¿La cara es el espejo del alma?

La cara es un punto fundamental para transmitir información emocional, pero no es el único. La comunicación verbal traslada estupendamente los datos, y la no verbal transmite extraordinariamente bien los sentimientos y las emociones. Y no solo a través de la cara. Los gestos, los movimientos corporales, las posturas o la llamada proxémica -que estudia la utilización de las distancias sociales por parte de las personas-, juegan también un papel fundamental, al igual que la voz. El tono, la velocidad, el volumen y el timbre, son recursos expresivos esenciales. Cierto es que se pueden ver ligeramente afectados por el uso de la mascarilla, aunque muy poco. Con lo cual, son otro elemento que añade información emocional.

¿El uso de mascarilla no condiciona entonces tanto la transmisión de las emociones?

La mascarilla produce una interferencia, sin duda, pero no tanta como a priori se podría suponer. Entre la parte de la cara que queda descubierta, y todas estas dimensiones a las que acabo de hacer referencia, el uso de mascarilla constituye una barrera salvable para la transmisión de las emociones.

Se dice que la mirada no miente. ¿Son los ojos el mejor termómetro emocional?

No solo los ojos. Las cejas también dan muchísima información. Incluso la frente, ya que las arrugas que se forman en esta parte de la cara son distintas en las diferentes expresiones emocionales. Y esta zona superior del rostro siempre queda a la vista, salvo que llevemos un flequillo que la tape.

¿Qué puede hacer que la mascarilla interfiera más o menos en la transmisión de las emociones?

Hay un par de variables que pueden influir en esta cuestión. Una es la inteligencia emocional. En las personas con más inteligencia emocional, la interferencia es menor. También influye el conocimiento del interlocutor. En términos generales, es más fácil interpretar las emociones de alguien a quien conocemos, aunque tenga la boca y parte de nariz tapada por una mascarilla, que las de un desconocido.

¿La expresión de ciertas emociones se puede ver más condicionada que la de otras por el uso de la mascarilla?

Con mascarilla es más probable que podamos confundir miedo y sorpresa. Estudios previos a la pandemia apuntan a que estas dos emociones son las que más se tiende a equivocar a través de las expresiones faciales. Y con la mascarilla, puede que esa confusión se acentúe un poco más. Y digo puede, porque es mi impresión. Llevamos apenas unos meses en situación de pandemia, no ha dado tiempo todavía a investigar sobre esta cuestión.

¿Miedo y sorpresa son las únicas emociones que se pueden llegar a confundir bajo la mascarilla?

No, lo que ocurre es que la mayoría de los expertos admiten la existencia de seis emociones básicas: alegría, tristeza, asco, ira, sorpresa y miedo. Hay otra emoción, el desprecio, que algunos autores consideran primaria y otros, en cambio, como secundaria. Pero es la única cuya expresión facial es asimétrica, y el punto clave para percibirla es la boca. Cuando ponemos cara de desprecio, lo que solemos hacer es elevar una de las comisuras de los labios. En este caso, por tanto, el uso de mascarilla sí que dificulta enormemente la percepción de la emoción.

¿Las expresiones faciales de las emociones tienen siempre un rasgo especialmente definido?

Todas implican una serie de movimientos musculares, y en todas ellas hay algún punto característico. El asco, por ejemplo, se define por las arrugas que genera en la parte superior de la nariz.

¿Y la sonrisa?

¿Cuál de ellas?

¿Tantas hay?

El mayor experto del mundo en comunicación no verbal, Paul Ekman, habla de 18 tipos de sonrisas. La que está considerada como la auténtica es la sonrisa de Duchenne. Su clave, sin ninguna duda, son las patas de gallo, que se perciben perfectamente sin la mascarilla. Luego hay otro tipo de sonrisas, más sociales, que se diferencian entre sí por ligeros matices. El uso de mascarilla, en estos casos, también puede dificultar un poco más la percepción de unas que otras.

¿Es posible trabajar la comunicación no verbal para manifestar mejor las emociones en el contexto actual?

Sí, se pueden facilitar las cosas siguiendo una serie de pautas. Cuando estamos en el rol de emisores, por ejemplo, es aconsejable utilizar mascarillas lisas. Los dibujos tienden a actuar como factores de distracción. Y lo peor, sin ninguna duda, es usar una mascarilla que lleve dibujada una boca. El cerebro humano acostumbra a rellenar huecos informativos, de manera que tiende a reconstruir esa parte del rostro que queda tapada por la mascarilla, y si esta tiene una boca dibujada, se dificulta mucho esa labor cerebral. Otra recomendación obvia es tratar de limitar el uso de las gafas de sol cuando se lleve puesta la mascarilla. También es útil reforzar las otras vías de comunicación no verbal que mencioné antes: la voz, los gestos, los movimientos de manos y brazos, etc. Y complementar la comunicación no verbal con la verbal, siendo lo más explícitos posible para evitar que surjan dudas y malentendidos. Algo que, por otro lado, deberíamos hacer siempre, y no solo ahora en este contexto de pandemia.

¿Y cómo deberían actuar los receptores de esa emociones?

Como receptores, la cuestión se complica. Un consejo que podría ser de sentido común cuando estamos en ese rol es prestar más atención consciente a los otros canales de comunicación no verbal de nuestros interlocutores. Para personas con una elevada inteligencia emocional, o que están más acostumbradas a hacer análisis muy detallados de la comunicación no verbal de los otros -por su profesión, por ejemplo, como profesores, profesionales de recursos humanos, policías, jueces, etc.-, podría ser una buena recomendación. Si no es el caso, puede que se equivoquen más prestando atención consciente a todos esos detalles que dejando a su inconsciente que lo haga. Porque cuando descodificamos la comunicación no verbal, lo hacemos de manera inconsciente. De ahí que se pueda producir un efecto paradójico al cambiar la vía por la cual llevamos a cabo esa descodificación -de consciente a inconsciente y es que esto acabe generando más problemas y dando lugar a malas interpretaciones. Por eso, la mejor recomendación cuando somos receptores y tenemos dudas sobre las emociones de nuestro interlocutor, es recurrir a la comunicación verbal. Preguntar. Los expertos en comunicación no verbal a veces tendemos a sobrestimar su importancia, pero la comunicación más adecuada es la que combina ambas modalidades.

El uso de mascarilla no es el único escollo que impone la nueva normalidad en las relaciones interpersonales. Atrás quedó el saludarse con un par de besos o un apretón de manos...

Las medidas para evitar la propagación del coronavirus incluyen ese distanciamiento físico -que no social-, pero creo que es muy, muy importante mantener o inventar rituales nuevos de saludo y despedida. El saludo es una forma de abrir la puerta a la comunicación, y la despedida, una manera de cerrar amistosamente una interacción y dejar abierta una puerta a interacciones posteriores con un clima de cordialidad. De hecho, el saludo que más utilizábamos antes de la pandemia, el apretón de manos, tiene su origen en un gesto de paz a través del cual una persona le demostraba a otra que no iba armada. Cuando interaccionamos, lo primero que nuestro cerebro necesita es diagnosticar si el otro es amigo o enemigo. Si nuestra relación va a ser de colaboración o competición. Por eso, si la coyuntura actual no nos permite darnos la mano o un abrazo, deberíamos mantener otras fórmulas que ya existen y que quizás utilizábamos menos, o inventar otras nuevas.

¿Como chocar los codos?

Es una buena opción.