Lo que iba a ser un día de preparación y entrenamiento para una competición en Villanueva del Trabuco con amigos, se convirtió en toda una pesadilla para Cristóbal Ramos, de Villanueva del Rosario (Málaga). Bajando por un cortafuegos tropezó con una piedra que le provocó una caída acompañada de dos volteretas que derivaron en un "muy mal" porrazo en la espalda. Un estallido de la vértebra de la L1 en la columna lumbar "machacó" su médula. Lo que no sabía era que ya no había marcha atrás. "Cuando llegué al hospital lo primero que me hicieron fue un TAC y tras eso los médicos fueron contundentes y hablaron sin tapujos: Te vas a quedar en una silla de ruedas". Ese diagnóstico de hace algo más de siete años fue la peor noticia que el saucedeño pudo haber recibido nunca.

En ese momento su mujer, Tamara, estaba embarazada de gemelas. Alejandra y Aroa, quienes desde entonces serían la fuerza de su día a día y el motor de sus nuevos pedales. Dos tatuajes con sus nombres en cada uno de los brazos.

Las primeras semanas que pasó entre las paredes del Hospital de Antequera fueron horribles. "No sentía medio cuerpo. No quería asumir lo que había ocurrido. Pensé que cuando pasaran unos días volvería a andar". Cristóbal tuvo 7 meses para adaptarse a vivir de otra manera. "Tuve que hacer rehabilitación, aprender a sondarme, a estar siempre en una silla de ruedas". Una silla que ya es parte de él y una rehabilitación que ya no le hace falta. "Soy muy activo y hago mucho deporte. Y es que Cristóbal confiesa que fue en el hospital cuando se dio cuenta de que su destino no lo marcó el haber cogido o no ese día la bicicleta. "Yo quería seguir pedaleando, y así lo hice, sin miedo. Solo que antes era con las piernas pues ahora es con los brazos".

Su determinación estaba clara. Aunque al principio comenzó solo, a mediados de 2015 pasó a formar parte del club antequerano Sobre Dos Ruedas, donde conoció a Manuel Varo, el que es ahora su entrenador "y gran amigo". Desde entonces, comenzó a involucrarse también en el mundo del triatlón y ya en 2016 a competir en esta disciplina que combina natación, ciclismo y carrera a pie, en su caso, en silla de ruedas.

Su palmarés habla por sí y es que cuenta con campeonatos regionales, España y Europa de triatlón, duatlón, acuatlón y de ciclismo . Pero no todo queda ahí. Pues más allá de ser mejor que nadie, siempre busca la mejor versión de sí mismo. Su constante esfuerzo y una preparación intensa durante más de tres meses han desembocado en que durante el pasado fin de semana fuese el primer competidor en Andalucía con una lesión medular en ser capaz de completar una modalidad de triatlón, si no la más difícil, sí la más dura: el Ultraman, un nombre que a Ramos le va que ni pintado. "Todo esto fue una locura. Con el confinamiento se suspendieron todas las competiciones, así que nosotros mismos nos pusimos este reto". Toda una prueba de superación en la que el paratriatleta debía mantener su forma física y ser mentalmente fuerte durante tres días, con el objetivo de superar los "muchos kilómetros" que suponía esta prueba de máximo nivel que pasó por el embalse del Chorro hasta llegar a la ciudad de Antequera.

La buena y estrecha relación de su entrenador Manuel Varo con la Asociación de Discapacitados Psíquicos de Antequera y de su Comarca (ADIPA), hizo que esta "locura" tuviese un fin solidario, destinando los beneficios recaudados de la competición al Programa de Transición a la Vida Adulta del colectivo antequerano.

Su rutina ha cambiado por completo y es que su día a día lo marcan las horas de entrenamiento. Aunque ser deportista de ciclismo adaptado y paratriatleta no le impiden disfrutar lo "más posible" de sus niñas.

A corto plazo, Ramos confía y espera que vuelvan las competiciones para poder seguir superando cada una de las dificultades que él mismo se pone. Porque la batalla más dura que le puso la vida, ya la superó. "Cuando me vi en una silla de ruedas, pensé que siempre tendría que estar dependiendo de alguien. Pero ahora tengo claro que no. Sé que tengo limitaciones, pero con voluntad, todo lo que me propongo lo consigo".

Con 28 años Cristóbal volvió a nacer. Y es que lo que no sabía es que realmente su 'andadura' no había terminado en aquel accidente del 9 de junio de 2013 que convirtió lo que era un hobby para "echar el rato" en el epicentro de su nueva vida.