María del Pino Fernández, una paciente de 64 años diagnosticada de Covid-19 en marzo, recordará el 20 de agosto como una de las fechas más felices de su vida. Y es que ayer, tras 149 días de intensa lucha en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, pudo abandonar por fin el centro y regresar a su casa. La larga estancia -110 días en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) y 39 en planta- la convierte en la persona que más tiempo ha permanecido ingresada en las Islas por los efectos de este virus. "Estoy muy feliz porque ya me han dado el alta y puedo volver a mi casa. Cada día me encuentro mejor y siento que soy muy afortunada", sostiene con emoción, instantes antes de salir de la habitación del complejo capitalino.

Atrás deja vivencias muy duras. De hecho, Fernández describe su experiencia con esta patología como "una pesadilla", un terrible sueño que nunca antes le había provocado tanta angustia. Todo comenzó el pasado 20 de marzo, cuando los casos de coronavirus en el Archipiélago incrementaban a un ritmo cada vez más acelerado. "Notaba una horrible sensación de malestar general, escalofríos, tenía 38 grados de fiebre y perdí el sentido del olfato. Hay cosas que no recuerdo, pero según me ha dicho mi hija, también padecía tos, diarreas y vómitos", cuenta la afectada. Asimismo, su marido, Emilio Miranda -de 72 años-, también advertía síntomas de la enfermedad.

Los test PCR

Fue entonces cuando su propia hija, Sara Miranda, que además es médico, decidió contactar con el teléfono de Emergencias -112- para solicitar la realización de las pruebas PCR. "Llamé los días 21 y 22, y en ambas ocasiones las denegaron. El servicio estaba tan desbordado que tuve que recurrir a un compañero de profesión para que vinieran a practicarles el test", confiesa la doctora. Finalmente, durante la mañana del 23 de marzo, un equipo se desplazó al domicilio para tomar las muestras.

Sin embargo, dos días después, Fernández empezó a manifestar disneas -dificultades para respirar- y tuvo que ser trasladada en ambulancia hasta el citado hospital grancanario. "Al parecer, antes de salir de casa, me dijeron que había dado positivo en coronavirus. Yo estaba muy asustada porque también sufro asma y no sabía qué me estaba ocurriendo", relata compungida la paciente.

El cuadro clínico se agravó y la medianoche del 26 de marzo ingresó en la UMI, donde fue intubada y conectada a un respirador. Allí pasó 110 días de su vida. Su marido, en cambio, que también resultó contagiado, ingresó en planta ese día, y a las dos semanas recibió el alta por anotar una evolución más favorable. "En total, mi madre sufrió cuatro neumonías. Una neumonía Covid -bilateral- y otras tres de origen bacteriano. Todo sucedió de forma correlativa, y entre una y otra la despertaban. Ella no lo recuerda, pero cuando empeoraba volvían a sedarla", explica la doctora Miranda. Para después agregar que, "aproximadamente, un mes y medio después, dio negativo en coronavirus y siguió en la UMI". Una decisión que estuvo asociada a la gravedad de su estado de salud, y que llevó incluso a los propios médicos a temer por la vida de la paciente en varias ocasiones.

Recuperación

No obstante, poco a poco, fue dando pequeños pasos que la condujeron a una clara mejoría. Por fin, el 13 de julio consiguió abandonar los cuidados intensivos, pero los daños causados por el virus llevaron a los profesionales a derivarla a la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI), donde permaneció tres semanas. Después, fue trasladada a la planta de Neumología, hasta recibir ayer el alta médica. "Cuando salí de la UMI, lo primero que hice fue dar las gracias al personal. He sufrido mucho, pero soy una persona que siempre tiene una actitud muy positiva y pienso que eso me ha ayudado", manifiesta con firmeza.

Lo cierto es que esta lucha le ha dejado muchas secuelas, pero tiene muy claro que va continuar la batalla. "Me canso demasiado porque tengo daños en la mitad del pulmón izquierdo y en la base del derecho. Además, necesito ayuda para caminar y para levantarme", lamenta. Por esta razón, lleva tiempo realizando ejercicios de rehabilitación física y pulmonar. Una tarea que ahora deberá seguir en su domicilio para lograr recuperar la movilidad y aumentar la capacidad respiratoria.

Cabe resaltar que Fernández ingresó a en el Negrín, en un momento en el que el pico de contagios se encontraba al alza. Ahora, consciente de que la historia se repite, la paciente no logra salir de su asombro. "No entiendo cómo hemos dejado que esta pesadilla esté de nuevo presente. Esta enfermedad no es un juego y puede llevar a la muerte. Creo que hay mucha gente que no se ha concienciado de la gravedad del asunto, y un ejemplo lo ponen aquellos que niegan su existencia", defiende la afectada.

Por lo que concierne a la atención sanitaria que ha recibido, Fernández no duda al calificarla de "excelente", y agradece a todos los profesionales el buen trato que le han brindado. "Quiero hacer una mención especial al doctor Rafael Morales y al doctor Juan José Díaz, no solo por haber demostrado profesionalidad, también por su lado humano. Sin ellos, no hubiera podido salir adelante", enfatiza. Ahora, con la vista puesta en el futuro, María del Pino Fernández solo espera poder cerrar pronto este capítulo de su vida y liberarse de todas las secuelas.