La entrada a los juzgados de La Laguna se convirtió en la mañana de ayer en el escenario de las protestas de unos 200 estudiantes y activistas antifascistas, que reclamaron la puesta en libertad de sus compañeros arrestados anteayer y muchos gritos contra la Policía Nacional. Más de cuatro horas de concentración, donde se mostró la indignación y la rabia por lo ocurrido. Pero también fue una oportunidad para que algunos hicieran apología de sus ideas. Poco a poco, paso a paso, los asistentes llegaron desde la Plaza del Adelantado a la misma puerta del Juzgado.

El momento más crítico ocurrió cuando se pegó un cartel en el cristal del acceso, que fue golpeado con manos y patadas durante un corto espacio de tiempo. A partir de ese momento, los único seis agentes policías nacionales que garantizaban la seguridad en el Palacio de Justicia se pusieron los guantes anticorte y salieron a la citada puerta.

Y un inspector pidió hablar con una portavoz de los asistentes, María, para informarla de que el juez decano había dado órdenes de dejar despejada la citada entrada, en la medida en que seguían entrando operadores judiciales y ciudadanos. Y que dicha retirada parcial podía hacerse de forma voluntaria por los manifestantes o por otras vías. Cuando María trató de trasladar el mensaje, no pudo hacerlo. Gritos y más gritos de algunos impidieron que el asunto fuera, siquiera, debatido. Otros dos jóvenes estudiantes trataron de exponer la situación, pero el éxito fue dudoso. Al final, los presentes se retiraron unos dos metros y la situación se relajó algo.

Andrés Timón

A las 13:40 horas, los dos arrestados, Andrés Timón y Alberto de Armas, salieron por una puerta lateral. Hubo gritos de alegría y abrazos de ambos jóvenes con sus familiares, amigos, conocidos y compañeros. La tensión se relajó, casi de manera definitiva. Timón afirmó que "las instalaciones de la ULL se usan para hacer prácticas de tiro de militares y fuerzas armadas". En su opinión, "es sorprendente que puedan entrar antes militares y policías que los propios alumnos", en la medida en que "muchos no tienen clases presenciales". "Hubo una carga repentina; muchos estudiantes estaban por el suelo", apuntó, a la vez que aclaró: "a mí me tiran al suelo, no oponemos resistencia; podía haber sido cualquier otra persona", en referencia a las detenciones. "Pasamos la noche en Comisaría, un poco dura; innecesaria, desde luego", dijo este estudiante de Filosofía. Desde su punto de vista, "deberían depurar responsabilidades". Y aclaró que "éramos 90 o 100 personas, que no suponíamos un peligro para la Universidad". También negó que tiraran piedras a los agentes.

Alberto de Armas

El otro acusado, Alberto de Armas Hernández, lamentó que la Universidad "no ha respondido a todas las peticiones que tiene el alumnado, que son millones, pero sí hacen prácticas de tiro o lo que fuera que estaban haciendo allí, que no me importa la verdad". "Hubo una concentración espontánea, que no sabemos quién la convocó, pero todo el apoyo fue bienvenido", matizó. "Ahora hay mucha más gente; la verdad es que me ha sentado superbien ver esto y seguiremos luchando por reivindicar un espacio público universitario para los estudiantes", aclaró.

Moisés Rodríguez, portavoz del Consejo de Estudiantes, dijo que este órgano pidió a la rectora, la vicerrectora de Estudiantes y el gerente de la ULL documentación para saber qué se pidió y qué se hizo. "La idea es pedir responsabilidades", afirmó. A su juicio, la carga policial fue desproporcionada, ante una manifestación pacífica, en el interior de un espacio en el que la libertad de expresión es "uno de nuestros pilares".