El Tornado de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque la actividad de la Armada no ha parado durante la pandemia, esta es la primera ocasión desde marzo en la que un buque con base en la capital pone rumbo a un despliegue internacional largo. A bordo, 65 tripulantes -diez son mujeres y 25, canarios- que durante los próximos dos meses participarán en una misión de vigilancia marítima y diplomacia de la defensa en aguas al sur del Archipiélago, desde Mauritania hasta el golfo de Guinea. Lo hacen, además, después de pasar una cuarentena para evitar casos de Covid y con un protocolo de seguridad reforzado durante los dos meses que durará la misión.

"La preparación ha sido más dura de lo normal", según explicó el comandante de las fuerzas de acción marítima en Canarias, capitán de fragata José Ángel Hernández Rodríguez. El objetivo de este protocolo reforzado era asegurar "que todo el mundo que embarcaba lo hacía en condiciones perfectas de seguridad sanitaria", por lo que toda la tripulación tuvo que someterse a una cuarentena de ocho días en casa antes de someterse a una prueba PCR. "Todos han dado negativo", según detalló el oficial al mando de todos los BAM en el Archipiélago.

Las medidas de prevención del coronavirus también estuvieron presentes durante el acto de despedida del barco. El protocolo impidió a los familiares de los tripulantes despedirse de ellos a pie de muelle, como suele ocurrir en otras ocasiones, y la habitual banda de música tuvo que ser sustituida por grabaciones de sonido, pero el almirante comandante del Mando Naval de Canarias, contralmirante José Lago Ochoa, no dejó que el Tornado zarpara sin dirigirles unas palabras a sus ocupantes. "No es la despedida que me hubiera gustado daros, y desde luego no es la despedida que os merecéis", lamentó, "simplemente es la que corresponde a la situación de crisis sanitaria que vivimos".

El contralmirante Lago recordó a todos los que navegan ya a bordo del Tornado la importancia de la misión "para los intereses de España en general y de Canarias en particular". En la costa occidental africana y el golfo de Guinea están presentes "los principales riesgos y amenazas" a la seguridad marítima, entre los que citó la piratería, la pesca ilegal y el tráfico de seres humanos o armas, entre otras. "Lo que pasa en el golfo de Guinea afecta a España", remarcó.

La que comenzó ayer es la primera encomienda para el Tornado en estas aguas. Su última misión tuvo lugar en 2016, cuando participó en la operación Atalanta contra la piratería en el Índico. "Esta misión es distinta, pero tiene muchas similitudes", agregó el capitán de fragata Hernández. Además, en esta ocasión el buque cuenta con personal comisionado procedente del Estado Mayor de la flota o la Unidad de Buceo de Canarias, entre otros. "Tenemos que llevar intérprete de francés, incrementar capacidades de análisis de inteligencia y por supuesto, muy importante, la capacidad de medicina a bordo", especificó.

Los protocolos contra el coronavirus continuarán en marcha mientras dure la misión, tanto a bordo como en las ocasiones en las que el buque llegue a algún puerto. El Tornado tiene previsto realizar escalas en cuatro ciudades -Dakar, Duala, Tema y Nuadibú- aunque la presencia de los tripulantes en tierra estará limitada a actividades profesionales. "La cooperación con esas marinas es importante mediante adiestramiento", pero se va a "reducir al máximo el número de alumnos y las visitas a otras unidades" de modo que la burbuja quede preservada en la medida de lo posible.

"No bajéis la guardia durante el despliegue", recordó el contralmirante Lago poco antes de terminar su alocución, tras la que tocó soltar amarras y comenzar la maniobra. El buque se despidió de su puerto base en medio del estruendo de las sirenas del resto de naves de la Armada, que le dijeron hasta pronto haciendo sonar incesantemente sus tifones. En dos meses, a mediados de diciembre, volverán a hacerlos funcionar para dar la bienvenida de vuelta al Tornado.