María Farnés Martínez Frigola ya es, de manera oficial, la nueva fiscal jefe de Santa Cruz de Tenerife y afronta esta nueva etapa profesional con "ilusión y también con algo de vértigo", además de plantearse muchos retos, que espera superar con "un gran equipo profesional", en el que incluye a los fiscales, pero también a los funcionarios de este departamento en Santa Cruz de Tenerife, Arona y La Palma, a quienes se refirió como una parte fundamental de la organización y a los que muestra su apoyo y agradecimiento. En el acto protocolario de ayer afirmó que "solo puedo ofrecer humildad, ilusión y, desde luego, todo mi esfuerzo para construir una Fiscalía aún más transparente, de mayor calidad y mucho más cercana a la ciudadanía".

Una de sus primeras medidas será intentar garantizar una mayor estabilidad de la plantilla, "ya que a nadie se le escapa que estamos ante una Fiscalía de primer destino o de puerto de arribada para nuevos fiscales". Es decir, que tratará de que los representantes del Ministerio Público que lleguen a Tenerife recién salidos de la Escuela Fiscal echen raíces en la Isla, lo que redundará en una "Justicia ágil, rápida y eficaz". Y recordó una frase de Séneca: "nada se parece tanto a la injusticia como una justicia tardía".

También propone otras acciones, como potenciar el uso de las conformidades, cuando ello sea posible; la utilización de la figura de la mediación familiar, o promocionar la labor del coordinador de responsabilidad parental, como han hecho en otras comunidades autónomas.

Cree relevante prestar especial atención a los delitos de trata de seres humanos, porque "no puede comprenderse ni tolerarse en el 2020 que se pueda traficar con personas". En esa línea, defiende la idea de que la Fiscalía debe ser un referente en la lucha contra dichas infracciones penales y mantener un contacto permanente con las fuerzas de seguridad que investigan tales hechos. Una de las tareas a las que dará prioridad será la persecución del blanqueo de capitales a las organizaciones dedicadas al citado negocio ilícito, en ámbitos como la explotación sexual, el trabajo ilegal, la adopción de menores como fuerza de trabajo, la pornografía infantil y el tráfico de órganos. Mostró su interés por la intervención en los denominados delitos de odio, "que suponen auténticos ataques a los derechos humanos más esenciales y que atentan contra una sociedad abierta, tolerante y democrática".

María Farnés no se olvidó de la inmigración. Estima que "la Fiscalía debe ser especialmente cuidadosa en la salvaguarda de los derechos de estas personas, en la adopción de las medidas de protección que sean precisas y en la búsqueda de instrumentos alternativos al internamiento", en la medida en que los migrantes son personas privadas de libertad sin haber cometido delito alguno. Además, reclamó especial interés por las víctimas menores de edad, discapacitados, afectadas por violencia de género o las personas de avanzada edad que están ingresadas en residencias, hacia quienes se deben multiplicar tanto las labores de tutela como de protección.

Como defensora de la especialización dentro del Ministerio Público para afrontar con garantías la lucha contra determinados comportamientos delictivos, contempla la actualización de las especialidades y una reorganización en la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife. Se siente capacitada para afrontar la nueva responsabilidad y cree que tiene el respaldo de los fiscales, a quienes definió no solo como grandes juristas, sino como personas "de gran equilibrio, sensatez y sentido común, con un gran sentido humanitario de la Justicia". Para sus compañeros fueron sus últimas palabras: "cuando algo resulte mal, yo lo hice; cuando algo resulte más o menos bien, nosotros lo hicimos, y, cuando algo resulte realmente bien, ustedes lo hicieron".