Durante dos meses España se paralizó con la declaración del estado de alarma y el confinamiento. Pero hubo sectores que no pudieron dejar de producir y, entre ellos, el de la investigación se convirtió en más necesario que nunca. La Universidad de La Laguna (Universidad de La LagunaULL y por eso fue uno de los pocos sectores que continuó ofreciendo resultados durante el tiempo de confinamiento. Sin embargo, la situación excepcional de los últimos meses tiene ahora sus consecuencias.

Pedro Salazar es profesor de la ULL y combina desde hace años su faceta docente con la investigación. Y es que estos trabajos se convierten en más que necesarios en una universidad como la lagunera donde la promoción del profesorado joven pasa por hacer carrera en el campo de la investigación. Aunque muy limitados debido a las actuales circunstancias, el docente destaca la necesidad de "sacar adelante los proyectos que tenemos en marcha y que se han visto muy afectados por la crisis".

Este profesor tiene dos proyectos en marcha que se desarrollan en los laboratorios de los Servicios Generales de Apoyo a la Investigación (SEGAI) de la ULL. El primero es un laboratorio de sensores, biosensores y materiales avanzados para el desarrollo de materiales y técnicas electroanalíticas mientras que el segundo se centra en la evaluación de la exposición a radón del alumnado de institutos y los turistas en la Cueva del Viento. Además, el laboratorio tiene un convenio desde hace tres décadas con el Consejo Nacional de Seguridad Nuclear y se ha convertido en una estación de muestreo donde se realizan análisis de aerosoles de manera semanal. En este caso también se miden los suelos, alimentos y agua, y es la única estación que existe en el Archipiélago.

Durante el confinamiento, la actividad de este laboratorio se modificó poco. En el caso del convenio con el Consejo Nacional de Actividad Nuclear, la toma de muestras, el tratamiento radioquímico y el análisis se continuó realizando de forma normal al tratarse de una de las estaciones nacionales del programa y que por tanto no podía frenar su actividad. "Los experimentos no tienen hora", destaca Salazar quien precisa que no obstante sí se organizaron turnos de trabajo para que solo acudiera una persona al laboratorio durante el estado de alarma.

Además de las investigaciones que dirige, el profesor tinerfeño demuestra su gran interés por la investigación participando en otros proyectos entre los que se encuentra uno sobre la exposición a plásticos y otro más para el desarrollo de sensores ópticos y electroquímicos. En este sentido, destaca el parón que ha supuesto la incidencia de la pandemia. "Hemos tenido que solicitar una ampliación de los proyectos y, en el caso de los planes nacionales, nos han dejado seguir trabajando por plazos que van desde los seis meses hasta el año", indica el investigador tinerfeño quien añade que, en el caso del laboratorio de sensores, biosensores y materiales avanzados, el proyecto ha sido ampliado de manera automática tres meses. Esta será la única forma de alcanzar los objetivos que los diferentes equipos de trabajo se habían marcado.

"El estado de alarma se prolongó durante tres meses pero en estos laboratorios hemos estado sin recuperar toda la actividad hasta mediados de septiembre", reconoce Salazar. Y es que aunque durante el estado de alarma los investigadores pudieron continuar accediendo a sus puestos de trabajo para mantener activas sus investigaciones, la toma de datos y el análisis de resultados se ha retrasado notablemente. Así, hace poco que se ha recuperado una aparente normalidad.

Pero no solo la aprobación de proyectos se ha retrasado y las investigaciones que ya estaban en marcha han tenido que modificarse. La parálisis nacional que conllevó el estado de alarma también ha afectado a los programas que estaba previsto que comenzaran ahora. "Las contrataciones necesarias para empezar a trabajar también se han dilatado aunque afortunadamente no ha sido demasiado porque el personal de Administración de la ULL ha puesto mucho de su parte", reconoce el profesor, quien destaca que la contratación de personal nuevo pendiente ha sido uno de los aspectos en los que más énfasis se ha puesto para que la situación no se dilate en el tiempo, un aspecto que les ha permitido continuar con sus labores.

"Hemos perdido siete meses de trabajo en total", recalca Salazar quien afirma que "mientras que yo he podido continuar desde casa con mis labores docentes, en el laboratorio hay que estar para poder trabajar". Pero estos equipos han encontrado actividades con las que ocupar el tiempo que tendrían que haber dedicado a la investigación. Salazar explica que él y muchos otros compañeros han aprovechado para escribir artículos que tenían pendientes. "Después del episodio de calima del pasado mes de febrero, terminamos de hacer las medidas a comienzos de marzo y a continuación nos pilló el confinamiento, así que lo redactamos, revisamos y enviamos a la revista durante el confinamiento y, de hecho, hace unos días salió publicado", relata.