El magistrado Joaquín Astor Landete, presidente del Tribunal del Jurado en el juicio por el homicidio de un hombre en la zona de Guamasa, en el municipio de La Laguna, en julio de 2018, impuso en la tarde de ayer una condena de 10 años y un día de prisión a José Antonio Pérez Hernández por matar a su amigo. La citada sentencia "in voce" se produjo poco después de que los nueve integrantes del Tribunal Popular decidieran, por unanimidad, que el acusado es culpable del trágico suceso ocurrido en dicha localidad de La Laguna. El encausado siempre ha reconocido que acabó con la vida de Manuel y sus palabras coinciden con la investigación desarrollada por la Policía Nacional, así como por el análisis del cuerpo efectuado por médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife.

Además, el encausado deberá abonar una indemnización de 150.000 euros a los familiares directos de la víctima en concepto de responsabilidad civil. Así lo planteó la fiscal y refrendó el abogado defensor tras escuchar la lectura del veredicto poco después de las 17:30 horas de ayer. Cabe recordar que el autor confeso del homicidio lleva en prisión desde hace más de dos años y ese tiempo se reducirá de la pena privativa de libertad ahora impuesta por el citado magistrado de la Sección II de la Audiencia Provincial.

Los miembros del Jurado consideran, también por unanimidad, que José Antonio no debe beneficiarse de indulto alguno, ni total ni parcial, ya que, tras atacar con una navaja en el cuello a su vecino y amigo, no solicitó auxilio para intentar salvarle la vida, intentó ocultar pruebas y escondió el cadáver.

El autor confesó causó cinco heridas en la parte izquierda del cuello con una navaja multiusos

El juicio se ha desarrollado desde el principio con una "semiconformidad" entre las partes, es decir, la Fiscalía y la Defensa. Eso ha supuesto una reducción considerable de las sesiones del mismo. Si la fiscal solicitaba en un principio 13 años de cárcel y el letrado defensor llegaba a pedir la libre absolución de José Antonio. Sin embargo, después de escuchar las respuestas del encausado a las preguntas de la representante del Ministerio Público, la defensa decidió no interrogar al implicado y se adhirió a los planteamientos de la acusación.

En la lectura de las conclusiones definitivas, la fiscal recordó que el acusado reconoció, desde el minuto uno, la autoría: durante la entrada y registro de la Policía Judicial, en Comisaría, ante el Juzgado de Instrucción y en la sesión del pasado lunes. Es decir, "de la autoría no hay duda alguna", dijo. La víctima recibió, al menos, ocho puñaladas en el cuello, que es una zona sensible. Para la fiscal, la víctima "sabía lo que se le venía encima" y por ese motivo trató de defenderse del ataque con la navaja. Eso explicaría que tuviera lesiones de cortes por arma blanca en una de sus manos.

También incidió en que, tras la agresión mortal a su amigo, lo primero que hizo el encausado fue ir a su casa a guardar su vehículo, "mientras Manuel se desangraba". La integrante de la Fiscalía resaltó que, según el propio José Antonio, este estuvo casi una hora esperando que Manuel falleciera, pero "no pidió ayuda en ningún momento, ni a la Policía ni a una ambulancia". La distancia entre donde se produjo el homicidio y el lugar en el que fue hallado el cadáver es de 40 metros. Sin embargo, el hoy acusado utilizó una eslinga para arrastrar con más facilidad el cuerpo y tardó en esa acción varias horas, según la fiscal. También tuvo tiempo después para intentar limpiar el coche de sangre, quitarse la ropa y tirarla a la basura, bañarse y, al día siguiente, volver al enclave de la pelea para tapar los restos que quedaban en la calzada.

Según la representante del Ministerio Público, los hechos ocurrieron durante la madrugada del 6 de julio y en los días siguientes Pérez Hernández no dijo nada de lo que había pasado, a pesar de que la familia de Manuel buscaba a la víctima. Cuando en uno de los bares donde estuvo aquella noche le preguntaron si sabía algo de su amigo, la respuesta fue negativa.

Un testigo advirtió a los investigadores para que le preguntaran a José Antonio, ya que estuvo con él esa noche, ambos discutieron y podía saber algo. Y los agentes siguieron "ese hilo". Además, en el cuerpo de la víctima, en el vehículo o en el resto de efectos intervenidos (la navaja, la eslinga, la bota del encausado) solo hay restos genéticos de Manuel y José Antonio, por lo que se descarta la implicación de alguna otra persona.