La Covid-19 ha puesto al servicio de cafetería del Hospital Universitario de Canarias (HUC) contra las cuerdsa. La continuidad de la empresa concesionaria de este servicio se encuentra actualmente "entre la espada y la pared" debido al descenso de visitantes al centro hospitalario por la Covid-19, pero también como consecuencia de una situación "alegal" de la concesión que lleva prorrogada desde hace más de seis años. Francisco Merino, responsable de la concesión, ha insistido ya en tres ocasiones desde marzo a la Gerencia del HUC en la necesidad de modificar tanto el desorbitado alquiler que abonan cada mes (que se eleva a 36.736,66 euros) así como de adaptar el pliego de condiciones a la situación actual. Asimismo, solicitan volver a sacar a concurso la concesión de la cafetería que en marzo de 2019 quedó desierta por las condiciones en las que estaba propuesta.

Los responsables del centro hospitalario, por su parte, aseguraron a este periódico haber elevado la petición a la Dirección de Recursos Económicos del Servicio Canario de la Salud (SCS) ya que es quien tiene la potestad para realizar una rebaja del canon mensual. Según el HUC, dicha petición se está "estudiando" desde que se solicitó por parte de la empresa responsable del servicio, a principios de agosto, poco después de que la Gerencia del centro hospitalario les diera permiso para volver a abrir sus puertas que, a día de hoy, continúan cerradas.

Pero la situación, a ojos de Merino es ya límite por todo el tiempo que se ha dejado pasar antes de resolverlo. Cuantos más meses pasan, mayor desembolso económico esta realizando la empresa en los ERTES a lo que se ha visto obligado a imponer a su plantilla, de 45 personas. "La empresa ha estado pagando un porcentaje de la seguridad social de la plantilla desde el mes de julio, a pesar de no tener ingresos", recordó Merino. Y ese porcentaje ha ido elevándose mes a mes, en concordancia con los acuerdos realizados a nivel estatal. Concretamente, en julio se abonó el 30% del salario, en agosto el 40% y en este último mes el porcentaje se ha elevado al 60%. El propietario afirma no saber "lo que pasará con los ERTES a partir del 1 octubre", pues si no se renuevan tendrán que realizar un ERTE por causas económicas, técnicas, de organización y producción (ETOP), que obligaría a la empresa a "pagar el 100% de los seguros sociales".

Falta de clientes

E incluso si pudieran abrir sin tener que abonar un canon tan alto, las pérdidas de las cafeterías ya se sitúan en unos 20.000 euros al mes y se verían agravadas por la falta de clientes. "Con la situación que emana de la Covid-19, se ha restringido el acceso a personas, que lo entendemos, pero de ello deriva que se haya limitado la capacidad de entrada a la cafetería", afirma Merino. En los últimos meses, la afluencia de visitantes se ha reducido entre un 80 y 90%, además, los nuevos horarios tampoco favorecen al negocio. Antes del coronavirus, cada paciente podía recibir visitas de cuatro acompañantes desde las 12 del mediodía a 9 de la noche. En habitaciones dobles esto significaba que podían permanecer durante horas hasta 10 personas juntas. Eso facilitaba que siempre hubiera gente deambulando por el hospital a la hora del almuerzo. Además, la situación está muy lejos de revertirse, pues la alta capacidad de contagio del virus obliga a reducir los contactos respiratorios y con más inri en un lugar en la que hay personas con el sistema inmunitario debilitado. Ahora tan solo se permite un acompañante por habitación, y no por paciente. Además, las entradas se deben hacer por turnos, de tal modo que uno de los visitantes esté de 16:00 a 17;45 horas y el otro de 18:00 a 20:45 horas. Lo mismo ocurre con el régimen de visitas a Urgencias -donde está restringido que espere ningún acompañante- o las citas para consultas externas -a las que ya no se puede ir acompañado y se que en gran parte de las ocasiones se realiza de manera telemática- . "Si no hay nadie en el hospital, no se puede vender", denuncia el empresario que afirma que en estos días el hospital está desierto.

Por lo que han establecido, en caso de volver a abrir las cafeterías, solo se abrirá una, sin servicio nocturno. "Por la distancia social, el número de mesas y sillas será menos de la mitad que antes" y, en el caso de las barras, solo "se podrá atender a seis clientes a la vez". Esta reducción en el trabajo diario provocaría que el número de trabajadores necesarios fuera inferior a 15 y actualmente hay 45 en plantilla.

Ante esta situación Merino concluye que existe una probabilidad cada vez mayor de que la empresa acabe en un concurso de acreedores debido a que la situación descrita es insostenible económica y financieramente". Una situación que "solo se evitaría" si desde la Gerencia del centro hospitalario, o en este caso desde la Dirección de Recursos Económicos del SCS, les permiten "volver a abrir con un canon adaptado a las restricciones que la Consejería de Sanidad ha impuesto por la Covid-19".

Otra solución emanaría de que el hospital "licite y adjudique una nueva concesión de las cafeterías antes de dos meses". Algo que, según la dirección del centro hospitalario, está en marcha. "Se está trabajando en producir nuevos pliegos", afirmó el Hospital Universitario de Canarias (HUC). Sin embargo, ha pasado ya más de un año desde que el concurso quedara totalmente desierto debido a las exigencias del pliego de condiciones. Fue en marzo de 2019, después de tres años de impugnaciones por dos de las empresas que habían salido a concurso cuando se determinó que el proceso había quedado desierto. Este pliego obligaba no solo a mantener el mismo canon, sino a realizar un descuento del 30% al personal y a regalar hasta 70 comidas diarias a los facultativos. Y ya para entonces llegaba tarde, pues el contrato caducó en 2014 y ha sido prorrogado desde entonces y hasta el momento. "Se debe recordar que las prórrogas, por ley, tan solo pueden demorarse 9 meses, todo lo que pase después es alegal", insistió. La cafetería permanece cerrada desde el estado de alarma, y ahora contra las cuerdas, 45 trabajadores se juegan su futuro laboral en una época copada por la incertidumbre.