Un proyecto que permite el acceso de arqueólogos a cuevas horadadas de los riscos de La Palma ha descubierto que los benahoaritas, primeros pobladores de la Isla Bonita, llegaron a habitar estos espacios de forma habitual. El proyecto de prospecciones, dirigido por la arqueóloga Nuria Álvarez y el espeleólogo y escalador Eduardo Díaz, se inició en 2017 con el fin de incentivar el conocimiento de las poblaciones aborígenes de La Palma. Durante ese tiempo están catalogadas unas 40 cuevas distribuidas por toda la geografía insular, todas ellas, según confirmó a EL DÍA Eduardo Díaz, situadas "en lugares de difícil acceso en riscos y acantilados, a los que es imposible entrar si no usamos medios verticales y cuerdas".

Además, el escalador pone de relieve que estas cuevas denominadas colgadas son "de los pocos sitios que pueden quedar vírgenes del expolio en La Palma". Cada una de las prospecciones en las cavidades suponen varios días de preparación para lograr acceder a la misma y descubrir, en el 90% de los casos, algún resto prehispánico, confirma Díaz. Allí, localizan desde restos humanos a vasijas y cerámica, además de elementos de industria lítica. Actualmente se siguen desarrollando estos trabajos. Los estudios se centran en el uso que hacían los benahoaritas de estos espacios, ya que "algunas de las cuevas son de carácter habitacional y otras funerarias", destaca Eduardo Díaz.

Otro de los aspectos en los que se está centrando el estudio es establecer el modo que tenían los antiguos pobladores de La Palma para acceder a estos espacios. Díaz señala que los accesos a esas cuevas pueden haber variado algo en los últimos siglos, pero "no sabemos si lo hacían con algún tipo de andamiaje" o usaban técnicas específicas de escalada, lo que considera "muy sorprendente", ya que muchas de estas cuevas están situadas a más de 30 metros de altura en una pared vertical.

Estas prospecciones arqueológicas están dando luz a restos vinculados con el ámbito de la vida, de la muerte y el mundo mágico religioso de los benahoaritas. Allí el pasado aborigen de La Palma permanece intacto en esas cuevas colgadas, que tuvieron un uso habitacional, funerario o económico y probablemente fueron abandonadas hace 500 años tras la Conquista. Sin embargo, estos yacimientos no habían sido explorados ni estudiados, puesto que hasta hace relativamente poco no se contaba con los materiales y técnicas necesarias para adentrarse en ellos.

Ahora, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias financia una tercera fase de esta investigación que penetra en aquellas cuevas donde todavía se pueden encontrar elementos arqueológicos prácticamente intactos susceptibles de ser estudiados, informa Europa Press. Las zonas de actuación de las iniciativas pasadas fueron, principalmente, los municipios de El Paso, Puntagorda y Mazo, y en esta nueva fase son seleccionados los términos municipales de Puntallana y de San Andrés y Sauces por ser dos territorios prácticamente desconocidos para la arqueología de La Palma al carecer de Cartas Arqueológicas.

Las consecuencias del expolio

El patrimonio arqueológico de La Palma es muy rico y variado pero los numerosos saqueos realizados en los yacimientos contribuyen al desconocimiento sobre la cultura benahoarita. La distancia cronológica de estas poblaciones respecto a la actual, así como la fragilidad de los materiales arqueológicos, sumado a los expolios constantes, provoca la desaparición del legado de los antepasados. Con el fin de recuperar y favorecer el conocimiento de la historia canaria, y tras analizar la grave problemática que sufre la arqueología palmera, Nuria Álvarez indicó que las cuevas de fácil acceso "son muy asequibles para aquellas personas que se dedican a expoliar el patrimonio arqueológico de La Palma".

Entonces, consideraron que son aquellas cuevas que se encuentran colgadas "las que pueden reunir las condiciones adecuadas para poder encontrar un yacimiento arqueológico en sus diferentes tipologías, conservado o en mejor estado de conservación" y, además, "con vestigios arqueológicos relativamente intactos o menos afectados por el ser humano". Este tipo de iniciativas de prospección de cuevas de difícil acceso, vinculadas con trabajos de progresión vertical, es una tarea de riesgo que requiere de profesionales altamente cualificados para llevar a cabo las labores simultáneas de arqueología y espeleología. A través de las referencias tanto escritas como orales, el equipo se plantea el listado de las principales cavidades susceptibles a ser estudiadas y usan un dron de última tecnología para evaluar y considerar lo que esconden y si presentan las condiciones adecuadas para su acceso. Con un rapel se realiza la progresión vertical y una vez dentro de la cavidad comienza la investigación espeleológica y arqueológica mediante los trabajos de prospección.

"Buenos resultados"

Por su parte, la directora general de Patrimonio Cultural, Nona Perera, accedió a una de estas cavidades para conocer in situ los avances de esta nueva fase de investigación, "ya que es un proyecto que está teniendo buenos resultados, que aportan complejidad a la delineación de la población aborigen porque un alto porcentaje de estas cavidades tuvieron un uso habitacional, funerario o económico". Por ello, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural existe el compromiso de seguir apoyando esta investigación "para intentar completar lo más posible el conocimiento de la población aborigen de La Palma", afirma.

Para la codirectora del proyecto, Nuria Álvarez, se trata de una oportunidad única, puesto que estas cuevas son "una pequeña burbuja del tiempo que nos permite descubrir por primera vez algo que está relativamente intacto y creo que eso es bastante positivo para la arqueología de La Palma". Definitivamente este proyecto está abriendo nuevas líneas de investigación dentro de la arqueología de La Palma, o tal y como especifica Álvarez, "quizá nuevos interrogantes para poder saber cuál era el funcionamiento de los yacimientos funerarios y cómo accedían a cada uno de ellos".