Ana María de Soto, conocida en la época como "la soldado estanquera", era hija de don Tomás de Soto Salas, natural de Montilla, y de doña Mencía Gertrudis de Alhama García, de la villa de Aguilar. Sus padres habían contraído matrimonio el 30 de mayo de 1771 en la iglesia parroquial de la localidad cordobesa de Santa María del Soterraño.

Tal y como consta en su partida de bautismo, Ana María Antonia nace en Aguilar de la Frontera (Córdoba) el día 16 de agosto de 1775 y es bautizada por don Manuel de Vera Salcedo, párroco de la iglesia de Santa María de Soterraño, donde cuatro años antes sus padres habían contraído matrimonio. En su partida de bautismo consta que tuvo como madrina a una tía materna, pues es poco probable que fuera una hermana de su abuelo, ya que tendría una edad demasiado avanzada para la época y probablemente no hubiera sobrevivido.

Por los datos que se recogen en Memorial y Revista de la Infantería de Marina (año II, noviembre de 1909, número 22) y que son los únicos que acompañan a su expediente personal, parece que se alista como soldado en 1793 en la sexta compañía del 11.º Batallón de Infantería de Marina bajo el nombre de Antonio María de Soto. Estos datos, enuncia la citada publicación, fueron tomados de un libro titulado Por mar y por tierra. Historias marinas y cuentos. En él encontramos la primera y única referencia física que poseemos de Ana María de Soto, de "pelo castaño claro y ojos pardos".

En el cuaderno número 4 de la guarnición de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes del año de 1793 y que se custodia en el Archivo General de Marina Don Álvaro de Bazán, encontramos por vez primera el nombre de Ana María de Soto como soldado de Infantería del modo que sigue: "Antonio María de Soto: hijo ídem de Tomás, natural de Aguilar en Cordova".

Embarca en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes el 4 de enero de 1794. A continuación, lo hará en la fragata Balbina, de la que desembarca el 18 de septiembre del año siguiente para volver a embarcar de nuevo en la Mercedes el 22 de septiembre de 1795 y en la que permanecerá más de un año. El 18 de diciembre de 1796 se embarca en la Santa Dorotea bajo el mando del capitán don Manuel Guerrero y Serón hasta que el 26 de enero del año siguiente vuelve a embarcar en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Participa en los ataques de Bañuls, en la defensa de Rosas y en la batalla del cabo de San Vicente que supone la derrota española contra los ingleses el 14 de febrero de 1797. A bordo de la fragata Matilde participa en la defensa de Cádiz contra la escuadra inglesa y en las lanchas cañoneras organizadas por el general de Marina don José Mazarredo. El 7 de julio de 1798 desembarca de la fragata Matilde ya descubierta su verdadera naturaleza, tal y como se recoge en la solicitud del pago de pensión que consta en el Archivo General de la Marina.

Al año siguiente, en 1799, se le concede licencia de estanco en la localidad cordobesa de Montilla. La localización del estanco aún hoy es una incógnita, aunque, por la documentación consultada, podría haber estado ubicado en la plaza del Peso -actualmente plazuela de la Inmaculada- o en la plaza del Sotollón. Ana María de Soto residió primero, y tal y como consta en el padrón municipal de la localidad de Montilla, en la calle Puerta de Aguilar. Hasta el año de 1819 aparece ejerciendo la profesión de estanquera. En 1820 consta como "retirada" -quizá porque durante el trienio liberal y debido a las dificultades económicas que atravesaba el país, se le suprimió la licencia de estanco- para volver a aparecer en los datos del padrón en 1824 de nuevo como "estanquera". En 1829 ya consta como empadronada en la calle Corredera, donde posee en propiedad una vivienda que vende en junio de 1833 a don Antonio Rubio, uno de sus albaceas testamentarios.

Un hecho especialmente significativo en la vida de Ana María de Soto y que también permanece inédito para la investigación es el acaecido tras la muerte de su madre, Gertrudis de Alhama. Ocurrida en Montilla el 24 de agosto de 1807 y oficiado el entierro por el párroco don Rafael Sánchez de Feria y Castillo, tras este suceso se producirá un importante enfrentamiento entre Ana María y su padre. Gertrudis de Alhama había muerto sin testar y su esposo reclama a su hija la obligatoriedad de otorgarle una pensión de alimentos de "lo menos tres vellones diarios" así como la de devolver las ropas de su madre que había sustraído ilícitamente del domicilio familiar.

Ana María de Soto fallece a la edad de 58 años, el día 4 de diciembre de 1833. Tal y como consta en el Archivo Parroquial de Santiago de Montilla lo hará sin testar, recibiendo los sagrados sacramentos y bajo un entierro de limosna. Sin embargo, curiosamente, el Archivo Histórico de Protocolos Notariales conserva el testamento original de Ana María de Soto, firmado por ella la jornada del 20 de noviembre de 1833, solo 14 días antes de su muerte y que a continuación transcribimos parcialmente:

"? mando que mi cadáver sea amortajado con el hábito de Nuestra Señora de los Dolores, sepultado en casa propia, forrada en negro y en una hornilla de la que en el cementerio tienen señaladas una las hermanas de la cofradía de Nuestra Señora de la Aurora pagando la limosna de costumbre. Y si no lo permitiese desde luego dispondrán mis albaceas se construya una poniéndole la rotulata correspondiente?".

"que al tiempo se redoble con las campanas del Convento de San Francisco, las de la ermita de Nuestra Señora de la Rosa y dos medianas de la parroquia, pagando por ello la limosna de costumbre? mando que digan por mi alma 25 misas y? así mismo mando para alumbrar al Santísimo Sacramento que se sirve y venera en la parroquia? un cuarterón de cera blanca labrada?".

?declaro estoy debiendo a Antonio Rubio 400 por el resto de la venta de la casa de la calle Corredera vendida en San Juan último, quiero se lo paguen por mi muerte si yo no lo hubiera hecho antes?".

"Del mismo modo, nombra como sus albaceas a los vecinos de Montilla don Antonio Rubio, a quien había vendido su casa, y a don Manuel Moreno, y como su heredera universal a doña Antonia Pérez de Luque de la que no habíamos tenido ninguna noticia hasta ahora:

"?de estado soltera, que he criado y tengo en mi compañía desde el año de 1804, cuidándome y asistiéndome con el más extraordinario esmero y vigilancia y, por lo tanto, la instituyo, nombro y señalo en recompensa por mi única y universal heredera y le encargo me encomiende a Dios".

En definitiva, una vida apasionante que constituye un hito en la historia de la Armada española y pone de manifiesto el carácter y la valentía de algunas mujeres que ayudaron a construir nuestro pasado y ahora la memoria de nuestro presente.