El acusado de intentar matar a una pareja con un martillo en Tabaiba Alta en mayo del 2018, Francisco M.S., aseguró ayer que no se acuerda de la agresión. Pero sí confirmó que ese día mezcló las pastillas de su tratamiento psiquiátrico (celosal y diazepam) con una botella de whisky. Y su madre añadió que en su habitación encontró recipientes vacíos de Red Bull (bebida energética), así como tabletas vacías de Trankimazín. La progenitora añadió que ella se encargaba de dispensarle la medicación prescrita por su psiquiatra, pero desconocía qué pastillas, drogas o bebidas alcohólicas podía consumir a escondidas.

El joven implicado afirmó que lo único que sabe es por su abogado y su madre, pues él no se acuerda de que entró en la vivienda contigua a la suya con un martillo ni que fue detenido por la Guardia Civil. El encausado apuntó que bebía alcohol para tratar de calmar su ansiedad y que sufría de este problema desde que con 13 años consumía cannabis. En cualquier caso, tampoco afirmó tener motivos para atacar a las víctimas.

En los tres años previos al suceso, Francisco S.M. acudió al psiquiatra, pero, con el paso de los meses, dejó de tomar la medicación, pidió una adaptación de la misma o reclamó que le mandaran la original, según las preguntas formuladas por el abogado de los afectados, a las que no respondió el acusado.

Entre las dos familias, la relación no era afable, ni mucho menos. En el 2014, la madre del ahora acusado llamó a la Guardia Civil por los ruidos generados en la casa de la víctima, que, en algunas ocasiones, llegaron a celebrarse jueves, viernes y sábado, desde las 23:00 horas hasta las 4 de la madrugada. Desde ese momento, la relación entre ambas familias comenzó a ser "mala". Y en el 2017, el vecino golpeado con el martillo avisó a la sala del 1-1-2 porque escuchó fuertes gritos e indicios de una agresión en la vivienda de la progenitora del encausado. La actuación de la Guardia Civil supuso que el joven Francisco fuera arrestado y se le condenara a trabajos comunitarios y una orden de alejamiento de su madre durante un año. La acusación particular plantea que esta puede ser una posible causa que generara la agresión con el martillo. Sin embargo, la madre del investigado recuerda que en el citado episodio de violencia doméstica tanto ella como su hijo menor también llamaron a los cuerpos de seguridad.

A partir de la detención e ingreso en prisión de Francisco por el intento de asesinato y homicidio, el hombre herido asegura que escucha gritos e insultos contra él, golpes en la pared y ruidos de todas clases desde la vivienda contigua. En la madrugada de los hechos, este hombre afirmó que estaba durmiendo pasadas las tres de la madrugada y alguien encendió la luz en su dormitorio. Oyó un golpe en la puerta de la terraza, que había dejado abierta, y se percató de que su pareja recibió un fuerte golpe, que la dejó inconsciente. Después, él también recibió varios golpes en la cabeza y la espalda. Tras un forcejeo, logró arrebatar el martillo a Francisco y este huyó hacia la calle.

La madre del acusado se despertó al escuchar ladrar a dos perros de la víctima. Oyó la caída de objetos. Y 15 o 20 minutos después, alguien tocó al timbre de su casa. Se asomó y comprobó que era su hijo, que olía mucho a alcohol, decía frases incoherentes a ella o el personal sanitario y que estaba muy desorientado. Desde hace dos años y cinco meses, Francisco permanece en prisión.