coste a largo plazo que habrá que medir “con más información”. Y es que, la suspensión de la actividad normalizada probablemente tendrá un efecto “sobre los tiempos de espera y la salud de los pacientes”, especialmente los crónicos. “Habrá que medir el gasto sanitario entonces”, asume la economista y también miembro del Comité de Expertos de Canarias.

El estudio de seroprevalencia estima que unas 50.000 personas se infectaron durante la primera ola

Algunos facultativos ya lo han notado, por ejemplo en la evolución de los pacientes con infartos que, tras el confinamiento, suelen llegar al hospital en un estadio más avanzado. “Muchos médicos dicen que jamás habían visto a pacientes tan al límite”, insiste la experta. Las listas de espera quirúrgicas también son un indicador de que el sistema sanitario tiende a avanzar hacia este escenario. La Covid-19 obligó a demorar más de 2.000 operaciones quirúrgicas hasta junio debido a la pandemia, lo que se vio reflejado en un incremento en la lista de espera quirúrgica de más de seis meses.

Tras las compras de material sanitario, como mascarillas, EPIs, PCR, test rápidos, guantes y geles, entre otros, el mayor gasto estuvo en la contratación de personal para atender a la actividad asistencial derivada de la Covid-19, que ascendió a 52 millones de euros. No obstante, el reparto no fue equitativo entre todos los niveles asistenciales, dado que en la primera ola la urgencia de atender a pacientes muy enfermos y con el resto de la población confinada en sus domicilios, se procedió a invertir la mayor parte (44 millones de euros) en la atención especializada. Lo mismo ocurrió con gastos en reactivos y en productos sanitarios sin receta médica, en los que la balanza se giró de manera desproporcionada hacia los hospitales. La atención hospitalaria se llevó finalmente el 86,4% de los costes directos totales, mientras que para la Atención Primaria, se reservó tan solo un 13,6%.

El estudio, no obstante, hace hincapié en que es posible que tras el confinamiento la balanza haya cambiado dado que el trabajo en centros de salud ha adquirido más relevancia por tener que asumir funciones de rastreo. “Es de esperar que el peso de la Atención Primaria aumente significativamente”, explican los firmantes del artículo, entre los que se encuentra el economista de la Universidad de La Laguna (ULL), Ignacio Abásolo.

Los expertos son conscientes de que “la primera oleada de Covid-19 ha supuesto un importantísimo reto organizativo al SCS”. Sin embargo, advierten de que tanto o más lo es “la vuelta a la normalidad”. Los investigadores insisten en que se debe “recuperar la actividad ordinaria sin abandonar las mejoras conseguidas, por ejemplo, “el uso de la telemedicina o la colaboración entre especialidades y profesiones sanitarias”. “No podemos bajar la guardia”, reflexiona González. La situación de Canarias ha sido muy beneficiosa hasta el momento, lo que ha permitido que “el sistema sanitario no haya corrido aún el riesgo de colapso”, insiste. Sin embargo, es necesario continuar avanzando un paso por delante del virus, para procurar que la situación siempre permanezca controlada dentro de la permanente incertidumbre a la que la pandemia a abocado al mundo.