"¡Matías, Matías... Corre, ven, mira esta seta!". Ese fue el grito emocionado de Alba, una de las niñas participantes de las actividades de la VIII Salida Micológica que organizan el Campamento Quimpi y el Ayuntamiento de El Rosario en el ámbito del paraje natural de Las Lagunetas, en colaboración, entre otros, con el Colegio Oficial de Biólogos de Canarias, en el que el mundo de la seta se convierte en la indiscutible referencia.

De la mano de Quim Ferreira y Matías Fuentepadilla, un total de 20 aficionados tuvieron la oportunidad de poder disfrutar de los secretos de este manjar que no está arraigado del todo en la cultura popular canaria, "aunque con el paso de los años ha aumentado el interés por todas ellas", señaló Ferreira, regente del reconocido Campamento Quimpi, amigo de la naturaleza y "amante" de la recogida de este especial vegetal como preámbulo a unas explicaciones generales sobre las claves de una buena batida en el monte.

Fuentepadilla, decano del Colegio de Biólogos de Canarias, recordó que la exitosa jornada es para todas las edades y se extenderá hasta el sábado 21. En ellas, un total de 20 personas tienen la oportunidad de conocer "el misterioso mundo de la seta, una actividad que tiene como último objetivo promocionar una de las mayores riquezas biológicas y gastronómicas que tenemos en las islas".

Precisamente, en Canarias existen más de 200 variedades de setas de interés o comestibles, destacando una decena de ellas muy apreciadas en toda Canarias por su gustosidad. Especialmente, en Tenerife, las conocidas como la cantarela, níscalo, boletus, criadillas y rebozuelo, entre otras.

Pero los especialistas alertan de que hay muchísimas variedades que por su toxicidad pueden ser muy peligrosas. Y una clave para todos los aficionados. "Si se tiene alguna duda sobre las setas que vemos, no las cogemos. Tenemos que estar muy seguros porque hay variedades difíciles de diferenciar y fáciles de confundir con las que son peligrosas". En este grupo destacan las amanitas phalloides y muscaria o la seta de la risa.

Con estas pequeñas pautas y un tentempié mañanero, cortesía del campamento, dos grupos guiados por Ferreira y Fuentepadilla se echaron al monte por la inmediaciones y fue Alba, una de las más pequeñas de las aficionadas allí presentes, la primera que alertó del premio. Un boletus, tal y como confirmó Matías ante la curiosidad de los presentes.

Montaña arriba, los avistamientos crecieron por doquier, aunque "la zona parece que ya está peinada", adelantó Quim ante las huellas del paso de otros recolectores. No obstante, los dos grupos estuvieron convenientemente separados para abarcar la búsqueda de los manjares más preciados y esa fórmula sirvió para que la jornada avanzara de forma exitosa.

Bastón en mano para levantar con mucho cuidado la pinocha, los protagonistas aprendieron las técnicas de búsqueda necesarias para encontrar las preciadas setas, así como la forma precisa del corte de la misma. "Hay que hacer los cortes a ras de suelo, nunca arrancarlas porque se puede dañar el hongo... Hay que recordar que la seta, al final, es el órgano reproductor, por lo que hay que preservar el micelio que se encuentra bajo el suelo", apuntó Matías a los asistentes de forma didáctica.

En cuanto a la conservación hasta la llegada al punto de encuentro, los especialistas señalaron que en la búsqueda y recolección se deben utilizar cestas en donde las setas se colocarán con el sombrero hacia arriba para que las esporas caigan al terreno húmedo y frío para que crezcan más.

La jornada terminó con la explicación sobre las diferencias entre las setas recolectadas, así como un minijornada gastronómica con el premio obtenido.