Los lagartos canarios eran majestuosos. Con cuerpos de entre 20 y hasta 80 centímetros de piel escamada, los lagartos han conformado durante décadas una singularidad de los ecosistemas de toda Canarias. Sin embargo, su papel en las Islas es mucho más definitorio del que se suele pensar ya que ha sido la clave durante décadas para mantener el equilibrio de los ecosistemas canarios. Por eso, su pérdida de tamaño así como su desaparición en muchas de las islas, irreversible a estas alturas, puede ser un indicador temprano de lo que puede ser una próxima extinción para el Archipiélago.

Así lo define un grupo de investigación del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA), adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que insiste en que el tamaño de estos reptiles podría indicar, de manera muy temprana, el comienzo de un proceso de defaunación. Este paso, que conlleva a una "pérdida de biodiversidad", podría estar señalando el futuro al que se van a ver abocados los ecosistemas en Canarias si no se actúa en consecuencia: el colapso y la extinción.

El biólogo del IPNA, Alfredo Valido, lleva años escudriñando el comportamiento de los lagartos en varias zonas de Canarias y su relación con una flor endémica de las Islas: la Orijama. Esta planta tiene un fruto que ha sido concebido desde tiempos inmemoriales como un auténtico manjar para estos saurios que, a su vez, favorecen la diseminación de la planta. Cuando estos pequeños grandes predecesores de los dinosaurios se comen su fruta, la depositan en su letrina particular. "Los lagartos a menudo recorren los mismos caminos, de la planta al lugar donde depositan sus excrementos", explica Valido. Cuando los lagartos medían más de 50 centímetros, los recorridos podían ser inmensos lo que permitía a la flor diseminarse por muchísimos lugares. Pero las condiciones de vida actuales a las que se enfrentan estos reptiles les han obligado a reducir su tamaño para poder sobrevivir y ahora, siendo mucho más pequeños, no se atreven a explorar tanto como lo hacían antes. Los investigadores han dado con estas diferencias gracias a que en las islas que aún cuentan con esta especie (Gran Canaria, La Gomera y Tenerife), los tamaños de sus saurios son también dispares. "Por ejemplo, en Gran Canaria donde aún existe lagartos de gran tamaño, pueden dispersar las semillas hasta casi 100 metros de longitud desde la planta madre", recalca Valido, que señala que en cambio en Tenerife, los lagartos como son de un tamaño mediano "dispersan la semilla un máximo de 45 o 50 metros". El último ejemplo es el de La Gomera, donde sus reptiles, los más pequeños de todos, dispersan las semillas a tan solo "10 metros ".

"Defaunación también se refiere a la disminución del número de individuos dentro de poblaciones o cuando estos pierden su capacidad de realizar su función ecológica de manera adecuada", explica el biólogo del IPNA. La defaunación afecta a todo el planeta y normalmente tiene origen antrópico. La provocan la deforestación, la contaminación o la caza y hasta el momento, ha provocado la extinción de "363 especies de vertebrados en todo el planeta". En Canarias también esta defaunación ha sido causada por el hombre. Cuando los colonos llegaron a las Islas trajeron en sus barcos los animales que habían amaestrado en la Península, concretamente perros y gatos. Estos últimos, desde que pisaron las Islas, se convirtieron en los principales depredadores de los lagartos que decidieron reducir su tamaño para sobrevivir.

"Nuestra hipótesis de trabajo es que a medida que se reduce el tamaño corporal de los lagartos, estos van a tener un área de campeo menor y, por tanto, las plantas individuales van a estar visitadas por un menor número de individuos lagartos", señala Valido. Esto, finalmente, lo que va a generar es "que la probabilidad de que un individuo planta deje descendencia disminuya progresivamente, dado que sus semillas van a ser dispersadas a un menor número de microhábitats disponibles". Con este estudio, el investigador pretende que se puedan tomar cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde. "Queremos averiguar qué marcador del funcionamiento de los ecosistemas es útil para así predecir con antelación que el proceso está yendo al camino del colapso", sentencia.