La expectación que Canarias tenía por la llegada de una inusual depresión tropical africana se fue diluyendo en el transcurso de la jornada de ayer. Los vientos alisios no soplaron con suficiente fuerza como para añadir humedad a ese cúmulo nuboso africano que se desplazaba desde el sur hasta las Islas, y la tormenta prometida en Tenerife y Gran Canaria culminó en un día lluvioso de un octubre cualquiera.

Desde primera hora, el cielo canario se cubrió de un espeso manto de nubes grises. El atardecer del día anterior, con sus tonos rojizos, ya lo había previsto. También la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) que ante la expectación de un fenómeno muy inestable, decidió activar los avisos amarillos por lluvia. "Era lo mínimo", explicó Jesús Agüera, delegado de la Aemet en Canarias, que insistió en que este fenómeno meteorológico había tenido desde el principio un comportamiento muy errático que había dificultado su predicción.

No en vano desde hace unos días se había identificado una gran diferencia entre las previsiones del inglés Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (Ecmwf) y el estadounidense Sistema Global de Predicción (GFS). La incertidumbre era tan grande que el físico Juan Jesús González, llegó a admitir que "podía dejar lluvias y tormentas o dejar unas gotas". Finalmente ocurrió esto último.

En el día de ayer se registró una acumulación máxima de 147,3 litros de lluvia por metro cuadrado en todo el Archipiélago, y prácticamente la mitad se registró en isla de La Palma. Puntallana, San Andrés y Sauces y Barlovento fueron los municipios más beneficiados por estas precipitaciones pausadas, que regaron sus medianías desde mediodía del lunes, con registros que alcanzaron los 40 litros por metro cuadrados. En la misma situación estuvo la comarca Breñas-Mazo, por donde entró la depresión subtropical, acumulándose en la zona de costa en torno a los 30 litros por metro cuadrado, y siendo más generosa la lluvia en la cumbre, con hasta 60 litros por metro cuadrado en puntos localizados.

Con la llegada del amanecer, la tan ansiada lluvia llegó al Valle de Aridane, Fuencaliente y la comarca noroeste de la Isla. Una lluvia suave pero constante que permitió que la tierra empape y aliviar en pequeña medida la situación de sequía del campo palmero. Así, las estaciones meteorológicas de estas zonas apenas registraron guarismos en el apartado de agua recepcionada a primera hora de la mañana, para subir en sus guarismos hasta la decena de litros acumulados en cada estación meteorológica.

Sin embargo, como admitió Agüera, "en las medianías de cualquier isla de relieve, esta cantidad de lluvia causa pocos problemas". La Aemet había previsto que la precipitación acumulada en una hora fuera de 15 litros por metro cuadrado especialmente en Tenerife y Gran Canaria, lo que les empujó a decretar el aviso amarillo por lluvias. Consecuentemente el Gobierno de Canarias, a través del 112, declaró la situación de alerta meteorológica. Pero la trayectoria y evolución incierta de la onda del este -que es el término meteorológico por el que se conoce- cambió totalmente los planes y aunque no se cambió de planes respecto al aviso meteorológico, que permaneció en amarillo hasta las 18:00 horas, el Ejecutivo autonómico decidió rebajar el nivel de alerta poco antes de las 14:00 horas. Respecto al aparato eléctrico, ni siquiera llegó a incidir en las Islas, pues se estancó al sur del Archipiélago durante las primeras horas de la mañana. A mediodía ya ni siquiera tenía actividad.

Aunque inusual, que Canarias esté afectada por una depresión sudano-sahariana no es raro. Ya en 1955 este tipo de fenómeno fue descrito por el meteorólogo tinerfeño Inocencio Font Tullot. Lo hizo justo después de que en 1951, este fenómeno con tormentas asociadas dejara alrededor de 100 litros por metro cuadrado en pocas horas en las Islas. El experto, que trabajó durante muchos años en el Observatorio de Izaña, describió unas ondas en la atmósfera que se mueven sobre la región africana del Sahel entre junio y octubre que, cuando llega al océano Atlántico, puede provocar ciclones tropicales. Este fenómeno es más conocido actualmente como onda del este o African Easterly Wave. Sin embargo, que haya llegado al Atlántico es toda una hazaña pues "no suele pasar del continente africano", como explica Agüera, ya que estas borrascas se suelen formar debido al calentamiento del desierto.

En ocasiones aún más inusuales, y cada ciertos años, los investigadores han observado que pueden cambiar su dirección y empezar avanzar hacia el norte, afectando a Canarias. En todo caso, el fenómeno que ayer cruzó las islas lo hizo de forma muy célere, con lo que estaba estimado que, dejara una gran cantidad de chubascos o no, pronto se disiparía. En los próximos días, el anticiclón y los alisios volverán a hacer acto de presencia y el Archipiélago disfrutará de unos cielos totalmente descubiertos.