La brisa mueve los árboles del paseo del Campus de Guajara, de la Universidad de La Laguna (ULL). El frío se ha instalado en la ciudad de los Adelantados, como ya es usual cualquier octubre. Pero parece que ese frescor único de La Laguna es lo único que permanece imperturbable en un comienzo de curso universitario en el que todo es diferente. En un año normal los 20.096 alumnos matriculados hubieran estado vagando de clase en clase, fundiéndose en abrazos con sus compañeros después de tres meses de vacaciones, estudiando en las bibliotecas o peleándose por algún trámite burocrático de última hora. Sin embargo, ayer solo unos pocos pudieron pisar los pasillos, aulas y caminos de la ULL y lo hicieron en un escenario totalmente distinto. La gran mayoría de estudiantes matriculados en la universidad no estaban en su facultad, no se han sentado en la que será su aula los próximos meses y están lejos de reencontrarse con sus compañeros tras no tres, sino siete meses separados.

Un nuevo escenario

La Universidad comenzó ayer su nuevo curso teniendo que adaptarse a un escenario pandémico protagonizado por la Covid-19. La incertidumbre es la palabra que más se cuela en las descripciones de la situación de los grupos de estudiantes y profesores que han podido ver la nueva fotografía con sus propios ojos. "La incertidumbre es lo que la gente lleva peor porque genera estrés", admitió Lastenia Hernández, vicerrectora de estudiantes de la ULL. No es la única, también lo describe así el profesor de la Facultad de Educación, Francisco Batista, que añade que va a ser "un año convulso y caótico" para el profesorado. Y a ellos se unen muchos estudiantes que todavía ayer no tenían muy claro cómo iba a configurarse esa vuelta al campus.

La presencialidad adaptada es el escenario escogido por la institución académica, a tenor de los datos de contagios en el Archipiélago -que ayer contabilizaba 7.045 casos activos- para equilibrar la docencia en el aula con la seguridad sanitaria. Cabe remarcar, además, que la ciudad de La Laguna es ahora la que tiene más incidencia de todo Tenerife, con una incidencia acumulada por siete días de 126,34 casos por 100.000 habitantes, colocándose como el municipio con mayor incidencia de la isla.

En este escenario, la institución académica decidió que lo mejor era que la mayor parte de los alumnos empezaran el nuevo curso a través de una pantalla. Así, sus hogares y alguna de las pocas bibliotecas abiertas de la isla se han transformado en las nuevas aulas de miles de estudiantes. Gian Luis Bolivar quiso ir más allá y, junto a sus compañeros del Grado de Informática, decidió acudir ayer a la biblioteca central de Guajara para poder intercambiar pareceres y evitar la brecha social de la docencia virtual. Y es que Bolivar y a sus compañeros no les habían citado para acudir a clase, pero ven con mucha incertidumbre escenario que se les presenta los próximos meses. "Espero que no hagan las cosas como en marzo", recriminó el estudiante de Informática que empezó ayer su segundo año de carrera, pues consideró que muchos profesores hicieron una dejación de funciones durante el confinamiento.

Gian Luis Bolivar realizó estas apreciaciones unos minutos antes de que diera comienzo su primera clase del curso. Eso sí, online. Los alumnos y profesores se conectarán a partir de ahora a través de Google Meet. Esta es la plataforma por la que ha apostado la Universidad de La Laguna, que ha adquirido unas 25.000 licencias destinadas a alumnos, profesorado y el personal de administración y servicios. Además, se han configurado 268 aulas dotándolas de webcams para que los profesores puedan dar clase a todos sus alumnos, estén o no en el aula, y se han entregado más de 1.500 micros de solapa.

"El valor añadido de la universidad pública es el trato presencial, no podemos perderlo", insistió el docente universitario, Francisco Batista. En esta línea también se posicionó Lastenia Hernández, que explicó que se ha optado "por la máxima presencialidad" pues "es la única forma de volver a la normalidad dentro de esta situación". La mirada de los pocos alumnos que ayer pudieron empezar las clases también denotaba que la vuelta a las aulas se había convertido en una verdadera necesidad de la que no se habían percatado hasta que no volvieron a pisar el característico césped verde del Campus de Guajara.

Fueron esencialmente los alumnos más noveles, los de primero de Grado, los que pudieron ver de primera mano el ambiente post-pandémico que se respira en toda la universidad. "Es fundamental que estos estudiantes puedan acudir presencialmente para que puedan conocer sus aulas, a sus profesores y compañeros; es fundamental que creen una red social", remarcó la vicerrectora. Ataviados con mascarillas de tela, quirúrgicas o FFP2, los alumnos esperaban ansiosos y colmados de dudas el inicio de curso. "Yo no lo veo", admitió Ylenia Suárez, alumna de nuevo ingreso en el Grado de Pedagogía, que se mostró escéptica ante el desarrollo de la presencialidad adaptada: "creo que en una semana va a haber un contagiado y tendremos que hacer una cuarentena y regresar todos al formato online". No piensa igual la vicerrectora de estudiantes, que señaló que "si todos se comportan tan bien como cuando hicimos la EBAU, seguro que salimos adelante".

"Ha sido un inicio difícil", admitió Hernández, que remarcó, no obstante, que la dificultad no viene por la organización de la universidad sino porque "la situación en sí lo es". Alejandro Martín, estudiante de tercero del Grado de Estudios Clásicos, desde su rol también ha percibido lo enrevesado que ha sido este inicio de curso. "Es un choque enorme", señaló Martín, que recordó que, como alumno, está más acostumbrado a estar cerca de sus compañeros y debatir, y en esta ocasión han tenido que cumplir con la distancia de seguridad a rajatabla. "El aforo depende de las aulas, en todas se debe respetar el metro y medio perimetral entre alumnos", afirmó Hernández.

La de Alejandro Martín es una de las pocas carreras que han quedado exentas de la modalidad online en la ULL, dado que los grupos son ya de por sí muy reducidos. También vivirán en una "normalidad" paralela las carreras de Bellas Artes, Filosofía y Estudios Francófonos. "Apenas somos 11 en clase", explicó Lucía Suárez, también del Grado de Estudios Clásicos, pero de segundo curso, que explicó que durante la presentación del curso habían visto las primeras modificaciones con respecto a la situación previa. Así narra como tuvieron que entrar en fila india a un nuevo aula, elegir el sitio donde se sentarán el resto del cuatrimestre y desinfectarse las manos cada vez que entraban o salían del espacio.

Muchas ganas

"Ganas" y "nervios" fueron las dos palabras que más se escuchaban entre los pequeños grupos de alumnos que se arremolinaban en bancos y pasillos. "Tenemos bastantes nervios", explicó Miriam González, alumna de nuevo ingreso en el Grado de Logopedia que señaló que ya es bastante difícil para un alumno de nuevo ingreso el cambio de centro y de entorno, por lo que agradeció que se les hubiera brindado la posibilidad de acudir al campus. Los docentes también esperaban con expectación la llegada de los jóvenes. "Sin ellos no es lo mismo", exclamó la vicerrectora de estudiantes, que admitió que las semipresencialidad hace el regreso un "poco más triste", pero que al menos ya se ve "vida" dentro de la universidad.