Tres investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) asistieron anoche de manera telemática a la reunión organizada por la NASA para seguir en directo el primer intento de la nave Osiris-Rex de recoger del asteroide Bennu muestras de un material que no ha variado desde su origen, hace unos 4.000 millones de años. El IAC ha tenido una participación activa en la misión desde 2011 con los investigadores Julia de León, Javier Licandro, Eri Tatsumi y Juan Luis Rizos, que forman parte del equipo científico de Osiris-Rex, según detalla el centro astrofísico en un comunicado.

Un momento decisivo

Julia de León explicó en declaraciones a EFE que se trata del momento más importante de la misión, que difiere de otras que se han enviado a estudiar asteroides en que retornará a la Tierra con muestras de Bennu. La maniobra del Osiris-Rex es peligrosa porque, bromea Julia de León, "la ciencia no ha acertado una vez más" y lo que desde la Tierra parecía una superficie cubierta de polvo fino resultó ser completamente llena de rocas, con dimensiones que van desde algunos centímetros hasta decenas de metros. "Es una locura. Esto nos hizo cambiar la estrategia de elección del sitio donde debía maniobrar la nave para su seguridad", detalla.

De hecho ha habido "muchas sorpresas" en las imágenes que ha enviado Osiris-Rex desde que se aproximó a Bennu, en diciembre de 2018, desde observar eventos frecuentes de eyección de partículas hasta detectar la presencia de rocas muy brillantes, silicatos de tipo basáltico, que contrastan con lo oscuro del resto del material y que hacen pensar en que proceden del exterior, no de la composición original del asteroide. Como otros asteroides de su tipo, Bennu es rico en minerales hidratados y moléculas orgánicas complejas, por lo que estudiar este material, tal y como se encuentra en el asteroide, puede dar las claves para comprender cómo llegaron esos compuestos a la joven Tierra y cómo dieron lugar a los seres vivos que hoy la habitan.

Procesamiento de imágenes

Los investigadores del IAC que participan en la misión pertenecen al grupo de Sistema Solar y se encargan del procesamiento de las imágenes que ha ido emitiendo Osiris-Rexx, que ha realizado un cartografiado de Bennu, y con filtros de color han obtenido la información sobre la composición del material de su superficie.

Despegue desde Florida

La sonda Osiris-Rex despegó de Cabo Cañaveral (Florida, Estados Unidos) el 8 de septiembre de 2016, llegó al asteroide a finales de 2018 y, desde entonces, se encuentra orbitándolo y realizando diversos estudios sobre su composición, estructura y actividad. El grupo de Sistema Solar del IAC forma parte del equipo que trabaja con las cámaras que lleva la nave (llamadas Ocams) y mantiene una participación activa en la calibración y la ciencia que están produciendo sus imágenes, cruciales para seleccionar el sitio donde se intentará tomar las muestras. Para de León y Licandro, que asistieron en persona al lanzamiento de la misión en 2016, se trata de un momento histórico: "Hemos llegado, lo hemos estudiado y ahora toca lo más difícil: hacernos con un poco de Bennu para traer a la Tierra y estudiarlo". Conseguirlo supone una enorme dificultad. La nave tiene que descender hacia un objeto de apenas 500 metros que se mueve a 100.000 kilómetros por hora, prácticamente sin gravedad y con una superficie cubierta de piedras.

Una vez allí, debe realizar una maniobra llamada en inglés Touch-and-Go (algo así como tocar e irse), que es muy arriesgada. La nave debe acercarse a muy baja velocidad y abrir el brazo mecánico de 3,35 metros de largo que lleva en su extremo el dispositivo de toma de muestras, y hacer que éste se pose durante unos segundos en la superficie, evitando que lo haga sobre alguna piedra que pueda dañarlo. Esta maniobra es un verdadero reto ya que, en palabras de Licandro, "Bennu es un gigantesco pedregal". El dispositivo de muestras puede capturar granos de hasta 20 milímetros, por lo que debe tocar en un sitio donde haya abundante polvo.

En el cráter

Osiris-Rex intenta tomar una muestra del material que está en el interior de un cráter de 140 metros de diámetro llamado Nightingale. Este se encuentra en una región de apenas 16 metros de diámetro, donde hay bastantes menos piedras que en el resto de la superficie, y la abundancia de polvo parece ser suficiente. Se espera recolectar una muestra de al menos 60 gramos, y en caso de que no se alcance esta cantidad la nave está preparada para hacer un par de intentos más. Tras ello, Osiris-Rex continuará orbitando Bennu y emprenderá su camino de vuelta en 2021, portando "su valiosísima carga" en un dispositivo sellado y al vacío, que está previsto que caiga en algún lugar del desierto de Utah en 2023.